lunes, 16 de octubre de 2017

Mensaje inicial del secretario de Hacienda y Crédito Público, José Antonio Meade Kuribreña, en el marco del foro “Impulsando a México. La Fortaleza de sus Instituciones”


Ciudad de México, 16 de octubre de 2017

Muy buenos días.

Carlos Rojo nos invitaba a hacer un ejercicio de imaginación, quería que nos fuéramos atrás unos años y que recordáramos, no solamente en qué México vivíamos, sino qué instituciones teníamos. Hoy es ocasión propicia para rendir un saludo a dos de ellas.

Si nos fuéramos para atrás, hace 25 años, no había Grupo Financiero Interacciones, hoy es el octavo grupo financiero más importante del país, el que más activo está en el financiamiento de los estados y municipios, uno de los actores más relevantes en materia de infraestructura.

Cualquiera que recorre hoy la infraestructura de nuestro país es probable que lo esté haciendo sobre la base de un crédito que dio Interacciones.

Me siento muy orgulloso de que hoy me inviten y que estos 25 años hayan permitido ver un actor con ese dinamismo, con esa relevancia. Y felicito a Carlos Rojo y a Carlos Hank por el impulso que le han dado a nuestro sistema financiero y, a través de él, a muchos proyectos muy relevantes, muchas gracias.

Si yo me regreso 25 años y recuerdo dónde estaba, estaba haciendo un trabajo de golondrino en El Financiero en el verano, ahí me invitaron a trabajar poco menos de dos meses para poder entender cuál era la práctica de información de un medio tan relevante como el de entonces.

Mi papá escribía una columna en El Financiero que se llamaba “El segundo tendido”, y de 25 años para acá han cambiado muchas cosas, mi papá ya no escribe en el periódico y a mí ya no me invitan a trabajar ahí en el verano. El Financiero se ha convertido en una plataforma verdaderamente extraordinaria, en frontera en términos de qué comunica, de cómo lo comunica y de con qué equipo talentoso lo hace, hoy reconozco a ustedes y a su director general, a Manuel Arroyo, y les felicito por toda esa profunda transformación.

Hoy tienen una banca más profunda que la que tiene la Secretaría de Hacienda en materia de talento en sus filas.

El motivo que hoy convoca, la fortaleza de las instituciones, es especialmente atinado. Yo en días pasados el venido hablando sobre la importancia de la generación de consensos, sobre la importancia del diálogo y la importancia de los acuerdos. Y justamente son importantes porque nos permiten construir instituciones, y esas instituciones determinan cuál va siendo la evolución que tiene el país.

Podríamos hablar de las muchas dificultades que hemos enfrentado estos últimos años, tres en particular, y me voy a concentrar en una: la caída en el precio y la plataforma petrolera; el difícil entorno internacional que hemos tenido por sí mismo; y el cambio en el entorno geopolítico que enfrentamos, notablemente en la definición de la relación con Estados Unidos. Pero cuando vemos cada uno de esos retos, la forma de enfrentarlo pasa por las instituciones que tenemos. El México de hoy se define por esas instituciones y se define, en consecuencia, por esa construcción de consensos.

Si vemos un poco lo que ha venido pasando en el caso del sector energético, un sector en el que México es líder, un sector en donde está Petróleos Mexicanos, la empresa más importante no solamente de México, sino de toda América Latina. Pero es un sector que ha enfrentado, sin duda, un entorno difícil, es un sector en donde hemos visto cómo la plataforma disminuye de casi 3.4 millones de barriles de petróleo diario a menos de 2 este año, la primera vez desde 1980 que tenemos una producción de menos de 2 millones de barriles de petróleo diario.

Y pensaríamos que atrás de esta gráfica hay solamente geología y no instituciones, pero esa conclusión sería equivocada, ciertamente hay geología. México es el país del mundo que más plataformas tiene en aguas someras, somos probablemente el que mejor las conoce, tecnológicamente de los más sofisticados.

Y en esa historia que vemos de 3.3 a menos de 2, se esconde una historia de éxito. Cuando México producía 3.3, Cantarell, el segundo yacimiento más importante del mundo, producía 2.2. Este año Cantarell va a producir 200 mil barriles de petróleo, esto es 90 por ciento menos de lo que producíamos hace apenas 12 o 13 años.

