Hola, soy Alejandra Petatán, fundadora de Three Monkeys, hoy conocida como ZOI, laboratorio de comunicación. A diferencia de otras ocasiones, en esta no te escribo para contarte sobre alguna marca o proyecto que me emociona y que creo puede formar parte de tu día a día. Hoy te escribo porque es necesario hacer evidente la situación que he estado viviendo desde hace meses. He tomado la decisión de emitir este comunicado para contar mi versión de los hechos, a raíz de un correo que fue distribuido masivamente el pasado 15 de julio.
Soy Alejandra Petatán y soy víctima de violación a la privacidad, robo de información empresarial, extorsión, acoso, difamación, amenazas, violencia de género ejercida a través de herramientas digitales y violencia cibernética por la difusión de contenido sin mi consentimiento.
No puedo ni quiero seguir viviendo desde un lugar de miedo, culpa o vergüenza por actos que no cometí. Desde el 21 de marzo de 2024, se ha difundido una serie de acusaciones e información manipulada en mi contra, lo que ha escalado a niveles profundamente alarmantes, afectando no solo mi trayectoria profesional, sino también mi integridad personal y emocional.
Hoy me veo obligada a alzar la voz. La situación, que comenzó como un conflicto laboral, ha derivado en un proceso de acoso, violencia y amenazas que no se pueden (ni deben) minimizar. Hago responsables, de manera pública, a todas las personas involucradas en la divulgación de información falsa, imágenes manipuladas y cualquier otro acto que haya atentado contra mi dignidad y seguridad personal.
Este conflicto inició con un grupo de nueve excolaboradores, con quienes, en medio de una crisis financiera, hablé de frente para solicitar tiempo. Al negarse, se firmaron convenios de salida voluntaria. Sin embargo, al mismo tiempo, sustrajeron información sensible de la empresa, que incluye bases de datos de medios de comunicación, clientes, familiares y amigos, así como materiales de trabajo que tardé más de diez años en construir para el beneficio de mi empresa. Me llamaron a una conciliación que nunca se formalizó. Hasta la fecha, no existe una sola denuncia en mi contra ante la Junta de Conciliación y Arbitraje, y estoy legalmente libre de cualquier proceso en ese ámbito.
A partir de entonces comencé a recibir mensajes anónimos y amenazas. He sido objeto de ataques personales, violentada como mujer, expuesta públicamente con imágenes manipuladas que no autoricé, y he perdido más del 70 % de mi cartera de clientes: pasé de tener 23 a solo 6. También he sufrido daños familiares, emocionales y psicológicos. Todo esto me llevó a interponer una denuncia penal y a solicitar el respaldo de la Policía Cibernética. Hoy existe una carpeta de investigación abierta, y estoy llevando este proceso hasta sus últimas consecuencias.
Reitero que tanto las imágenes difundidas como la información contenida en ese correo son falsas; muchas de estas imágenes fueron creadas con inteligencia artificial y editadas con la intención de desacreditarme. Es un delito. No autoricé su publicación ni su circulación. Me encuentro protegida por la Ley Olimpia, la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la ley contra la violencia digital y la recientemente aprobada legislación en materia de medios electrónicos y redes sociales. Esta violencia no solo me afecta a mí, también daña a las personas que trabajan conmigo, quienes han sido injustamente señaladas.
Pido que cese el acoso, que se detenga la distribución de contenido manipulado y que se respete mi derecho a la privacidad. Las personas que están detrás de esta campaña en mi contra están incurriendo en delitos como asociación delictuosa, amenazas, robo de información empresarial, difamación, violencia digital y acoso.
Aprovecho también para ofrecer una disculpa pública a todas las personas que han resultado afectadas directa o indirectamente por esta situación: a mis clientes, colegas, medios de comunicación, influencers, líderes de opinión, amigos y familia.
Reitero que NO soy responsable del contenido ni de su difusión, pero sí estoy tomando acciones legales para que se esclarezca todo y se castigue a los verdaderos responsables.
Aunque este proceso ha sido doloroso y profundamente desgastante, también ha sido un llamado a la valentía. Gracias a esta experiencia he encontrado una fuerza interna que me impulsa a seguir adelante, no solo por mí, sino por todas las personas que, como yo, han sido víctimas de violencia digital y laboral. No pienso quedarme callada. Lo hago por mí, por mi equipo, por mi familia y por quienes aún no pueden hablar.
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