Laura
Castillo Vocera Estatal del Movimiento Antorchista del Estado de México
Mientras
siete magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
ganan 380,406 pesos al mes, millones de trabajadores mexicanos sobreviven con
un salario mínimo, o cuando mucho dos, que va de dos mil 480 pesos al mes o
cuatro mil 960 pesos, aproximadamente.
El
estratosférico sueldo de los magistrados electorales ni siquiera está al
alcance de profesionales privilegiados de clase media que a lo más que pueden
aspirar es a 30 o 40 mil pesos mensuales –algunos un poco más-, que les permite
vivir cómodamente y ahorrar para la vejez, pero que cuando ésta llega, junto
con las enfermedades, lo ahorrado se acaba de la noche a la mañana.
Así
se las gasta el capitalismo neoliberal que vivimos en México: por una parte
permite que siete magistrados electorales tengan salarios exagerados, mientras
que millones de mexicanos se truenan los dedos por no saber que les darán de
comer a sus hijos al día siguiente, y que saben que no podrán alcanzar un salario
de ese nivel ni en un año de trabajo. Salarios injustos, ni más ni menos.
Esta
injusta situación que ha llegado al absurdo –como muchas otras cosas en México
y en el mundo-, es generada y avalada por ese sistema económico capitalista que
permite que los trabajadores que producen la riqueza con sus manos,
prácticamente se queden sin nada, mientras que los “intelectuales” que
sostienen y protegen a ese sistema -como los magistrados electorales que lo
único que hacen, dicen, es cuidar que las elecciones federales se lleven a cabo
limpiamente-, viven en la abundancia y con lujos a que ni los trabajadores de
clase media pueden aspirar.
Por
ejemplo, mientras la mayoría de los trabajadores mexicanos se moviliza en
transporte público, y los profesionales en autos o camionetas que compran en
abonos, (con la que muchas veces quedan endeudados de por vida pues al no poder
pagar las mensualidades, sube el cobro de intereses) los magistrados se
transportan en camionetas de lujo en las que el erario federal invirtió cuatro
millones y medio de pesos.
Cierto
que hay ciertos trabajos que requieren comodidad y seguridad en el traslado de
funcionarios o personas en general, pero me parece que no es el caso de los
magistrados electorales, quienes trabajan fuerte en periodos electorales,
cuando seis meses cada seis años si es para presidente de la República,
gobernadores o senadores, o cada tres años cuando se elige a diputados
federales, y el demás tiempo lo gastan en estudiar, revisar documentos y no
sabemos que más.
Bueno,
para realizar ese trabajo, los magistrados compraron dos camionetas Chevrolet
Tahoe con valor de 897 mil 300 pesos cada una; dos Chevrolet Suburban con costo
unitario de un millón 36 mil 300 pesos y una General Motors, Acadia, con costo
de 679 mil 890 pesos; en total 4.5 millones de pesos.
¿No
les parece que es un insulto a la pobreza y vida llena angustias por la falta
de dinero que viven millones de mexicanos? Parece que a los magistrados
electorales esto no les importa con tal de transportarse a sus casas y trabajos
con comodidad y seguridad, misma que no tiene la mayoría de los mexicanos.
A
pocos días del natalicio del Benemérito de las Américas, Benito Juárez, vemos
como en el país democrático por el que él luchó, se comete una gran aberración:
funcionarios públicos que ganan muchos miles de pesos más que el resto de los
habitantes del país.
Si
Juárez viviera, tal vez volvería a morir ante esta situación, o más bien,
volvería a recordar el discurso que pronunció cuando era gobernador de Oaxaca:
“Bajo
el sistema federativo, los funcionarios públicos, no pueden disponer de las
rentas sin responsabilidad. No pueden gobernar a impulsos de una voluntad
caprichosa sino con sujeción a las leyes. No pueden improvisar fortunas, ni
entregarse al ocio y a la disipación, sino consagrarse asiduamente al trabajo,
disponiéndose a vivir en la honrosa medianía que proporciona la retribución que
la ley les señala”.
Los
magistrados podrán responder que ellos no tienen la culpa de que la ley les
haya asignado ese salario y que están cumpliendo con los lineamientos de Benito
Juárez. Ante eso les respondemos: lo quieran o no, ese estratosférico salario
que reciben los corrompe, los hace comodinos y fieles al sistema que los colocó
ahí, por lo que están atentos a cumplir con los caprichos de los poderosos para
no perder los puestos con jugosos sueldos. Llegado el momento, esos
“incorruptibles” magistrados están prestos a defender los intereses de los
candidatos que a los poderosos conviene y no para salvaguardar los intereses de
la mayoría, a quienes, además, ven por encima del hombro.
Cierto,
el sistema capitalista les permite gozar de esos sueldos pero a costa de la
pobreza y sufrimiento de millones de mexicanos que, además de no percibir el
dinero justo para brindar una vida satisfactoria a sus seres queridos, deben
pagar impuestos para que esos señores que protegen las reglas democráticas del
sistema capitalista, pueden vivir sin ningún apuro económico.
Esta
injusta y aberrante situación debe cambiar y va a cambiar. La situación de
crisis económica e injusticia social no puede ser eterna. El pueblo de México
está abriendo los ojos y sabe que es posible construir un país mejor en el que
haya empleo para todos, con buenos salarios y en donde el sistema no lo obligue
a pagar impuestos hasta por el agua que se toma. El cambio real del sistema
económico capitalista neoliberal es cuestión de tiempo porque la gente ya no
está dispuesta a seguir soportando tanta opresión e injusticia.
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