Aquiles
Córdova Morán
Los
ataques y las acusaciones desorbitadas contra el Movimiento
Antorchista no son nuevos; comenzaron casi desde su nacimiento en
1974 y se han mantenido y diversificado en la misma medida en que ha
crecido el número de sus militantes y su arraigo entre las masas
populares del país. No sobra señalar que, de esa inmensa montaña
de acusaciones, imputaciones e infundios infames, ni uno solo ha sido
probado nunca ante juez competente; ningún antorchista ha enfrentado
juicio legal ni cárcel por alguna de tales vilezas. Esto demuestra
su carácter absolutamente falso, puramente mediático y con fines
publicitarios en contra del antorchismo.
La
sincronía entre la virulencia de los ataques y el relativo éxito de
Antorcha como organización de auténtico carácter popular, nos dan
la clave para entender el objetivo y las causas de fondo de esta
guerra sucia: frenar (y si es posible, extinguir) el ensayo más
logrado hasta ahora de despertar la conciencia de los olvidados y
oprimidos, organizarlos y enseñarles a defender unificadamente sus
intereses y sus derechos ante los gobernantes y funcionarios de los
tres niveles, que con frecuencia olvidan quién les dio el poder y a
quién deben servir. ¿Y por qué quieren impedir la organización
independiente de los desamparados? Primero, para no tener que
invertir en su provecho un dinero que ellos ya tienen asignado a sus
proyectos “prioritarios”; segundo, para eliminar el riesgo de
tener que enfrentarse, en las justas electorales, con un enemigo
organizado que pueda abollarles la corona o arrancarla de sus regias
cabezas.
Los
antorchistas llevamos un registro puntual de todas las acusaciones y
ataques que hemos sufrido a lo largo del tiempo, y podemos demostrar
que la guerra sucia en nuestra contra no ha cesado nunca y se
mantuvo, incluso, durante todo el sexenio pasado. Eso de que fuimos
los consentidos y privilegiados del Gobierno del licenciado Peña
Nieto no pasa de ser un infundio más entre los miles que nos han
endilgado. Nunca hemos sido los privilegiados de ningún Gobierno;
jamás hemos mantenido relaciones secretas ni celebrado contubernios
inconfesables con ningún poderoso; jamás hemos solicitado, y menos
arrancado “con presiones y chantajes”, ningún favor o concesión
ilegítima en beneficio de las finanzas de Antorcha. En los archivos
de las dependencias respectivas, PEMEX por ejemplo, deben obrar los
expedientes completos de las gestiones llevadas a cabo por nuestros
financieros y la constancia de que cumplimos a su entera satisfacción
todos los requisitos exigidos por la normatividad. Las franquicias
que poseemos son, pues, absolutamente legales y legítimas. Una vez
más (la enésima), desafío a quien sostenga lo contrario a que lo
demuestre con pruebas fidedignas, no citando en su apoyo a otros
calumniadores que dijeron lo mismo antes que él. Eso se llama un
círculo vicioso y no prueba nada, como lo sabe cualquier estudiante
de preparatoria.
¿Algo
de esto cambió con la 4T? Sí y no. Sí, porque algunos insultos
como “grupo de choque” o “brazo armado del PRI”, parecen no
ser de mucha utilidad para el actual gobierno y hace poco uso de
ellos. No, porque los motivos de fondo son los mismos de siempre.
Nadie puede dudar de que el actual Gobierno pretende que todo el
dinero que se pueda ahorrar con el combate a la corrupción, con la
“pobreza franciscana” del aparato administrativo o como se pueda
y de donde se pueda, tiene que destinarse íntegro a los proyectos
prioritarios del Presidente; tampoco que la cacería de brujas en
nombre de la corrupción y las amenazas reiteradas de ampliarla y
profundizarla según lo requieran las circunstancias, buscan eliminar
(o al menos inmovilizar) a todos los rivales políticos, para
garantizar la permanencia de Morena en el poder. Ambos objetivos se
hallan en el centro mismo de la política de la 4T, solo que con una
variante: en vez de manejarlos como algo separado, los han fundido en
uno solo que les da mejores resultados: precisamente la lucha contra
la corrupción.
En
efecto, en nombre de esa lucha, el gobierno ha podido, sin tener que
modificar la Constitución, suprimir de facto los derechos de
asociación y organización, de petición y de gestión; el de
manifestación y protesta públicas, la libertad de palabra y de
opinión, e incluso la inviolabilidad de las personas, de sus
domicilios y de su legítima propiedad. Ya nadie puede hablar en
nombre de otros ni menos gestionar y protestar por ellos o junto con
ellos. Si lo intenta, de inmediato será acusado de corrupto, de que
quiere “moches” y de que busca “lucrar con la pobreza y las
necesidades de la gente”. Se acabaron, pues, las organizaciones
sociales, los intermediarios “corruptos” (empezando por la
antorcha mundial), se acabó el derecho a organizarse con fines
lícitos y se acabó el derecho de petición, de gestión y de
protesta, aunque la Constitución diga exactamente lo contrario.
Ahora, la atención de las necesidades de la gente y el manejo de los
recursos destinados a su atención, son monopolio exclusivo de Morena
y sus “operadores en campo”. Mataron dos pájaros con un solo
tiro.
