Ciudad
de México, 16 de octubre de 2017
Muy
buenos días.
Carlos
Rojo nos invitaba a hacer un ejercicio de imaginación, quería que nos fuéramos
atrás unos años y que recordáramos, no solamente en qué México vivíamos, sino
qué instituciones teníamos. Hoy es ocasión propicia para rendir un saludo a dos
de ellas.
Si
nos fuéramos para atrás, hace 25 años, no había Grupo Financiero Interacciones,
hoy es el octavo grupo financiero más importante del país, el que más activo
está en el financiamiento de los estados y municipios, uno de los actores más
relevantes en materia de infraestructura.
Cualquiera
que recorre hoy la infraestructura de nuestro país es probable que lo esté
haciendo sobre la base de un crédito que dio Interacciones.
Me
siento muy orgulloso de que hoy me inviten y que estos 25 años hayan permitido
ver un actor con ese dinamismo, con esa relevancia. Y felicito a Carlos Rojo y
a Carlos Hank por el impulso que le han dado a nuestro sistema financiero y, a
través de él, a muchos proyectos muy relevantes, muchas gracias.
Si
yo me regreso 25 años y recuerdo dónde estaba, estaba haciendo un trabajo de
golondrino en El Financiero en el verano, ahí me invitaron a trabajar poco
menos de dos meses para poder entender cuál era la práctica de información de
un medio tan relevante como el de entonces.
Mi
papá escribía una columna en El Financiero que se llamaba “El segundo tendido”,
y de 25 años para acá han cambiado muchas cosas, mi papá ya no escribe en el
periódico y a mí ya no me invitan a trabajar ahí en el verano. El Financiero se
ha convertido en una plataforma verdaderamente extraordinaria, en frontera en
términos de qué comunica, de cómo lo comunica y de con qué equipo talentoso lo
hace, hoy reconozco a ustedes y a su director general, a Manuel Arroyo, y les
felicito por toda esa profunda transformación.
Hoy
tienen una banca más profunda que la que tiene la Secretaría de Hacienda en
materia de talento en sus filas.
El
motivo que hoy convoca, la fortaleza de las instituciones, es especialmente
atinado. Yo en días pasados el venido hablando sobre la importancia de la
generación de consensos, sobre la importancia del diálogo y la importancia de
los acuerdos. Y justamente son importantes porque nos permiten construir
instituciones, y esas instituciones determinan cuál va siendo la evolución que
tiene el país.
Podríamos
hablar de las muchas dificultades que hemos enfrentado estos últimos años, tres
en particular, y me voy a concentrar en una: la caída en el precio y la
plataforma petrolera; el difícil entorno internacional que hemos tenido por sí
mismo; y el cambio en el entorno geopolítico que enfrentamos, notablemente en
la definición de la relación con Estados Unidos. Pero cuando vemos cada uno de
esos retos, la forma de enfrentarlo pasa por las instituciones que tenemos. El
México de hoy se define por esas instituciones y se define, en consecuencia,
por esa construcción de consensos.
Si
vemos un poco lo que ha venido pasando en el caso del sector energético, un
sector en el que México es líder, un sector en donde está Petróleos Mexicanos,
la empresa más importante no solamente de México, sino de toda América Latina.
Pero es un sector que ha enfrentado, sin duda, un entorno difícil, es un sector
en donde hemos visto cómo la plataforma disminuye de casi 3.4 millones de
barriles de petróleo diario a menos de 2 este año, la primera vez desde 1980
que tenemos una producción de menos de 2 millones de barriles de petróleo
diario.
Y
pensaríamos que atrás de esta gráfica hay solamente geología y no
instituciones, pero esa conclusión sería equivocada, ciertamente hay geología.
México es el país del mundo que más plataformas tiene en aguas someras, somos
probablemente el que mejor las conoce, tecnológicamente de los más
sofisticados.
Y
en esa historia que vemos de 3.3 a menos de 2, se esconde una historia de
éxito. Cuando México producía 3.3, Cantarell, el segundo yacimiento más
importante del mundo, producía 2.2. Este año Cantarell va a producir 200 mil
barriles de petróleo, esto es 90 por ciento menos de lo que producíamos hace
apenas 12 o 13 años.
Pero
eso quiere decir que en lo que hoy estamos produciendo hay 700 mil barriles de
petróleo que no son de Cantarell y que los hemos incorporado a la plataforma en
los últimos 12 o 13 años. 700 mil barriles de petróleo es más o menos lo que
produce Colombia en un año, es una cantidad importante y es un logro relevante
de nuestra empresa petrolera.