Pero eso quiere decir que en lo que hoy estamos produciendo hay 700 mil barriles de petróleo que no son de Cantarell y que los hemos incorporado a la plataforma en los últimos 12 o 13 años. 700 mil barriles de petróleo es más o menos lo que produce Colombia en un año, es una cantidad importante y es un logro relevante de nuestra empresa petrolera.

Pero así como aguas someras, México tiene petróleo en aguas profundas, tiene petróleo en Chicontepec, tiene petróleo en pozos maduros, tiene petróleos de esquistos. Cada uno de estos espacios ofrece una geología más complicada que la anterior y, por lo tanto, le implica a Petróleos Mexicanos un reto mucho más relevante.

Atrás, entonces, de la caída está la geología, pero atrás del repunte que esperamos tener a partir del año que entra, están las instituciones, instituciones que fuimos consensando y modificando. La geología no es distinta, la forma como construimos nuestro sector energético sí y los consensos que hemos alcanzado para modificarlo, las instituciones que hemos fortalecido son muchas.

En un recuento sonoro, el destino de nuestro sector energético hoy pasa ciertamente por la redefinición del papel que tiene SENER, una institución que hoy juega un papel distinto, renovado, diferente, con un cúmulo de facultades mayores a las que tenía cuando yo era secretario de Energía.

PEMEX se transformó de una empresa pública a una empresa productiva del Estado, eso implicó consensos a nivel constitucional y nos da una institución en petróleos mexicanos que, al amparo de estos nuevos instrumentos y de esta redefinición, hoy puede buscar capital, puede buscar socios, puede buscar tecnología para hacerle frente a ese reto tecnológico.

Reto tecnológico ha implicado una profunda transformación, no sólo de PEMEX sino de su entorno, que lo ha visto convertirse en múltiples empresas, en cada una de ellas líder en México, en Latinoamérica y en el mundo.

Si vemos lo que hace en exploración y producción, está entre las primeras ocho petroleras del mundo; si vemos lo que hace en comercialización o logística, sigue estando entre las primeras diez; si vemos lo que hace en materia de transportación, sigue estando entre las primeras diez. Pero hoy cada una de ella implica por sí misma implica una institución diferente, que nos hemos esmerado en fortalecer.

Lo mismo es cierto por cuanto al renovado papel que juega la CREE o la Comisión Nacional de Hidrocarburos. Esto es, la transformación del sector energético pasa por la transformación de sus instituciones; en ausencia de esas transformaciones, la geología hubiera sido destino. En su presencia y en su fortalecimiento encontramos un rumbo claro para darle la vuelta a éste que ha sido un reto que, sin duda, ha marcado a México en los últimos años.

No solamente se nos cayó la plataforma petrolera, en últimos años la plataforma ha venido cayendo de manera consecutiva ya por 15. Tuvimos muy buen precio, y ese buen precio ayudó a que enfrentáramos la caída en la plataforma sin que esto se tradujera en un reto fundamental para las finanzas públicas.

De lo que hemos visto ahorita es, no solamente una caída en la plataforma, sino una caída en el precio. Esta gráfica es una gráfica que genera pesadillas frente a cualquier secretario de Hacienda. Cuando los secretarios de Hacienda tenemos pesadillas no pensamos en viernes 13, pensamos en una gráfica como éstas en donde se nos desploma el precio de uno de los elementos fundamentales en nuestras finanzas públicas: el precio del petróleo.

Y atrás de este entorno de precio del petróleo también hay instituciones, algunas en las que participamos y otras en las que no. Está, por ejemplo, el arreglo institucional que se alcanza en la OPEP y con frecuencia le damos seguimiento al diálogo que ahí se da, sin ser miembros pero sí participantes.

El reto de construir instituciones que nos permitan pronosticar, con mayor cuidado y con mejores elementos, cómo evoluciona la oferta y la demanda del petróleo, cuánto pensamos que van a producir los demás países y cómo sentimos, en función del crecimiento y la tecnología, que va a cambiar la demanda.

Y todos los días nos levantamos viendo cuál es el entorno geopolítico alrededor del mercado del petróleo y nos preocupa, en consecuencia, cada vez que vemos tensiones, o cuando dejamos de verlas porque eso impacta, sobre todo en la oferta y demanda y va moviendo el precio.