Pero
hay más. La misma arma se aplica a líderes de partidos políticos;
a militantes destacados; a ex funcionarios de pasados sexenios que
pudieran armar una crítica sólida a las políticas
cuatrotransformistas; a líderes sindicales, abogados de prestigio,
jueces y ministerios públicos insumisos; a ministros de la Suprema
Corte, a diputados y senadores que se atreven a insinuar algún
intento de crítica; a organismos autónomos como la CRE y el INE y a
sus respetivos titulares que quieren ejercer sus funciones; a
periodistas, columnistas y medios que se resisten a aplaudir como
focas cada vez que el Presidente abre la boca; a las “organizaciones
de la sociedad civil” que intentan ejercer contrapeso al poder
presidencial e incluso, como no, a empresarios que quieren ser
escuchados en temas relacionados con su actividad productiva. A todos
ellos se los tiene azorrillados, agarrotados con la amenaza de que,
si dicen o hacen algo en contra de la 4T, serán acusados de
corruptos e irán derecho a la cárcel. En este contexto entra la
actual denuncia de Santiago Nieto en contra de los antorchistas.
México está cada vez más paralizado por el miedo.
Habrá
quien diga que tienen miedo quienes se saben culpables de algún
ilícito. Puede ser. Yo no estoy en condiciones de negar o desmentir
eso. De lo que sí estoy seguro es que no hay ningún mexicano adulto
que ignore que, si la orden de juzgarlo y condenarlo viene del
Presidente de la República, no habrá prueba, por contundente e
irrefutable que sea, ni jurisconsulto alguno, por sabio que se le
considere, que pueda librarlo de la cárcel. Solo la defensa
unificada de las víctimas puede detener el brazo ejecutor de tales
atropellos. Ojalá que todos lo entendamos y nos apresuremos a dejar
atrás nuestros prejuicios para poder formar, y pronto, un frente
unido de lucha por la legalidad y la verdadera justicia en este país.
También puedo asegurar, apoyado en información directa que llega a
mis manos, que ya con todo el espacio social libre de competidores y
con todo el dinero público en sus manos, los operadores de Morena
están llevando a cabo, casi clandestinamente, una gigantesca
operación de compra de conciencias, la más gigantesca maniobra
clientelar nunca antes vista en la historia de México.
Muchos
pelearon para que se considerara delito grave el uso del dinero
público con fines electorales; pero hoy, a la vista de todos, el
padrón completo de beneficiarios con dinero en efectivo, el de becas
“Benito Juárez”, el de “Jóvenes construyendo el futuro” y
el de las micro y pequeñas empresas que recibirán el crédito de 25
mil pesos, fue levantado por activistas de Morena, y la ayuda se
condiciona al voto en favor de los candidatos morenistas. También se
logró que los contratos de obra pública y de suministros al
gobierno fueran sometidos a rigurosa licitación; pero hoy, más del
70 por ciento de esos contratos han sido asignados en forma directa,
sin licitación de por medio. Mucho se ha reclamado contra el
“diezmo” que se cobraba a quienes obtenían un contrato de obra
pública; pero hoy, algunos funcionarios de Morena se dejan pedir
hasta el 40% de “comisión”. Se promueven bajo cuerda los
créditos de 25 mil pesos, sin otro requisito que “mocharse” con
el 10 por ciento. Es decir, en los hechos no hay tal combate a la
corrupción; se combate a los rivales políticos acusándolos de
corruptos, que es distinto.
Y
vea usted cómo tratan a los necesitados del apoyo oficial que no se
declaran morenistas. Un engendrito identificado como Rubén
Hernández/Quadratin Tlaxcala, publicó lo siguiente: “Antorchistas
sacan raja política del covid-19, se cuelan con 600 peticiones al
gobierno”. En el cuerpo de la nota dice, al enterarse de que el
gobierno de ese estado repartiría dinero a los afectados por la
pandemia, Antorcha aprovechó “para sacar raja política (¡¿) y
colarse con 600 solicitudes de apoyo económico.” José Orlando
Isidro Ramos, el líder de Antorcha, “explicó que llevan tres días
consecutivos entregando solicitudes…, por lo que en suma llevan 600
agremiados que se han registrado…” (¡Qué abuso de los
antorchistas! ¿No cree usted?)
La
explicación del líder antorchista está clara. ¿Tienen o no
derecho los antorchistas tlaxcaltecas sin empleo a buscar la ayuda
que su gobierno ofrece? Rubén Hernández, en vez de aclarar eso,
pasa sin transición a “denunciar”: “Es de recordar, que
Antorcha Campesina cuenta con más de 50 estaciones de gasolina y gas
Lp en el Estado de México, Puebla, Guerrero, Oaxaca, Nayarit,
Morelos y Veracruz y que no obstante, su dirigencia ha buscado el
registro como partido político para hacerse de prerrogativas del
gobierno”. ¿Qué tiene que ver toda esta sarta de idioteces con
las 600 solicitudes de tlaxcaltecas que se quedaron sin empleo? ¿No
era ese el asunto de la nota? Por supuesto que no. Se trata de
golpear a Antorcha para que no vuelva a disputarle a Morena la
exclusividad en el manejo del dinero público y en la compra de la
simpatía popular con ese dinero, que es de todos. ¿Con gentes de la
estatura mental de Hernández, dirá alguien? ¡Sí, con esta calidad
de ideólogos y propagandistas! No hay más.