Pero
así como aguas someras, México tiene petróleo en aguas profundas, tiene
petróleo en Chicontepec, tiene petróleo en pozos maduros, tiene petróleos de
esquistos. Cada uno de estos espacios ofrece una geología más complicada que la
anterior y, por lo tanto, le implica a Petróleos Mexicanos un reto mucho más
relevante.
Atrás,
entonces, de la caída está la geología, pero atrás del repunte que esperamos
tener a partir del año que entra, están las instituciones, instituciones que
fuimos consensando y modificando. La geología no es distinta, la forma como
construimos nuestro sector energético sí y los consensos que hemos alcanzado
para modificarlo, las instituciones que hemos fortalecido son muchas.
En
un recuento sonoro, el destino de nuestro sector energético hoy pasa
ciertamente por la redefinición del papel que tiene SENER, una institución que
hoy juega un papel distinto, renovado, diferente, con un cúmulo de facultades
mayores a las que tenía cuando yo era secretario de Energía.
PEMEX
se transformó de una empresa pública a una empresa productiva del Estado, eso
implicó consensos a nivel constitucional y nos da una institución en petróleos
mexicanos que, al amparo de estos nuevos instrumentos y de esta redefinición,
hoy puede buscar capital, puede buscar socios, puede buscar tecnología para
hacerle frente a ese reto tecnológico.
Reto
tecnológico ha implicado una profunda transformación, no sólo de PEMEX sino de
su entorno, que lo ha visto convertirse en múltiples empresas, en cada una de
ellas líder en México, en Latinoamérica y en el mundo.
Si
vemos lo que hace en exploración y producción, está entre las primeras ocho
petroleras del mundo; si vemos lo que hace en comercialización o logística,
sigue estando entre las primeras diez; si vemos lo que hace en materia de
transportación, sigue estando entre las primeras diez. Pero hoy cada una de
ella implica por sí misma implica una institución diferente, que nos hemos
esmerado en fortalecer.
Lo
mismo es cierto por cuanto al renovado papel que juega la CREE o la Comisión
Nacional de Hidrocarburos. Esto es, la transformación del sector energético
pasa por la transformación de sus instituciones; en ausencia de esas
transformaciones, la geología hubiera sido destino. En su presencia y en su
fortalecimiento encontramos un rumbo claro para darle la vuelta a éste que ha
sido un reto que, sin duda, ha marcado a México en los últimos años.
No
solamente se nos cayó la plataforma petrolera, en últimos años la plataforma ha
venido cayendo de manera consecutiva ya por 15. Tuvimos muy buen precio, y ese
buen precio ayudó a que enfrentáramos la caída en la plataforma sin que esto se
tradujera en un reto fundamental para las finanzas públicas.
De
lo que hemos visto ahorita es, no solamente una caída en la plataforma, sino
una caída en el precio. Esta gráfica es una gráfica que genera pesadillas
frente a cualquier secretario de Hacienda. Cuando los secretarios de Hacienda
tenemos pesadillas no pensamos en viernes 13, pensamos en una gráfica como
éstas en donde se nos desploma el precio de uno de los elementos fundamentales
en nuestras finanzas públicas: el precio del petróleo.
Y
atrás de este entorno de precio del petróleo también hay instituciones, algunas
en las que participamos y otras en las que no. Está, por ejemplo, el arreglo
institucional que se alcanza en la OPEP y con frecuencia le damos seguimiento
al diálogo que ahí se da, sin ser miembros pero sí participantes.
El
reto de construir instituciones que nos permitan pronosticar, con mayor cuidado
y con mejores elementos, cómo evoluciona la oferta y la demanda del petróleo,
cuánto pensamos que van a producir los demás países y cómo sentimos, en función
del crecimiento y la tecnología, que va a cambiar la demanda.
Y
todos los días nos levantamos viendo cuál es el entorno geopolítico alrededor
del mercado del petróleo y nos preocupa, en consecuencia, cada vez que vemos
tensiones, o cuando dejamos de verlas porque eso impacta, sobre todo en la
oferta y demanda y va moviendo el precio.
Pero
atrás de cómo reaccionamos frente a esa caída del precio del petróleo, también
están las instituciones. En México, hoy despolitizamos el debate de cuál es el
precio del petróleo. No tendría que pasar mucho tiempo, ahora que estamos a
unos días que se apruebe la Ley de Ingresos en la Cámara de Diputados, en donde
el debate alrededor de cuál debía de ser el precio, consumía las jornadas en el
Congreso.