Pero atrás de cómo reaccionamos frente a esa caída del precio del petróleo, también están las instituciones. En México, hoy despolitizamos el debate de cuál es el precio del petróleo. No tendría que pasar mucho tiempo, ahora que estamos a unos días que se apruebe la Ley de Ingresos en la Cámara de Diputados, en donde el debate alrededor de cuál debía de ser el precio, consumía las jornadas en el Congreso.

Hoy tenemos en nuestra ley una institución que permite objetivizar ese análisis y que el precio se actualice con cargo a variables objetivas.

Pero vemos instituciones que no se desprenden de ley, sino de la práctica cotidiana, por ejemplo, de buscar cubrir el precio del petróleo. Cobertura que nos ha permitido, frente a ese desplome, tener posibilidades de darle soporte al Paquete Económico sin tener que hacer ajustes.

Tenemos un Fondo de Estabilidad de Ingresos Petroleros, que implicó un consenso en sus niveles, en la forma en cómo se acumula y en la forma en la que se utiliza a nivel, incluso, constitucional. Esa es una fortaleza institucional que permite dar certeza frente a un cambio que no controlamos.

Tenemos un Fondo Mexicano del Petróleo y tenemos un consenso constitucional respecto de cómo debemos de acumularlo y cuándo podemos utilizarlo. Y tenemos un marco que nos ha permitido protegernos, y a nuestras finanzas públicas, en la forma como hoy normamos, como hoy regulamos y, de hecho, como hoy flexibilizamos el precio de gasolina que hemos venido liberando.

Esto es, atrás de la plataforma petrolera y atrás de la formación del precio, y la respuesta que tengamos frente a él, hay también instituciones que hemos venido fortaleciendo, hay entornos y decisiones que hemos venido despolitizando. Y en esas instituciones hoy radica la confianza que se tiene en que México, frente al cambio de este entorno, va a reaccionar de manera correcta.

Otro elemento institucional que nos da fortaleza y credibilidad, cuando empezó la administración en el 2013, México, los países emergentes del G20 y los países latinoamericanos, teníamos una situación de relativo imbalance fiscal. Todos nos estábamos endeudando, incluso, para pagar los intereses de las deudas que en promedio habíamos venido acumulando y todos habíamos comprometido una trayectoria de consolidación fiscal.

En los países del G20 habían dicho: “Yo, de una situación prácticamente de balance, voy a ir ganando espacio fiscal y voy a ir generando un superávit”. América Latina comprometió en el 2013 prácticamente lo mismo y México señalaba que iba a acompañar con un estímulo a su economía, pero que al final de la administración tendría una situación en donde habría recuperado su balance fiscal y tendría un superávit primario.

Y podemos ver cómo ha evolucionado México y cómo han evolucionado esos dos bloques de países, para ver si en ellos se puede fincar credibilidad y fortaleza institucional. Ahí se ve cómo al final de la administración México cumplió con la trayectoria que propuso, este año tendremos un superávit primario y cerraremos la administración con un superávit aún mayor.

Y eso contrasta con lo que vemos en los países emergentes del G20 y con los países de América Latina que han visto cómo su espacio fiscal se deteriora. México, visto así, es de los países que está recuperando primero espacio fiscal, lo que nos da fortaleza al cierre de la administración y hacia adelante.

Y eso tiene un espejo en nuestra situación de deuda. De nuevo, podemos ver la deuda como porcentaje del PIB, verla en el 2013 y ver qué trayectoria se había comprometido. En términos generales, América Latina había comprometido que se mantendría estable; México había comprometido también que alcanzaríamos estabilidad hacia el final de la administración; y los países emergentes del G20 habían comprometido una trayectoria de consolidación fiscal decreciente.

Ahí hay que recordar que todos veníamos de enfrentar la crisis del 2009 y todos, en consecuencia, de ampliar nuestra deuda como porcentaje del PIB, resultado de implementar políticas contra cíclicas. Y de nuevo podemos ver si cumplimos o no nuestra palabra. Ahí se ve cómo la deuda como porcentaje del PIB de los emergentes y de Latinoamérica no sólo no tuvo una trayectoria decreciente, sino que se ha venido incrementando y se espera lo siga haciendo.

Mientras que México incrementó su deuda como porcentaje del PIB como resultado de una visión consciente de acompañar las reformas estructurales y la Reforma Fiscal, pero como resultado también, o más bien lo que vemos hacia el final, es lo que habíamos comprometido.

