· Campesinas e indígenas son
fundamentales para alcanzar la seguridad alimentaria del país, dice Héctor
Padilla Gutiérrez
· Las mujeres rurales representan más de
un tercio de la población mundial
El
presidente de la Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Agropecuario
(AMSDA), Héctor Padilla Gutiérrez, afirmó hoy que la mujeres campesinas e
indígenas son fundamentales en la lucha contra el hambre en el país y en el Día
Internacional de la Mujer Rural se pronunció por no descansar en la defensa de
sus derechos pues son clave en la lucha por reducir la pobreza, el combate al
cambio climático y para alcanzar la seguridad alimentaria.
Al
referirse al reconocimiento establecido por la Organización de las Naciones
Unidas (ONU) desde 2008, el también titular de la Secretaría de Desarrollo
Rural de Jalisco dijo que la mujer desempeña un papel importante en la
recuperación del campo, que alrededor del 20 por ciento de las parcelas del
país están en manos de mujeres y que muchos ejidos son atinadamente dirigidos
por ellas
Por
todo ello, agregó, se requiere ampliar su presencia en las dirigencias de todos
los niveles y fortalecer su acción en la vida económica de los ejidos y
comunidades, en la producción agroalimentaria y en actividades colaterales como
el comercio, turismo rural y la administración, dentro de muchas posibilidades.
El
presidente de la AMSDA consideró que nunca será suficiente lo que se haga a
favor de las mujeres rurales ante la deuda histórica que se tiene con ellas ya
que pese a los avances logrados millones de campesinas e indígenas siguen
marginadas de la educación, la salud, la alimentación y la vivienda, cuando se
ha demostrado que su participación es esencial para el desarrollo del campo
mexicano y de las familias campesinas.
De
acuerdo con la ONU, las mujeres rurales representan más de un tercio de la
población mundial y el 43 por ciento de la mano de obra agrícola. Labran la
tierra y plantan las semillas que alimentan naciones enteras. Además,
garantizan la seguridad alimentaria de sus comunidades y ayudan a preparar a
esas comunidades frente al cambio climático.
Sin
embargo, las campesinas sufren de manera desproporcionada los múltiples aspectos
de la pobreza y pese a ser tan productivas y buenas gestoras como sus homólogos
masculinos, no disponen del mismo acceso a la tierra, créditos, materiales
agrícolas, mercados o cadenas de productos cultivados de alto valor. Tampoco
disfrutan de un acceso equitativo a servicios públicos, como la educación y la
asistencia sanitaria, ni a infraestructuras, como el agua y saneamiento.
Las
barreras estructurales y las normas sociales discriminatorias continúan
limitando el poder de las mujeres rurales en la participación política dentro
de sus comunidades y hogares. Su labor es invisible y no remunerada, a pesar de
que las tareas aumentan y se endurecen debido a la migración de los hombres.
Mundialmente, con pocas excepciones, todos los indicadores de género y
desarrollo muestran que las campesinas se encuentran en peores condiciones que
los hombres del campo y que las mujeres urbanas.
Al
reconocer que lo descrito por el organismo internacional está empeorando a
causa de los efectos del cambio climático, el presidente de la AMSDA enfatizó
que la propia ONU destaca que las mujeres tienen un gran potencial para abordar
los problemas climáticos y para responder a los desastres naturales; tienden a
tomar decisiones sobre el uso de los recursos y las inversiones dando prioridad
al interés y el bienestar de sus hijos, familias y comunidades. Además, como
actores económicos y políticos, pueden influir para que las instituciones
presten más servicios públicos, por ejemplo agua, saneamiento, la energía e
infraestructura social.
Héctor
Padilla Gutiérrez afirmó que sin la participación de la mujer rural no se pudo
concebir el Día Mundial de la Alimentación que también se conmemora por la ONU
este 16 de octubre, fecha que sirve para redoblar esfuerzos en el combate al
hambre y a favor de la seguridad alimentaria.
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