Hoy
tenemos en nuestra ley una institución que permite objetivizar ese análisis y
que el precio se actualice con cargo a variables objetivas.
Pero
vemos instituciones que no se desprenden de ley, sino de la práctica cotidiana,
por ejemplo, de buscar cubrir el precio del petróleo. Cobertura que nos ha
permitido, frente a ese desplome, tener posibilidades de darle soporte al
Paquete Económico sin tener que hacer ajustes.
Tenemos
un Fondo de Estabilidad de Ingresos Petroleros, que implicó un consenso en sus
niveles, en la forma en cómo se acumula y en la forma en la que se utiliza a
nivel, incluso, constitucional. Esa es una fortaleza institucional que permite
dar certeza frente a un cambio que no controlamos.
Tenemos
un Fondo Mexicano del Petróleo y tenemos un consenso constitucional respecto de
cómo debemos de acumularlo y cuándo podemos utilizarlo. Y tenemos un marco que
nos ha permitido protegernos, y a nuestras finanzas públicas, en la forma como
hoy normamos, como hoy regulamos y, de hecho, como hoy flexibilizamos el precio
de gasolina que hemos venido liberando.
Esto
es, atrás de la plataforma petrolera y atrás de la formación del precio, y la
respuesta que tengamos frente a él, hay también instituciones que hemos venido
fortaleciendo, hay entornos y decisiones que hemos venido despolitizando. Y en
esas instituciones hoy radica la confianza que se tiene en que México, frente
al cambio de este entorno, va a reaccionar de manera correcta.
Otro
elemento institucional que nos da fortaleza y credibilidad, cuando empezó la
administración en el 2013, México, los países emergentes del G20 y los países
latinoamericanos, teníamos una situación de relativo imbalance fiscal. Todos
nos estábamos endeudando, incluso, para pagar los intereses de las deudas que
en promedio habíamos venido acumulando y todos habíamos comprometido una
trayectoria de consolidación fiscal.
En
los países del G20 habían dicho: “Yo, de una situación prácticamente de
balance, voy a ir ganando espacio fiscal y voy a ir generando un superávit”.
América Latina comprometió en el 2013 prácticamente lo mismo y México señalaba
que iba a acompañar con un estímulo a su economía, pero que al final de la
administración tendría una situación en donde habría recuperado su balance
fiscal y tendría un superávit primario.
Y
podemos ver cómo ha evolucionado México y cómo han evolucionado esos dos
bloques de países, para ver si en ellos se puede fincar credibilidad y
fortaleza institucional. Ahí se ve cómo al final de la administración México
cumplió con la trayectoria que propuso, este año tendremos un superávit
primario y cerraremos la administración con un superávit aún mayor.
Y
eso contrasta con lo que vemos en los países emergentes del G20 y con los
países de América Latina que han visto cómo su espacio fiscal se deteriora.
México, visto así, es de los países que está recuperando primero espacio
fiscal, lo que nos da fortaleza al cierre de la administración y hacia
adelante.
Y
eso tiene un espejo en nuestra situación de deuda. De nuevo, podemos ver la
deuda como porcentaje del PIB, verla en el 2013 y ver qué trayectoria se había
comprometido. En términos generales, América Latina había comprometido que se
mantendría estable; México había comprometido también que alcanzaríamos
estabilidad hacia el final de la administración; y los países emergentes del
G20 habían comprometido una trayectoria de consolidación fiscal decreciente.
Ahí
hay que recordar que todos veníamos de enfrentar la crisis del 2009 y todos, en
consecuencia, de ampliar nuestra deuda como porcentaje del PIB, resultado de
implementar políticas contra cíclicas. Y de nuevo podemos ver si cumplimos o no
nuestra palabra. Ahí se ve cómo la deuda como porcentaje del PIB de los
emergentes y de Latinoamérica no sólo no tuvo una trayectoria decreciente, sino
que se ha venido incrementando y se espera lo siga haciendo.
Mientras
que México incrementó su deuda como porcentaje del PIB como resultado de una
visión consciente de acompañar las reformas estructurales y la Reforma Fiscal,
pero como resultado también, o más bien lo que vemos hacia el final, es lo que
habíamos comprometido.
