El organismo
regional de las Naciones Unidas presenta un nuevo estudio en el marco de
la Tercera Reunión de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social
de América Latina y el Caribe,
que se inaugura este martes en Ciudad de México.
(30 de septiembre, 2019)
Al
menos ocho nudos críticos, entre ellos la persistencia de la pobreza,
las desigualdades estructurales, el déficit de trabajo decente y de
protección
social, la insuficiente inversión social, las diversas formas de
violencia y los desastres y el cambio climático, están impidiendo a la
región alcanzar un desarrollo social inclusivo, plantea la Comisión
Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en
un nuevo estudio.
El documento
Nudos críticos del desarrollo social
inclusivo en América Latina y el Caribe: antecedentes para una agenda regional
será presentado oficialmente por la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, Alicia Bárcena, durante la
Tercera Reunión de la Conferencia Regional sobre Desarrollo Social de América Latina y el Caribe
que se celebra del 1 al 3 de octubre en Ciudad de México.
El
evento, organizado por la CEPAL, el Gobierno de México y el Programa de
las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), congregará a ministros,
ministras y altas
autoridades de Desarrollo Social de América Latina y el Caribe, quienes
discutirán la aprobación de una propuesta de agenda regional de
desarrollo social inclusivo.
Los
ocho nudos críticos y desafíos emergentes del desarrollo social
inclusivo identificados por la CEPAL son: 1) la persistencia de la
pobreza y de la vulnerabilidad
a la pobreza; 2) las desigualdades estructurales, injustas e
ineficientes, y la cultura del privilegio; 3) las brechas en el
desarrollo de capacidades humanas —educación, salud y nutrición— y de
acceso a los servicios básicos; 4) los déficits de trabajo decente
y las incertidumbres asociadas a los cambios tecnológicos en el mundo
del trabajo; 5) un acceso aún parcial y desigual a la protección social;
6) una institucionalidad social en construcción; 7) un nivel de
inversión social insuficiente; y 8) nudos emergentes:
diversas formas de violencia; creciente exposición a desastres y a los
efectos del cambio climático; transiciones demográfica, epidemiológica y
nutricional; migraciones; y cambios tecnológicos y nuevas capacidades
requeridas.
“Avanzar
en el compromiso de una agenda regional de desarrollo social inclusivo
es indispensable en la actual coyuntura regional”, sostiene Alicia
Bárcena. Una agenda
de esta naturaleza debe atender de forma prioritaria los nudos que
limitan el acceso de parte significativa de la población al goce
efectivo de sus derechos y al bienestar, como vía para alcanzar los
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en la región, remarca
la alta funcionaria.
Según
los últimos datos de la CEPAL, en 2017 el número de personas en
situación de pobreza en América Latina llegó a 184 millones, equivalente
al 30,2% de la población,
de los cuales 62 millones (10,2% de la población) se encontraban en
situación de pobreza extrema.
Al
analizar la desigualdad en la distribución del ingreso en la región, se
observa, entre 2002 y 2017, una reducción del índice de Gini (de 0,534 a
0,466), aunque
el ritmo de descenso se enlenteció a partir de 2014. Pese a este
avance, América Latina y el Caribe sigue siendo la región más desigual
del mundo, y las desigualdades asociadas al estrato socioeconómico se
suman a las desigualdades de género, étnicas, raciales,
territoriales y aquellas relacionadas con las diferentes etapas del
ciclo de vida de las personas, conformando los “ejes estructurantes de
la desigualdad social en la región”, dice la Comisión.
Respecto
al déficit de trabajo decente, la CEPAL recuerda que, en 2016, el 41,7%
de las personas ocupadas en América Latina recibían ingresos laborales
inferiores
a los salarios mínimos nacionales, y este porcentaje era especialmente
elevado entre las mujeres jóvenes (60,3%). En esa misma línea, en 2017
la tasa de pobreza entre las personas ocupadas en empleos de baja
productividad (30,4%) triplicó la de los ocupados
en empleos de alta productividad (11,3%).
El
adecuado financiamiento de las políticas sociales es un factor clave
para el logro del desarrollo social inclusivo, indica el estudio. Aunque
el monto de gasto
social per cápita promedio del gobierno central prácticamente se
duplicó entre 2002 y 2016, llegando a una media de 894 dólares por
persona, las diferencias entre subregiones y países son muy grandes.
Mientras en América del Sur alcanzó los 1.175 dólares per
cápita promedio, en los países de Centroamérica, México y la República
Dominicana llegó solo a los 579 dólares. A modo de comparación, el
promedio de gasto social de los países de la Unión Europea en 2016
alcanzó el 28,1% del PIB, mientras que en América Latina
esta cifra fue del 11,2% del PIB.
Entre
los nudos emergentes identificados por la CEPAL se destacan las
diversas formas de violencia. “América Latina y el Caribe es la región
más violenta del mundo,
algo inesperado dado su nivel de desarrollo económico, político y
social”, dice el documento. La tasa de homicidios de la región es cinco
veces mayor que el promedio mundial (22,1 homicidios y 4,4 homicidios
por cada 100.000 personas, respectivamente). Pero
las elevadas tasas de violencia no solo corresponden a homicidios, sino
también a otras expresiones de violencia, como asaltos e incidentes de
violencia sexual y de género, los cuales se asocian, asimismo, a otros
fenómenos como el racismo y la homofobia.
Por
otra parte, los desastres naturales y los desastres “tecnológicos”
(principalmente de origen industrial y de transporte) han aumentado en
los últimos 60 años
de manera constante. Mientras los naturales han aumentado 4,4 veces en
las últimas décadas, los tecnológicos se han incrementado 16,1 veces,
informa la CEPAL. Esto hace que sea cada vez más indispensable diseñar
estrategias tanto para reducir la exposición
de la población a estos eventos como para
enfrentarlos, fortaleciendo sistemas de protección social capaces de
reducir la vulnerabilidad de las personas por
medio de la garantía de niveles básicos de ingreso y del acceso a
servicios sociales de salud, educación y vivienda, entre otros.
En muchos casos, “los desastres son causa y consecuencia de la pobreza y la vulnerabilidad”, concluye el organismo.
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