Nuestro pronóstico de crecimiento para el PIB México en 2020 se reduce de 0.9% a (-)6.0% a tasa anual ante la parálisis que ya registran los principales sectores de la economía nacional. El sector más perjudicado será el industrial ya que, además del freno en la actividad interna ocasionado por las medidas de contingencia, la caída de nuestros principales socios comerciales se traducirá en una menor demanda por exportaciones de petróleo y manufacturas (principalmente en la parte automotriz).
Estimamos que la
economía de México registrará una fuerte contracción de (-)6.0% a
tasa anual en 2020. No es únicamente un freno en la actividad de los
sectores catalogados como no esenciales por el Gobierno el que
generará un fuerte efecto negativo sobre el PIB. También debe
considerarse una fuerte caída en la actividad global que impactará
sobre el comercio exterior de nuestro país. Al cierre de este
reporte, las mayores armadoras de autos en Estados Unidos mantenían
un paro en la producción e incluso algunas se concentran en producir
equipo médico necesario para hacer frente a la crisis sanitaria.
El golpe será
fuerte, sobre todo en el segundo trimestre de este año. La
recuperación será pausada y se manifestaría hasta 2021 si no se
implementan políticas públicas que detonen proyectos productivos y
aumenten la confianza de los inversionistas. Los riesgos para el
crecimiento de este año y el próximo se mantienen a la baja
mientras las autoridades en México no anuncien programas que apoyen
significativamente a los hogares y a las empresas del país durante
la contingencia sanitaria.
El panorama para la
economía de México no era positivo antes de la pandemia. Hasta el
cierre de marzo, los indicadores adelantados más relevantes
corresponden a febrero y éstos no han sido buenos. El desempleo
aumentó, la construcción se mantiene a la baja, las exportaciones
petroleras (y el precio del petróleo) registran fuertes caídas y
las importaciones disminuyen ante una menor demanda por bienes de
consumo, de capital y de bienes intermedios que se utilizan en la
producción manufacturera. A todo esto, hay que agregar una nueva
caída en la confianza del sector privado ante la falta de claridad
en algunas decisiones del Gobierno, así como la falta de proyectos
productivos que detonen la inversión y el crecimiento del país.
La caída en el
comercio y los servicios podría extenderse ya que, ante una falta de
recursos ocasionada por la brusca interrupción en el ingreso de
muchos hogares y empresas, la reactivación del consumo podría ser
lenta, incluso cuando haya pasado lo más grave. El desempleo se
mantendrá elevado, más aún si las empresas que pararon actividades
por la contingencia no logran reactivarse rápido (o no logran
reactivarse del todo). Ocurre lo mismo con los servicios de
transportación de pasajeros, servicios turísticos, de alojamiento y
de esparcimiento, para los cuales anticipamos un panorama negativo
más allá del segundo trimestre de este año.
El panorama para la
construcción y la minería (principalmente extracción petrolera)
también se ha deteriorado. De acuerdo con nuestro análisis, los
únicos sectores que podrían salir beneficiados temporalmente por la
contingencia son los de servicios de salud y los de actividades
primarias (sector agropecuario). Debido a que este último es
esencial para la alimentación, anticipamos un importante crecimiento
en los meses más severos de la crisis considerando que ni México ni
otros países cerrarán sus fronteras al comercio.
No descartamos una
nueva revisión a la baja en nuestro estimado de crecimiento si los
indicadores adelantados de actividad económica registran un
deterioro mayor al previsto .
Durante marzo, ante
el agravamiento del riesgo sanitario en el panorama mundial, que ha
llegado a un escenario sin precedente s; la Reserva Federal de
Estados Unidos actuó de forma contundente, no sólo con fuertes
bajas de tasas, sino con inyección de liquidez. Deb ido a ello las
tasas de interés de largo plazo en registraron mínimos históricos.
En México, Banco de México bajó la tasa de referencia adel antando
la fecha de la reunión de política monetaria una semana y tomó una
serie de medidas para mantener la liquidez del sistema financiero.
Las condiciones de
aversión al riesgo en los mercados financieros globales tocaron
niveles extremos. Los inversionistas descuentan una recesión global.
Derivado de lo anterior y ante el impacto que la pandemia del COVID
19 está teniendo en los Estados Unidos, la Reserva Federal actuó
contundentemente con todas las herramientas disponibles de la
política monetaria. Primero, el día 3 de marzo bajó 50 puntos base
la tasa de referencia y la dejó en el rango de 1% a 1.25%, para el
día 15, la disminuyó en 100 puntos base y dejarla en el rango del
0% al 0.25%, y sumaron medidas de compras de activos, swaps de
dólares con otros bancos centrales, liberación de requerimientos de
capital a bancos privados, entre otras que ayudaron a disminuir el
riesgo sobre la liquidez en los mercados, así como el posible impago
de muchas empresas con relación a su deuda.