Después
de ese estímulo vendría la consolidación y hoy México este año tendrá, por
primera vez en muchos, una caída en su deuda como porcentaje del PIB y lo
ubicarán en una trayectoria decreciente. Hoy los mercados esperan que los
siguientes cinco años lo que México deba como porcentaje del PIB sea menor que
hoy y siga esperando el cambio que lo que América Latina y los países del G20
deban como porcentaje del PIB se vaya incrementando.
Atrás
de esto hay fortaleza institucional, atrás de esta trayectoria hay confianza,
pero confianza que descansa, no en las decisiones que de manera individual
tomemos, sino en la fortaleza institucional que nos ha venido conduciendo y que
nos ha venido permitiendo cumplir con lo que en materia de finanzas públicas
hemos venido prometiendo: una Ley Federal de Responsabilidad Hacendaria; un
trabajo de consenso en el Congreso, vinculado al amparo de esa Ley; un
Instituto de Finanzas Públicas; y un instituto Belisario Domínguez que auxilia
el trabajo legislativo.
Y
una situación de deuda que es probablemente la más observada en el mundo,
ciertamente una de nuestras fortalezas es la profundidad de la deuda mexicana
en los mercados. A México lo califican las tres calificadoras grandes, lo
califica la calificadora mexicana, pero nos califican todos los países en los
que emitimos y probablemente seamos el país emergente que tiene acceso a más
mercados.
Emitimos
en Europa, en Japón, en Canadá, emitimos en prácticamente todos los mercados y
a todos los plazos, y eso quiere decir que institucionalmente se nos revisa
diario, se nos pasa la báscula todos los días y se encuentra que tenemos
capacidad de generar confianza. Y eso se ratifica en la forma como hoy nos ven
las calificadoras, la mejor que hemos tenido en nuestra historia, con una
perspectiva que se ha venido estabilizando.
Pero
no solamente en nuestra fortaleza institucional descansan mercados y
calificadoras, nos sujetamos al escrutinio del Fondo Monetario Institucional,
al amparo de la Línea de Crédito Flexible; nos revisa la OCDE, institución en
la que también participamos; y tenemos y presentamos criterios de política
económica que permiten darle seguimiento a esa trayectoria y a la visión que
tenemos de cómo va a evolucionar respecto del tiempo.
Probablemente,
en este recorrido de 20 años, una de las instituciones que más credibilidad nos
da es el Banco de México, fundamental en el proceso de formación de precios. Y
una de las instituciones hoy más vigentes, o uno de los valores institucionales
mejores que tiene México, es la estabilidad que se tiene en el proceso de
formación de precios.
No
tenemos que regresarnos los 20 o 25 años a los que nos convocaba Carlos Rojas,
con que nos regresáramos 17, México no se reencuentra con la estabilidad de
precios, sino a partir del año 2000.
La
primera administración que tiene en porcentaje una inflación por debajo de un
dígito promedio durante una administración en la época económica moderna, es
con el presidente Fox. 4.78 en promedio; con el presidente Calderón 4.35 en
promedio; y con el presidente Peña, incluyendo este año y lo que los mercados
esperan sea la inflación el que entra, tenemos una inflación muy probablemente
por abajo del 4 por ciento en promedio para la administración completa, por
primera vez, de nuevo, en nuestra historia reciente.
Pero
la prueba más clara de esa fortaleza institucional se da cuando preguntamos a
los analistas, no cuál esperan que sea la inflación de mañana o de este mes,
ahí hay gran volatilidad, depende de qué pase con el jitomate o la papa,
depende de qué pase con el precio de la gasolina o de los energéticos, pero la
prueba de que esta estabilidad es robusta es cuando preguntamos qué piensan va
a pasar con la inflación en los siguientes cinco a ocho años.
Y
lo que ahí esperaríamos, es que esas expectativas de inflación estuvieran bien
ancladas. Y esperaríamos, en consecuencia, que cuando preguntáramos en el 2008
la respuesta sea la misma que cuando preguntamos en el 2017.
Y
ahí tenemos graficada cuál es esa respuesta. Y se ve en esa gráfica que la
respuesta es la misma: que las expectativas de inflación están bien ancladas,
que la gente piensa que, con independencia de lo que pase mañana, en la
siguiente quincena o en el siguiente mes, el proceso de formación de precios en
México se conduce de manera institucional y al amparo de una institución tan
importante como lo es el Banco de México, que tengamos una inflación y un
proceso de formación de precios estable.
