martes, 12 de marzo de 2024

Citibanamex. Elevados ingresos por turismo internacional caen en enero.

 • Durante enero, los ingresos por viajeros internacionales cayeron (-)0.3% mensual con respecto a diciembre. • En febrero, la producción de vehículos pesados aumentó 11.1% anual. Por su parte, la exportación creció en 14.6% anual.

¿Qué pasó con la electricidad?

Comportamiento del sector eléctrico. Cuando analizamos la evolución reciente del sector de generación, transmisión y distribución de energía eléctrica, suministro de agua y de gas por ductos al consumidor final (EAG) del Indicador Mensual de la Actividad Industrial (IMAI), podemos observar que la pandemia tuvo un impacto negativo en la primera mitad de 2020, pero hubo un acontecimiento con mayores efectos a inicios de 2021, del cual no se ha podido recuperar (Gráfica 1). La presente nota busca explicar las razones detrás de este último. ¿Qué mide el IMAI? El IMAI mide la evolución del valor agregado en el corto plazo. De acuerdo con el INEGI1, el método utilizado para calcular el IMAI es el de la producción, es decir, el Valor Agregado Bruto (VAB) es igual al Valor Bruto de Producción (VBP) menos el Consumo Intermedio (CI). Para ello, se elaboran Índices de Volumen Físico (IVF) de la producción, con los cuales se extrapola el VAB del año de la base (2018), bajo el supuesto de que el VAB se comporta igual que el VBP. El CI se calcula por medio de relaciones insumo producto. En otras palabras, el IMAI considera para su medición tanto el volumen de producción (en términos constantes) como el CI. Cabe destacar que la rama más relevante del sector EAG es la de generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica (85.3% del VAB del sector en promedio de 2003 a 2022), por lo que centraremos el análisis en dichas actividades. Evolución de la producción. Para medir la producción del sector eléctrico nacional INEGI utiliza los registros administrativos correspondientes al sector. A continuación, se realiza una comparación entre los datos anuales de la Secretaría de Energía (SE y de las Cuentas Nacionales (CN). Como se aprecia en la Gráfica 2, considerando únicamente la generación de energía bruta de la SE2, su trayectoria es muy similar a la del VBP de las Cuentas Nacionales (CN). Más aún, en 2021, el VBP cae 0.3% anual, y la generación de energía bruta lo hace en 0.2% anual, por lo que podemos concluir que, en dicho año, la variación de la producción, en términos reales, del sector eléctrico fue prácticamente nula.

El consumo intermedio. De acuerdo con el Cuadro de Utilización 2018, los principales insumos para la rama de generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica son los productos derivados del petróleo y del carbón (73.4%) y el carbón mineral (8.9%). Por su parte, la SE reporta el consumo de combustibles para la generación de electricidad (combustóleo, diésel, gas natural y carbón). Al analizar la Gráfica 3, queda claro que, en 2021, el aumento del CI (en términos reales) estuvo relacionado con un mayor uso de gas natural y, en menor medida, de diésel3 y combustóleo. En ese sentido, el comportamiento del IMAI del sector EAG se vio afectado por una recomposición en los insumos utilizados para la generación de electricidad, que generaron un incremento considerable del CI (43.4%), lo que a su vez provocó que disminuyera el VAB, pues el VBP se mantuvo relativamente estable (Gráfica 4).

A partir de 2018, el Gas Natural se ha convertido en el combustible (fósil) más importante para producir electricidad. Previamente era el segundo en importancia (36.3%), por detrás del combustóleo (37.7%), pero para 2022 representó el 86.6% del consumo total de combustibles (Gráfica 5). Esto contrasta con la tendencia descendente que exhibe el consumo nacional aparente desde 2017 (Gráfica 6). Sin embargo, esta recomposición de los insumos es consistente con las tecnologías de producción, ya que las plantas de ciclo combinado representaron el 61.1% de la generación total en 2022, mientras que en 2002 apenas contribuían con el 22.0%. Todo ello, a costa, principalmente, de las termoeléctricas de vapor (Gráfica 7).

Además de este cambio que afecta al VAB (y no a la producción) hay retos adicionales por delante. De acuerdo con la SE, la generación de electricidad alcanzó su máximo histórico en 2016 (263 billones de MW-h) y, para 2022 aún se encontraba 10% por debajo de dicho nivel. Para las CN, el valor máximo del VBP (en términos reales) de la rama de generación, transmisión, distribución y comercialización de energía eléctrica se alcanzó en 2019, y en 2022 el VBP aún se encontraba 4% por debajo de dicho nivel (Gráfica 8). Sin embargo, de acuerdo con el IMAI de EAG, en diciembre de 2023, el VAB se encontraba 28% por debajo del máximo histórico de julio de 2018. Si bien la mayor parte del impacto se debe al consumo intermedio, originado por la recomposición de insumos, la realidad es que la producción de energía eléctrica no ha podido recuperar sus niveles prepandemia.

En ese sentido, la inversión para la generación de energía eléctrica se torna cada vez más necesaria, no sólo para asegurar el abasto consistente de esta para los hogares y las empresas, sino también para maximizar las oportunidades que las tendencias de relocalización le brindan al país. Para que el nearshoring se convierta en una fuerza transformadora de la economía nacional, es necesario comenzar a discutir en la agenda pública los planes para desarrollar a la industria eléctrica nacional.

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