Los réditos a
plazos largos en EE.UU. llegaron a mínimos históricos. La tasa del
bono del tesoro a 10 años tocó el nivel de 0.56% y al cierre del
mes se ubicó en 0.68%, con una baja punta a punta de 48 puntos base.
Sin embargo, la volatilidad se hizo presente y después de que la FED
disminuyó a cero la tasa de referencia, los bonos largos tocaron sus
máximos del mes en 1.25% en la parte de 10 años. Esto también se
debió a que el Gobierno y el Congreso aprobaron un plan por más de
2 billones de dólares para apoyos directos a las familias, recorte
de impuestos, apoyos a pequeñas y medianas empresas, lo que
implicaría un aumento de los niveles de la deuda pública con
relación al PIB de 10 puntos porcentuales. Si bien la pronta
actuación del Gobierno y de la FED desactivaron riesgos potenciales
sobre la liquidez y el riesgo de crédito en la mayoría de los
segmentos corporativos aún podrían surgir nuevos elementos de
riesgo que pudieran volver a generar volatilidad y presión en las
tasas en dólares. Esto podría surgir en la deuda de estados y
municipios.
En Europa, el Banco
Central Europeo aplicó un programa de compra de activos públicos y
privados por €750 mil millones de euros y el Banco de Inglaterra
bajó la tasa de interés de referencia a 0.10% y aumentó su balance
por £200 mil millones de libras para apoyar a la liquidez. En
México, ante esta situación, el Banco de México decidió adelantar
su decisión de política monetaria una semana y bajó la tasa de
referencia en 50 puntos base a niveles de 6.5%. Así como una serie
de medidas para disminuir los costos de liquidez en el sistema
bancario y cubrir demanda de dólares por medio subastas de crédito
utilizando la línea de la FED, la primera se hizo por 5 mil millones
de dólares, de 60 mil millones de dólares y subastas de intercambio
de emisiones gubernamentales recogiendo plazos largos y dando
cortos.
Dado el difícil
contexto y las consecuencias económicas negativas por el impacto del
COVID-19 y la baja en los precios del petróleo, la calificadora
Standard & Poor’s redujo la calificación del riesgo de crédito
soberano y de PEMEX de BBB+ a BBB. Esto derivado por el aumento de la
debilidad de las finanzas públicas y de PEMEX.
Observamos un fuerte
aumento de la volatilidad de las tasas de interés; el bono con
vencimiento de 10 años operó en un rango de 6.33% a 8.26% con un
cierre en niveles alrededor de 7.07%. Las medidas que aplicó el
Banco de México, tanto de subasta de dólares, como de intercambio
de valores gubernamentales, ayudaron a bajar la volatilidad
ligeramente y por lo tanto también estabilizar los niveles de la
curva.
Es difícil
anticipar que hará Banxico con la política monetaria. Por un lado,
una baja se argumentaría dado que la caída del crecimiento influirá
en una menor inflación, sumado a la caída de los precios de la
gasolina; asimismo, ayudaría a disminuir el costo financiero del
Gobierno. Sin embargo, con la baja en la calificación soberana y la
que seguramente realizará Moody’s, el Banco pudiera ser muy
precavido con los siguientes movimientos de baja para no generar un
nuevo episodio de presión y volatilidad en tasas de interés.
Con este escenario,
el tipo de cambio registró un nuevo máximo histórico de $25.44
pesos por dólar, a pesar del diferencial de tasas entre dólares y
pesos que cerró en 648 puntos base y un máximo en el mes de 718 pb.
La salida de flujos por el fuerte riesgo global derivado del
COVID-19, no sólo a nivel local, sino en la generalidad de los
emergentes, afectó en mayor medida al peso, a pesar de los
altosniveles de las tasas. Al cierre del mes observamos niveles de
$23.7 pxd.
Es difícil precisar
un estimado en que se pudiera estabilizar el tipo de cambio para los
siguientes meses. Todo dependerá de la recomposición de las
actividades económicas, las medidas que tome el gobierno y los
resultados sobre las finanzas públicas y de PEMEX.
En 2020, el
desempeño accionario en cada mes ha resultado peor que el anterior.
En marzo las bolsas sumaron nuevas pérdidas a los ajustes que
registraron en enero y febrero, y entraron en corrección al caer más
de 20% desde su máximo histórico más reciente. La razón de esta
baja sigue siendo el impacto del COVID-19 en la economía. México no
es ajeno a esta tendencia, el S&PBMV cerró el mes en niveles no
vistos desde 2011.