Sí
hemos tenido un contexto de crecimiento apretado, sí hemos tenido un entorno
que nos ha llevado a apretar finanzas públicas y aplicar política monetaria, lo
que hubiéramos esperado, porque estos choques los tuvo México y los tuvo todo
el mundo, los tuvo en particular América Latina, y América Latina en particular
el año pasado creció 0.1 por ciento, Brasil enfrenta la peor crisis de una generación.
Y
los choques son los mismos, cayó el precio del petróleo, cayó el precio de las
materias primas, pero cayó para México y cayó para Brasil, cayó en general para
los países de la región. Y hoy México,
sin embargo, está creciendo literalmente 20 veces más que lo que América Latina
en promedio con el año pasado. La diferencia fundamental es en nuestras
instituciones y, sobre todo, en la forma como las hemos venido cambiando.
Hemos
visto en las primeras gráficas una gran volatilidad y si hubiéramos graficado
el crecimiento del mundo, si hubiéramos graficado el precio del petróleo, si
hubiéramos graficado el tipo de cambio, hubiéramos visto enormes volatilidades.
Y frente a esas enormes volatilidades llaman la atención dos gráficas, la
estabilidad que hemos tenido en precio y la estabilidad que hemos tenido en
crecimiento.
Ahí
se ve en lo rojo lo que ha venido pasando con el PIB petrolero y cómo nos ha
venido costando el crecimiento, se ve en lo gris cuánto estaríamos creciendo
sin petróleo.
Y
esa gráfica gris es una gráfica relevante porque el petróleo no está
distribuido uniformemente en el país. Eso quiere decir que el grueso de la
caída, en lo rojo, se ve en Campeche y se ve en Tabasco. Y en Campeche y en
Tabasco necesitamos una política pública distinta, porque ahí se recarga la
mayor parte de la caída en el PIB petrolero. Pero el resto del país lo que está
viendo es ese 3.8, y en algunos casos está viendo un crecimiento superior.
Aún
con petróleo, es la gráfica verde la que no acredita la gestión que tenemos hoy
en México; 30 trimestres, decía Carlos Rojo, de crecimiento positivo, 30 por
ciento más grande es México hoy, que lo que era hace apenas seis años.
Para
ponerlo en perspectiva, si yo fuera 30 por ciento más alto, sería del vuelo de
Carlos Hank o de Juan Gallardo. Es un chorro 30 por ciento.
Este
crecimiento no solamente ha sido un crecimiento positivo y estable, sino que es
hoy un crecimiento más balanceado y eso es importante. México tendía a ser un país
de una sola historia, cuando veíamos el México de los 80´s éramos un país del
que se hablaba por la energía, cuando veíamos el México de los 90´s éramos un
país del que se hablaba por nuestra capacidad exportadora. Hoy somos un país
que tiene cada vez más fuentes de crecimiento y que, por lo tanto, su
crecimiento es más balanceado.
A
principios de la administración crecían las exportaciones y crecían las ventas
al menudeo. Hacia mediados de la administración vemos cómo se desploma el
mercado internacional y, en consecuencia, nuestras exportaciones. Y vimos cómo
el crecimiento se soportaba en un mercado interno cada vez más robusto.
Hacia
final de la administración, hoy vemos un espacio más balanceado, ciertamente
una desaceleración en lo interno a pesar de lo cual estamos mejor que cuando
empezamos la administración, y un repunte en lo externo.
Hoy
uno y otro motores nos dan crecimiento, y dentro de cada motor vemos fuente de
crecimiento en el turismo, en el sector agropecuario, en las manufacturas, prácticamente
en todos los sectores, menos en la energía.
Y
ese crecimiento que es más balanceado y que es un crecimiento sostenible y
robusto, al mismo tiempo ha sido un crecimiento incluyente.
Si
hacemos ese ejercicio de los últimos años y vemos cómo ha cambiado el país en
términos de generar inclusión. En 1990 teníamos 10 millones de trabajadores
formales. Hoy apenas 30 años que, para efectos de la historia de este país es
ayer, el número de empleos formales prácticamente se duplicó.
Y
de los que se han creado en este siglo, la mitad se han creado en estos últimos
cuatro años. 3 millones de empleos formales en sectores de alta productividad,
con un gran dinamismo ya en la incorporación de la mujer a este mercado formal,
acompañado de la seguridad social, que implica no solamente protección sino
capacidad de ahorro para el retiro.
