Las
principales infracciones de estos conductores son circular en sentido
contrario, invadir carriles exclusivos y no usar casco.
La seguridad vial
sigue siendo un reto crítico en México y el mundo, donde los accidentes de
tránsito figuran entre las principales causas de muerte. Cada día, decenas de
familias enfrentan la pérdida de un ser querido en siniestros que, en muchos
casos, pudieron haberse evitado. A pesar de los esfuerzos para reducir estos
incidentes, aún es necesario reforzar la prevención, mejorar la infraestructura
y fomentar una cultura de movilidad segura para todos los usuarios de la vía
pública.
En este contexto,
durante la primera reunión regional para América Latina de la Alianza Global de
ONG para la Seguridad Vial y la Fundación Aleatica, realizada a finales del año
pasado, especialistas señalaron que al menos 1.3 millones de personas mueren
anualmente en accidentes de tránsito, lo que equivale a una cada 25 segundos.
En el caso de
México, la situación es preocupante. De acuerdo con datos revelados en el
encuentro, 43 personas fallecen diariamente en estos incidentes, lo que se
traduce en una muerte cada 30 minutos. A nivel regional, la tasa de mortalidad
en América Latina y el Caribe alcanza los 15 fallecimientos por cada 100 mil
habitantes, lo que representa tres veces más que la tasa registrada en la Unión
Europea y hasta cuatro veces más que la de Japón.
Si bien los
esfuerzos en seguridad vial han logrado reducir en un 5% la mortalidad en los
últimos años, todavía no es suficiente, ya que más de la mitad de las víctimas
son usuarios vulnerables de la vía pública, como peatones, ciclistas y
motociclistas. En este sentido, un dato relevante es el crecimiento en el uso
de motocicletas como medio de transporte, lo que ha contribuido al aumento de
la siniestralidad. Según la OPS, el uso de estos vehículos en la región pasó
del 12% al 27% en la última década.
En la región
mesoamericana, que incluye a México, el porcentaje de uso de motocicletas
creció del 6% en 2009 al 18% en 2023 y la cantidad de peatones disminuyó de un
32% a un 20% en ese mismo periodo. Estos cambios en la movilidad han generado
nuevos desafíos, especialmente en lo que respecta a la protección de estos
conductores y la adaptación de la infraestructura a esta nueva realidad.
De hecho, son los
motociclistas quienes han encabezado las estadísticas de mortalidad en la
Ciudad de México durante los últimos dos años y medio. De acuerdo al reporte trimestral de la Secretaría de Movilidad (Semovi)
correspondiente al periodo de abril a junio de 2024, el 42.6% de las víctimas
mortales en accidentes de tránsito fueron motociclistas, es decir, 63 de un
total de 148 fallecidos.
Este es el décimo
trimestre consecutivo en el que los motociclistas ocupan el primer lugar en
muertes viales en la capital del país. El incremento en la mortalidad de
motociclistas coincide con una falta de respeto a las normas de tránsito. Entre
las principales infracciones se encuentran circular en sentido contrario,
invadir carriles exclusivos y no usar casco de seguridad.
Asimismo, este
grupo no solo lideró en el balance de mortalidad en accidentes viales, sino que
también representaron un alto porcentaje de lesionados. De un total de 9 mil
128 personas heridas, 3 mil 864 fueron motociclistas, es decir, el 42%.
Mientras, 2.096 eran pasajeros de vehículos, 1.330 conductores, 1.208 peatones
y 630 ciclistas.
Por otro lado, los
peatones también han visto un aumento en la cantidad de víctimas fatales. El
informe mostró que las muertes de peatones tuvieron un alza de 33 a 46 en
comparación con el mismo trimestre de 2023. Por su lado, las muertes de
ciclistas pasaron de 2 a 5 y las de conductores de vehículos de 9 a 14.
Ante esta crisis,
el gobierno de la Ciudad de México endureció las sanciones para motociclistas
infractores. Desde septiembre de 2023, el reglamento de tránsito establece
multas de entre mil 037 y 2 mil 075 pesos para quienes no utilicen casco o usen
uno que no cumpla con las normas de seguridad. Adicionalmente, esta falta
conlleva la pérdida de tres puntos en la licencia. Sin embargo, los accidentes
no han disminuido significativamente, lo que indica que estas sanciones, aunque
necesarias, no son suficientes para modificar conductas de riesgo en la vía
pública.