Después de ese estímulo vendría la consolidación y hoy México este año tendrá, por primera vez en muchos, una caída en su deuda como porcentaje del PIB y lo ubicarán en una trayectoria decreciente. Hoy los mercados esperan que los siguientes cinco años lo que México deba como porcentaje del PIB sea menor que hoy y siga esperando el cambio que lo que América Latina y los países del G20 deban como porcentaje del PIB se vaya incrementando.

Atrás de esto hay fortaleza institucional, atrás de esta trayectoria hay confianza, pero confianza que descansa, no en las decisiones que de manera individual tomemos, sino en la fortaleza institucional que nos ha venido conduciendo y que nos ha venido permitiendo cumplir con lo que en materia de finanzas públicas hemos venido prometiendo: una Ley Federal de Responsabilidad Hacendaria; un trabajo de consenso en el Congreso, vinculado al amparo de esa Ley; un Instituto de Finanzas Públicas; y un instituto Belisario Domínguez que auxilia el trabajo legislativo.

Y una situación de deuda que es probablemente la más observada en el mundo, ciertamente una de nuestras fortalezas es la profundidad de la deuda mexicana en los mercados. A México lo califican las tres calificadoras grandes, lo califica la calificadora mexicana, pero nos califican todos los países en los que emitimos y probablemente seamos el país emergente que tiene acceso a más mercados.

Emitimos en Europa, en Japón, en Canadá, emitimos en prácticamente todos los mercados y a todos los plazos, y eso quiere decir que institucionalmente se nos revisa diario, se nos pasa la báscula todos los días y se encuentra que tenemos capacidad de generar confianza. Y eso se ratifica en la forma como hoy nos ven las calificadoras, la mejor que hemos tenido en nuestra historia, con una perspectiva que se ha venido estabilizando.

Pero no solamente en nuestra fortaleza institucional descansan mercados y calificadoras, nos sujetamos al escrutinio del Fondo Monetario Institucional, al amparo de la Línea de Crédito Flexible; nos revisa la OCDE, institución en la que también participamos; y tenemos y presentamos criterios de política económica que permiten darle seguimiento a esa trayectoria y a la visión que tenemos de cómo va a evolucionar respecto del tiempo.

Probablemente, en este recorrido de 20 años, una de las instituciones que más credibilidad nos da es el Banco de México, fundamental en el proceso de formación de precios. Y una de las instituciones hoy más vigentes, o uno de los valores institucionales mejores que tiene México, es la estabilidad que se tiene en el proceso de formación de precios.

No tenemos que regresarnos los 20 o 25 años a los que nos convocaba Carlos Rojas, con que nos regresáramos 17, México no se reencuentra con la estabilidad de precios, sino a partir del año 2000.

La primera administración que tiene en porcentaje una inflación por debajo de un dígito promedio durante una administración en la época económica moderna, es con el presidente Fox. 4.78 en promedio; con el presidente Calderón 4.35 en promedio; y con el presidente Peña, incluyendo este año y lo que los mercados esperan sea la inflación el que entra, tenemos una inflación muy probablemente por abajo del 4 por ciento en promedio para la administración completa, por primera vez, de nuevo, en nuestra historia reciente.

Pero la prueba más clara de esa fortaleza institucional se da cuando preguntamos a los analistas, no cuál esperan que sea la inflación de mañana o de este mes, ahí hay gran volatilidad, depende de qué pase con el jitomate o la papa, depende de qué pase con el precio de la gasolina o de los energéticos, pero la prueba de que esta estabilidad es robusta es cuando preguntamos qué piensan va a pasar con la inflación en los siguientes cinco a ocho años.

Y lo que ahí esperaríamos, es que esas expectativas de inflación estuvieran bien ancladas. Y esperaríamos, en consecuencia, que cuando preguntáramos en el 2008 la respuesta sea la misma que cuando preguntamos en el 2017.

Y ahí tenemos graficada cuál es esa respuesta. Y se ve en esa gráfica que la respuesta es la misma: que las expectativas de inflación están bien ancladas, que la gente piensa que, con independencia de lo que pase mañana, en la siguiente quincena o en el siguiente mes, el proceso de formación de precios en México se conduce de manera institucional y al amparo de una institución tan importante como lo es el Banco de México, que tengamos una inflación y un proceso de formación de precios estable.