Y
prácticamente la métrica que hoy escojamos acredita dos cosas: primero, que nos
falta mucho y que siguen habiendo hoy mexicanos en una situación de pobreza
inaceptable; pero, segundo, que hemos recorrido un camino bien importante, que
hoy son menos los mexicanos que se ubican en rezago educativo, hoy son más los
mexicanos que tienen acceso a médico, doctor o medicina, son más los mexicanos
a los que les llega agua potable a su vivienda, que tienen acceso a drenaje,
piso firme o a electricidad.
A
este país le falta mucho por caminar, y es mucho también lo que ha recorrido en
materia de inclusión.
¿Por
qué hemos crecido? ¿Qué explica este entorno que frente a la complicación nos
permite esa estabilidad en el crecimiento? No se entiende el México de hoy sin
los cambios que hemos hecho en nuestras instituciones y la forma como las hemos
fortalecido
No
se entiende el México de hoy sin la Reforma Energética, Reforma al amparo de la
cual tenemos ya comprometidos más de 80 mil millones de dólares de inversión
para la siguiente década y esperamos 20 mil más antes de que termine la
administración.
No
se entiende el México de hoy sin la Reforma Educativa, que tiene futuro pero
también presente. Un futuro que nos asegura que sean los mejores maestros los
que estén frente a nuestros hijos en la aulas, pero un presente que nos permite
que el 80 por ciento de quienes hoy están en un instituto de educación
superior, sean los primeros en su familia en haber alcanzado ese grado.
Un
presente que hoy nos permite acompañar el esfuerzo educativo, en donde tres de
cada diez tienen una beca de manutención y en donde lo que hemos invertido en
infraestructura educativa es lo más alto en nuestra historia.
No
se entiende el México de hoy sin la Reforma Laboral, sin una institución hoy
más flexible, que permite mejor incorporación de jóvenes y de mujeres. Estos 3
millones de empleos formales se apalancan, en buena medida, en una Reforma
Laboral que nos dio flexibilidad, al tiempo que cambiamos la estructura de los
demás sectores.
No
se entiende el México de hoy y su estabilidad en finanzas públicas, sin la
Reforma Fiscal, con dos modificaciones importantes: la Reforma Fiscal en sí
misma y el proceso de digitalización que ha venido teniendo la economía
mexicana.
Un
proceso de digitalización que hoy permite que el SAT pre llene las
declaraciones de los contribuyentes, y que el SAT, a las pequeñas y medianas
empresas, no sólo les pre llene la declaración sino que les elabore su
contabilidad.
No
se entiende el México de hoy sin la Reforma Financiera, una Reforma que
permite, como aquí se ha dicho de manera elocuente, que tengamos más crédito
puesto en manos de empresas y de viviendas, y que éste llegue en condiciones
más atractivas. Todos los casos a menores tasas que a principio de la
administración, aún enfrente del crecimiento que han tenido las tasas del Banco
de México.
No
se entiende tampoco el México de hoy sin la Reforma en Telecomunicaciones, una
Reforma que permite hoy más actores, más competencia, mejores precios y más
acceso.
Y
no se entiende el México de hoy sin la reformas que estamos empezando a
construir, reformas que tomarán tiempo, instituciones cuyo cambio en
arquitectura es profundo; un Sistema Nacional Anticorrupción que hoy tiene el
apoyo presupuestal de casi 11 mil millones de pesos; un Sistema Nacional de
Transparencia que se ha venido extendiendo a todos los niveles de gobierno,
sindicatos y partidos; y un nuevo Sistema Penal que nos mueve a la oralidad y a
la transparencia, como ejes rectores.
Esas
instituciones tenemos que fortalecerlas en el tiempo, esas instituciones
empiezan a dar resultados. Esa modificación y esa fortaleza institucional
tenemos que cuidarla y tenemos que lograr que rindan mejores frutos. Pero ya se
sembraron esas semillas, ya se encuentra esa nueva arquitectura, de la que
esperamos y necesitamos mucho.
¿Qué
se puede esperar de nosotros hacia finales de la administración? Primero, que
sigamos manteniendo estabilidad y coherencia en nuestra política
macroeconómica; segundo, que sigamos impulsando inversión y empleo con las
reformas estructurales; y, tercero, que sigamos desde el ámbito hacendario
apoyando este esfuerzo de transparencia en todos los niveles, al que el
presidente Peña Nieto nos ha convocado.
Muchas
gracias y muy buenos días.
+++
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