En cuanto a las temperaturas del océanodescenderían rápidamente y no volverían a su estado anterior a la guerra incluso después de que se disipara el humo. A medida que el planeta se enfría, el hielo marino se expande en más de 9 millones de kilómetros cuadrados y 2 metros de profundidad en algunas cuencas que bloquean los principales puertos.
La caída repentina de la luz y las temperaturas del océano, especialmente desde el Ártico hasta los océanos Atlántico Norte y Pacífico Norte lo que daría lugar a impactos globales a largo plazo.
Los ecosistemas marinos se verían muy alterados
tanto por la perturbación inicial como por el nuevo estado del océano,
lo que daría lugar a impactos globales a largo plazo, matando por
ejemplo: a las algas marinas que son la base de la red alimentaria de los océanos, creando esencialmente una hambruna en los mares.
Simulación de un escenario futuro
Los investigadores simularon lo que le sucedería a los sistemas de la Tierra si se usaran en una guerra de gran escala, 4,400 armas nucleares de 100 kilotones para bombardear ciudades y áreas industriales, lo que resultó en incendios que arrojaron 150 teragramos, o más de 150,000 millones de kilos de humo de carbón negro absorbente de la luz solar, a la atmósfera superior.
También simularon lo que sucedería en un conflicto regional, se detonaran alrededor de 500 armas nucleares de 100 kilotones que arrojarían de 5 a 47 teragramos, o de 5,000 a 10,300 millones de kilos de humo y hollín a la atmósfera superior.
Los resultados obtenidos muestran que los efectos de una guerra de tal magnitud tendrían un efecto en la atmósfera aún peor que la erupción de cualquiera de los supervolcanes conocidos, como Aira Volcano en Japón, el Volcán Campi Flegrei en Italia, el Volcán Karymshin de Rusia o el Long Valley Caldera, en Estados Unidos, entre otros.
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