Cabe destacar que,
entre septiembre de 2023 y julio de 2024, la Secretaría de Seguridad Ciudadana
(SSC) aplicó más de 108 mil infracciones a motociclistas en la Ciudad de
México. Las faltas más comunes fueron no portar casco adecuado, transportar más
pasajeros de los permitidos y no contar con licencia de conducir.
Factores de riesgo
En México existen
diversos factores de riesgo contribuyen a la alta incidencia de siniestros
viales. Entre ellos, la velocidad excesiva, el uso de dispositivos móviles al
conducir y el consumo de alcohol o drogas destacan como los principales
detonantes de accidentes con consecuencias fatales o graves. Ante este
panorama, contar con un seguro
de autos se vuelve una herramienta fundamental para mitigar los
costos asociados a daños materiales, gastos médicos y responsabilidad civil en
caso de un percance.
Datos del
Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes
(STConapra) indican que el 66% de los conductores no respeta los límites de
velocidad, lo que incrementa significativamente la probabilidad de un percance
y, en caso de ocurrir, eleva la severidad de las lesiones o el riesgo de
muerte. A esto se suma el uso de dispositivos móviles al volante, una práctica
que distrajo al 36.2% de los conductores involucrados en accidentes.
El titular del STConapra, Raúl Gómez Torres, resaltó la
necesidad de homologar las regulaciones estatales con la Ley General de
Movilidad y Seguridad Vial, la cual establece que en zonas escolares,
hospitales y albergues, la velocidad máxima debe oscilar entre 20 y 30 km/h. No
obstante, el incumplimiento de esta medida sigue siendo una constante en muchas
ciudades del país.
Otro factor de
riesgo relevante es el consumo de alcohol y otras sustancias que afectan la
capacidad de conducción. En 2021, el 7.4% de los accidentes viales estuvo
relacionado con el consumo de estas sustancias, lo que evidencia la necesidad
de reforzar las estrategias de prevención y control, como los operativos de
alcoholímetro.
El impacto de un
siniestro vial se agrava cuando los pasajeros no utilizan medidas de seguridad
adecuadas. Se estima que el 84% de los menores de 12 años que viajaban en
vehículos al momento de un accidente no usaban sistemas de retención infantil,
lo que aumenta el riesgo de lesiones graves. También se identificó que muchas
veces estos menores ocupan el asiento del copiloto, lo que contradice las
normas de seguridad vial.
En el caso de los
motociclistas, solo el 58% utiliza cascos certificados, pese a que este
accesorio puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte. La falta de
protección adecuada ha llevado a que este sector sea uno de los más vulnerables
en las carreteras y calles del país.
En esa línea, las
lesiones culposas, es decir, aquellas derivadas de accidentes en los que no
hubo intención de dañar, también constituyen un problema creciente en la
nación. En 2024, se registraron 38.737 delitos de este tipo en México, lo que
equivale a un promedio de 105.84 casos por día.
El Estado de México
encabeza la lista con 8.347 delitos de lesiones culposas en accidentes de
tránsito, seguido por Jalisco (4.612), Ciudad de México (3.659) y Nuevo León
(1.895). Estas entidades concentran el mayor número de casos, representando en
conjunto el 55.5% del total nacional. Otras regiones con alta incidencia
incluyen Quintana Roo (1,522), Veracruz (1.464) y Querétaro (1.197). En
contraste, estados como Yucatán (39), Guanajuato (3) y Nayarit y Morelos, que
no reportaron casos, muestran cifras considerablemente más bajas.
Para hacer frente a
esta crisis, es esencial fortalecer la cultura de la seguridad vial y el
cumplimiento de normativas. Campañas de concientización, controles más
estrictos y sanciones ejemplares son herramientas clave para reducir la
incidencia de accidentes y minimizar sus consecuencias. Solo mediante una
estrategia integral que combine educación, vigilancia y mejora de la
infraestructura, se podrá avanzar hacia un entorno vial más seguro para todos.
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