Por
Jassón Celis Córdova
En
agosto de 2016, gracias a una atinada gestión de Antorcha Magisterial con el
Secretario de Educación Pública, una comisión de estudiantes y maestros
encabezada por el profesor Ulises Córdova, líder nacional de Antorcha
Magisterial e Isaías Chanona, presidente nacional de nuestra federación,
comenzamos a asistir a una serie de reuniones con funcionarios de todos niveles
y responsabilidades de dicha dependencia, para (a decir de ellos) “solucionar
las demandas” de ambas organizaciones sociales.
No quiero explayarme narrando el
calvario que significa reunirse con esos pájaros; simplemente diré que es
imposible establecer un diálogo sensato y racional ya desde el momento de
empezar a tratar con ellos y sentarse a dialogar cuerdamente. Sobre lo que sí
quiero hacer hincapié es en lo depravadamente engorroso que resulta tratar de
poner los asuntos en claro –desde el planteamiento mismo de los problemas,
puesto que ellos manejan otro código de comunicación que no es nuestro idioma,
tan claro y directo– y ya no digamos, proceder sobre una ruta sencilla, llana,
para vislumbrar sus posibles soluciones. Tuvimos que ir a un sinnúmero de
reuniones de “trabajo” (molesta solo recordarlas) en las que solo se nos daban
largas y se frenaban nuestras peticiones por “falta de información” o por ser
“improcedentes de acuerdo con la normativa”.
Tras meses de esfuerzos inútiles de
nuestra parte y de maniobras de ellos, decidimos acabar con ese inútil
procedimiento y, hace algunos meses, tanto la FNERRR como Antorcha Magisterial
los convocamos a todos ustedes, compañeros, para hacer pública nuestra
inconformidad por la falta de soluciones, exponiendo nuestra problemática a los
medios de comunicación y anunciando diversas movilizaciones en todo nuestro
país. Fuimos convocados nuevamente por la SEP federal, con la promesa de que
ahora sí se resolverían las demandas y de que de su parte “había voluntad” para
resolver las demandas. ¡En mala hora hicimos caso de sus promesas y volvimos a
reunirnos con ellos! Proponían el mismo procedimiento a través de las mismas
farsas de reuniones. Para no caer en un eterno laberinto sin salida, les
propusimos un pliego mínimo únicamente con las demandas más urgentes y, por
tanto, impostergables. Su respuesta, que en el fondo ningunea e insulta a nuestra
federación, fueron evasivas y largas peroratas técnicas. Hemos llegado entonces, compañeros, a un
punto de quiebre. ¡No nos queda otro recurso más que salir a las calles a
exigir lo que por ley nos corresponde, por el simple hecho de ser mexicanos!
La SEP (siglas a las que seguramente
responde la abreviación de su verdadera función: “Secretaría de Embrutecimiento
Proverbial”, o algo así) tiene al fondo de sus preocupaciones la educación para
la gente. ¿Por qué? Porque nuestras exigencias son absolutamente legítimas y su
solución es contundentemente necesaria. ¿Qué pedimos? ¡Claves para escuelas que
ya funcionan –y con una matrícula importante de alumnos– en zonas donde no hay
otra opción para estudiar! ¡Construcción o rehabilitación de espacios que funcionan
en condiciones inconvenientes e incluso peligrosas para los alumnos que
estudian y los docentes que laboran en ellas! ¡Plazas y horas para maestros que
llevan hasta 20 años trabajando sin sueldo, por la caridad de los padres de
familia! ¡Equipamiento para bibliotecas, aulas, y otros espacios educativos,
porque “Primero el presente. Primero los niños”, dicen ellos!
¿Son demandas imposibles,
“improcedentes”, abusivas? ¡Por supuesto que no! Lo que pasa en realidad es que
este gobierno “se arrastra” (como dijo el poeta cubano, Nicolás Guillén): solo
sabe dar muestras de ineptitud y de poca voluntad para cumplir con la tarea que
el pueblo les dio al elegirlo su representante; vive tan apartado de los
problemas reales de los mexicanos de a pie, que considera que es justificable
negar condiciones aceptables de educación y darles carpetazo porque “no
proceden”.
Estamos en un punto en que el
gobierno se ha olvidado totalmente que ellos son servidores públicos y que es
su obligación solucionar las demandas del pueblo al que le deben rendir
cuentas. Solo hay un pequeño detalle: ¡nosotros no nos hemos olvidado de ello!
¡Estamos plenamente conscientes de nuestros derechos y de que se pueden
arrancar de las manos de aquellos que quieran acapararlos!
Por eso, compañeros maestros,
compañeros estudiantes de todo el país, jóvenes de las secundarias y
preparatorias a cuyas escuelas la SEP no quiere darle mantenimiento, docentes
que trabajan sin plaza y que transmiten sus conocimientos en condiciones
verdaderamente precarias, ¡salgamos a la calle! ¡Manifestémonos públicamente
con toda nuestra decisión, con toda nuestra voluntad, con todo nuestro arrojo!
¡Seamos siempre sabedores, estemos siempre convencidos de que “cuesta mucho
educar a un hombre, pero cuesta más no hacerlo”! ¡Arrojémonos con denuedo,
hombro con hombro, la FNERRR y Antorcha Magisterial, a la lucha firme por una
mejor educación en nuestro país, hasta vencer! Esa es, por ahora, nuestra única
posibilidad de un futuro mejor.
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