Sí hemos tenido un contexto de crecimiento apretado, sí hemos tenido un entorno que nos ha llevado a apretar finanzas públicas y aplicar política monetaria, lo que hubiéramos esperado, porque estos choques los tuvo México y los tuvo todo el mundo, los tuvo en particular América Latina, y América Latina en particular el año pasado creció 0.1 por ciento, Brasil enfrenta la  peor crisis de una generación.

Y los choques son los mismos, cayó el precio del petróleo, cayó el precio de las materias primas, pero cayó para México y cayó para Brasil, cayó en general para los países de la  región. Y hoy México, sin embargo, está creciendo literalmente 20 veces más que lo que América Latina en promedio con el año pasado. La diferencia fundamental es en nuestras instituciones y, sobre todo, en la forma como las hemos venido cambiando.

Hemos visto en las primeras gráficas una gran volatilidad y si hubiéramos graficado el crecimiento del mundo, si hubiéramos graficado el precio del petróleo, si hubiéramos graficado el tipo de cambio, hubiéramos visto enormes volatilidades. Y frente a esas enormes volatilidades llaman la atención dos gráficas, la estabilidad que hemos tenido en precio y la estabilidad que hemos tenido en crecimiento.

Ahí se ve en lo rojo lo que ha venido pasando con el PIB petrolero y cómo nos ha venido costando el crecimiento, se ve en lo gris cuánto estaríamos creciendo sin petróleo.

Y esa gráfica gris es una gráfica relevante porque el petróleo no está distribuido uniformemente en el país. Eso quiere decir que el grueso de la caída, en lo rojo, se ve en Campeche y se ve en Tabasco. Y en Campeche y en Tabasco necesitamos una política pública distinta, porque ahí se recarga la mayor parte de la caída en el PIB petrolero. Pero el resto del país lo que está viendo es ese 3.8, y en algunos casos está viendo un crecimiento superior.

Aún con petróleo, es la gráfica verde la que no acredita la gestión que tenemos hoy en México; 30 trimestres, decía Carlos Rojo, de crecimiento positivo, 30 por ciento más grande es México hoy, que lo que era hace apenas seis años.

Para ponerlo en perspectiva, si yo fuera 30 por ciento más alto, sería del vuelo de Carlos Hank o de Juan Gallardo. Es un chorro 30 por ciento.

Este crecimiento no solamente ha sido un crecimiento positivo y estable, sino que es hoy un crecimiento más balanceado y eso es importante. México tendía a ser un país de una sola historia, cuando veíamos el México de los 80´s éramos un país del que se hablaba por la energía, cuando veíamos el México de los 90´s éramos un país del que se hablaba por nuestra capacidad exportadora. Hoy somos un país que tiene cada vez más fuentes de crecimiento y que, por lo tanto, su crecimiento es más balanceado.

A principios de la administración crecían las exportaciones y crecían las ventas al menudeo. Hacia mediados de la administración vemos cómo se desploma el mercado internacional y, en consecuencia, nuestras exportaciones. Y vimos cómo el crecimiento se soportaba en un mercado interno cada vez más robusto.

Hacia final de la administración, hoy vemos un espacio más balanceado, ciertamente una desaceleración en lo interno a pesar de lo cual estamos mejor que cuando empezamos la administración, y un repunte en lo externo.

Hoy uno y otro motores nos dan crecimiento, y dentro de cada motor vemos fuente de crecimiento en el turismo, en el sector agropecuario, en las manufacturas, prácticamente en todos los sectores, menos en la energía.

Y ese crecimiento que es más balanceado y que es un crecimiento sostenible y robusto, al mismo tiempo ha sido un crecimiento incluyente.

Si hacemos ese ejercicio de los últimos años y vemos cómo ha cambiado el país en términos de generar inclusión. En 1990 teníamos 10 millones de trabajadores formales. Hoy apenas 30 años que, para efectos de la historia de este país es ayer, el número de empleos formales prácticamente se duplicó.

Y de los que se han creado en este siglo, la mitad se han creado en estos últimos cuatro años. 3 millones de empleos formales en sectores de alta productividad, con un gran dinamismo ya en la incorporación de la mujer a este mercado formal, acompañado de la seguridad social, que implica no solamente protección sino capacidad de ahorro para el retiro.

