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México importa volúmenes que, en conjunto,
ascienden al 40 por ciento de la demanda nacional
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Hace 25 o 30 años la nación contaba con
alrededor de mil investigadores en todas las ramas de la producción
Si bien al principio de la
presente administración de gobierno, los hombres y mujeres del campo mexicano recibieron
con agrado el cambio de estrategia en la política de desarrollo del sector
agropecuario, pesquero y forestal –como el Programa de Autosuficiencia
Alimentaria, signado el 8 de febrero, el restablecimiento de los precios de
garantía para granos básicos, oleaginosas, así como leche, y el de
reforestación nacional— bastó que el Congreso de la Unión recibiera el Proyecto
de Presupuesto Especial Concurrente 2020, “para que el gozo se fuera al pozo”.
De por sí, el presupuesto de 2018
fue de 75 mil millones de pesos para el sector rural; el ejercicio para 2019 bajó
a 65 mil millones y en 2020 el proyecto es de 46 mil millones. Esto significa
una reducción del orden de 30 por ciento, sólo de un ciclo a otro.
De acuerdo con las condiciones
deficitarias de alimentos en que la actual administración recibió al país, lo
menos que podría suponerse sería la aplicación de programas de emergencia con
todo el apoyo del Estado. Esto, debido a que México importa volúmenes que, en
conjunto, ascienden al 40 por ciento de la demanda nacional de granos como
maíz, frijol, arroz, trigo, pasta de soya y de alimentos pecuarios como carne de
res, cerdo y leche.
El sistema productivo nacional
del campo se ha estancado por razones de sobra conocidas: insuficiencia de crédito;
política errática de precios y comercialización, bajos índices de inversión
sobre todo del sector social –no hay recursos propios de los productores ni apoyo
oficial para la modernización del parque de maquinaria e implementos—y, muy
importante, que el avance de la ciencia y la tecnología fue prácticamente
cancelado.
Hace 25 o 30 años, México
contaba con alrededor de mil investigadores en todas las ramas de la producción,
con la encomienda de ‘liberar’, cada año, nuevas variedades de semillas de
granos básicos y de productos industriales, como café y cacao. Exportaba
semilla certificada de trigo a Europa y Asia.
Hoy, el Instituto Nacional de
Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias, INIFAP, no tiene más de 600
y la mitad de ellos en edad y tiempo de servicios para pensionarse o jubilarse,
sin conocerse ahora mismo cuál es la cuantía del último recorte. Lo que sí se
sabe, es que el nuevo presupuesto redujo los recursos fiscales para estos
efectos, en 96 por ciento, de manera que dejar sólo el 4 por ciento, es nada.
Respecto del concepto “déficit
agroalimentario”, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura, FAO, recomienda que, cuando un país alcanza un déficit en
alimentos del 25 por ciento de su demanda, debe emprender acciones para evitar
que se amplíe, so pena de enfrentar riesgos de seguridad y soberanía alimentaria.
Es de reconocer que en varios
países del mundo se dan casos en que se llega a niveles de importación de
alimentos hasta del 75 por ciento. Sí, son excepcionales como Japón, que tiene
un respaldo muy grande en su industria y en la generación de tecnologías que
exporta al resto del mundo, con suficiente potencial económico para importar
los alimentos que requiere su población.
En México el sector agropecuario
privado considera que es positivo que el gobierno federal apoye en buena medida
al sector social del campo. Incluso reconocen los agroexportadores que los
mexicanos tenemos una gran deuda con los campesinos y en general con el sector
social del país, “por los índices de pobreza”, pero no están conformes que se
reduzcan los recursos fiscales porque “los descobija”.
En concreto, el proyecto de
presupuesto para 2020, reduce e incluso desaparece recursos muy importantes
para diversos programas. Un ejemplo lo tenemos con el desmantelamiento del
crédito. La Financiera Nacional para el Desarrollo Agropecuario, contó este año
con 238 millones de pesos y la dejan en cero; a FIRA (Fideicomisos Instituidos
en Relación con la Agricultura y Productividad) de 243 millones, queda en 2020
en cero.
“El Fondo de Capitalización e
Inversión del Sector Rural (FOCIR) de 210 millones, queda en 2020 también en cero.
El efecto de estos números, en resumen, se refleja en encarecimiento del crédito,
de las garantías y la cartera de crédito decrecerá en su calidad y se espera más
cartera vencida”. Esta es la opinión y protesta de los agricultores
exportadores.
Las bajas presupuestales abarcan
también a temas como los de comercialización, los de Sanidad e Inocuidad, el
programa para los estados; la concurrencia a las entidades federativas, disminuye
a cero; en productividad pesquera también se reduce el apoyo en 70 por ciento;
el fomento a la agricultura, como investigación, innovación y desarrollo, lo
reducen en 96 por ciento.
El Consejo Nacional
Agropecuario señaló recientemente su preocupación por la orden de desmantelar las
consejerías agropecuarias en el mundo. “El día 31 de octubre es la fecha para quitar
las representaciones comerciales en China, Japón, Bélgica, Uruguay, Canadá y
Francia”, señaló su presidente, Bosco de la Vega.
Esta situación se da en
momentos en que los agroexportadores mexicanos romperán nuevamente el récord en
la balanza comercial. En 2018 se tuvo un registro por valor de 36 mil millones
de dólares en exportaciones; en el presente se espera cerrar con 38 mil
millones de dólares. Esto indica que el superávit en nuestra relación con EU y
Canadá, será de 6 mil millones de dólares.
Desde el punto de vista económico,
la cantidad monetaria que ingresa al país por efecto de las exportaciones, se
ubica por arriba del valor de las divisas que genera el turismo, de las remesas
y de la exportación del petróleo.
Una idea de la importancia que
merecen las consejerías en el extranjero, es de señalar que países socios de la
Alianza del Pacífico, como Chile, tiene 54 representaciones; Perú, 33;
Colombia, 26. “México se quedará con dos, nada más”, afirmó De la Vega, y
sostuvo que “nos pondrá en una seria desventaja”.
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