En marzo, el índice
MSCI que incluye emergentes (ACWI) retrocedió (-) 14%, el S&P
500 cayó (-) 13%, el Stoxx Europe 600 un (-) 15% y el índice S&PBMV
IPC de la bolsa mexicana perdió (-) 16 por ciento. La paralización
de diversas ciudades a raíz del COVID-19, ya sea por cuarentenas
obligadas o voluntarias, para intentar frenar la velocidad de los
contagios impacta de forma importante a la economía global.
Las medidas de
estímulo monetario y fiscal sin precedentes generan sólo una calma
pasajera ante la duda de si serán suficientes y al revelar la
emergencia en la que nos encontramos. Las autoridades han tenido que
actuar fuera de calendario y cambiando planes de austeridad fiscal
que antes eran la bandera de los gobiernos.
Las estimaciones que
se han atrevido a hacer algunos analistas sobre el impacto económico
parecen poco precisas y cargadas de supuestos ante un escenario nunca
antes visto. Pocas empresas dan una guía clara de lo que deberíamos
esperar en sus próximos resultados corporativos (que se publicarán
en abril).
La temporada de
reportes y las guías de las empresas podría no ayudar a calmar a
los inversionistas ante un entorno que amenaza con continuar
deteriorándose y con una crisis económica que podría complicar la
recuperación en utilidades una vez superada la contingencia
sanitaria.
A pesar de las
caídas que experimentan las bolsas, podríamos no estar aún en el
nivel más bajo que veremos en el corto plazo si no hay evidencias de
un control de la pandemia.
Es difícil hacer
una estimación para el S&PBMV IPC ante la fuerte volatilidad que
experimentamos y con la incertidumbre del tamaño del impacto
económico y el tiempo que tomará la recuperación. Presentamos un
nuevo estimado de 37,700 puntos al ajustar las valuaciones por
menores múltiplos que probablemente prevalecerán en el corto plazo.
Una vez que conozcamos los resultados del 1T-20 y tengamos mayor
información sobre el impacto en las empresas podríamos hacer una
nueva estimación al modificar el EBITDA contemplado en la muestra.
Nos enfrentamos a un
escenario nunca antes visto y por lo tanto no existen parámetros
previos que pudiéramos tomar como referencia. Si bien en 2009 la
bolsa cerró positiva a pesar del episodio de la influenza A H1N1, no
existió una parálisis en las operaciones como la actual; además de
que las bolsas no venían de máximos históricos y la economía se
recuperaba de una recisión. La perspectiva para el segundo trimestre
es de resultados adversos.
Cartera Recomendada
de Renta Variable
A pesar de las
fuertes correcciones en el mundo, la Cartera de Renta Variable Global
durante marzo avanzó 1.59%, frente a 2.83% del MSCI ACWI ETF,
gracias al efecto positivo de la devaluación del peso. En lo que va
del año, el portafolio ha retrocedido (-) 2.99%, 127 puntos base por
debajo del (-) 1.71% del referencial.
En dólares vimos un
retroceso en los mercados fuera de Asia, en línea con la propagación
del COVID- 9 fuera de China, acentuándose en EE.UU., Europa, entre
otros. El portafolio mantiene una sub- ponderación en el continente
asiático frente al benchmark, 12.4% vs 14.56%, principal impacto en
el desempeño del mismo.
A inicios de mes
vendimos nuestra posición en consumo discrecional en EE.UU., dado
que las medidas tomadas por el gobierno para controlar la expansión
del COVID-19; así como, una menor confianza y disposición para
gastar de los consumidores, tendrían un impacto directo. De la mano
con lo anterior, continuamos robusteciendo nuestra posición
defensiva a través del ETF de mínima volatilidad.
Redujimos nuestra
exposición a Brasil; no nos agrada la alta volatilidad que ha
mostrado; consideramos que, es un riesgo innecesario y el
comportamiento se aleja de sus fundamentales. En el mercado local, la
Cartera Recomendada en marzo disminuyó (-) 16.58% frente a (-)
16.38% del S&PBMV IPC. En lo que va del año la cartera ha caído
(-) 19.66%, 98 puntos base por arriba del (-) 20.64% del índice.
En la cartera local,
redujimos la exposición del sector financiero; neutralizamos
posiciones en GFNORTE y BSMX y bajamos la apuesta activa que tenemos
en GENTERA; esto ante una perspectiva desfavorable en el corto plazo.
Decidimos comprar
GRUMA y sobre-ponderarnos frente al benchmark; esto con el fin de
robustecer nuestra apuesta a consumo básico; asimismo, la emisora
mantiene una expectativa de crecimiento favorable.
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