Y prácticamente la métrica que hoy escojamos acredita dos cosas: primero, que nos falta mucho y que siguen habiendo hoy mexicanos en una situación de pobreza inaceptable; pero, segundo, que hemos recorrido un camino bien importante, que hoy son menos los mexicanos que se ubican en rezago educativo, hoy son más los mexicanos que tienen acceso a médico, doctor o medicina, son más los mexicanos a los que les llega agua potable a su vivienda, que tienen acceso a drenaje, piso firme o a electricidad.

A este país le falta mucho por caminar, y es mucho también lo que ha recorrido en materia de inclusión.

¿Por qué hemos crecido? ¿Qué explica este entorno que frente a la complicación nos permite esa estabilidad en el crecimiento? No se entiende el México de hoy sin los cambios que hemos hecho en nuestras instituciones y la forma como las hemos fortalecido

No se entiende el México de hoy sin la Reforma Energética, Reforma al amparo de la cual tenemos ya comprometidos más de 80 mil millones de dólares de inversión para la siguiente década y esperamos 20 mil más antes de que termine la administración.

No se entiende el México de hoy sin la Reforma Educativa, que tiene futuro pero también presente. Un futuro que nos asegura que sean los mejores maestros los que estén frente a nuestros hijos en la aulas, pero un presente que nos permite que el 80 por ciento de quienes hoy están en un instituto de educación superior, sean los primeros en su familia en haber alcanzado ese grado.

Un presente que hoy nos permite acompañar el esfuerzo educativo, en donde tres de cada diez tienen una beca de manutención y en donde lo que hemos invertido en infraestructura educativa es lo más alto en nuestra historia.

No se entiende el México de hoy sin la Reforma Laboral, sin una institución hoy más flexible, que permite mejor incorporación de jóvenes y de mujeres. Estos 3 millones de empleos formales se apalancan, en buena medida, en una Reforma Laboral que nos dio flexibilidad, al tiempo que cambiamos la estructura de los demás sectores.

No se entiende el México de hoy y su estabilidad en finanzas públicas, sin la Reforma Fiscal, con dos modificaciones importantes: la Reforma Fiscal en sí misma y el proceso de digitalización que ha venido teniendo la economía mexicana.

Un proceso de digitalización que hoy permite que el SAT pre llene las declaraciones de los contribuyentes, y que el SAT, a las pequeñas y medianas empresas, no sólo les pre llene la declaración sino que les elabore su contabilidad.

No se entiende el México de hoy sin la Reforma Financiera, una Reforma que permite, como aquí se ha dicho de manera elocuente, que tengamos más crédito puesto en manos de empresas y de viviendas, y que éste llegue en condiciones más atractivas. Todos los casos a menores tasas que a principio de la administración, aún enfrente del crecimiento que han tenido las tasas del Banco de México.

No se entiende tampoco el México de hoy sin la Reforma en Telecomunicaciones, una Reforma que permite hoy más actores, más competencia, mejores precios y más acceso.

Y no se entiende el México de hoy sin la reformas que estamos empezando a construir, reformas que tomarán tiempo, instituciones cuyo cambio en arquitectura es profundo; un Sistema Nacional Anticorrupción que hoy tiene el apoyo presupuestal de casi 11 mil millones de pesos; un Sistema Nacional de Transparencia que se ha venido extendiendo a todos los niveles de gobierno, sindicatos y partidos; y un nuevo Sistema Penal que nos mueve a la oralidad y a la transparencia, como ejes rectores.

Esas instituciones tenemos que fortalecerlas en el tiempo, esas instituciones empiezan a dar resultados. Esa modificación y esa fortaleza institucional tenemos que cuidarla y tenemos que lograr que rindan mejores frutos. Pero ya se sembraron esas semillas, ya se encuentra esa nueva arquitectura, de la que esperamos y necesitamos mucho.

¿Qué se puede esperar de nosotros hacia finales de la administración? Primero, que sigamos manteniendo estabilidad y coherencia en nuestra política macroeconómica; segundo, que sigamos impulsando inversión y empleo con las reformas estructurales; y, tercero, que sigamos desde el ámbito hacendario apoyando este esfuerzo de transparencia en todos los niveles, al que el presidente Peña Nieto nos ha convocado.

Muchas gracias y muy buenos días.

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