El entorno global permanece extraordinariamente complejo, con la economía y los mercados financieros marcados por cuatro factores: comercio, geopolítica, política fiscal y monetaria. Esta combinación refuerza nuestra tesis de estanflación que venimos planteando desde inicios de año –un escenario de crecimiento tenue y presiones inflacionarias persistentes. Algunos países inclusive muestran señales claras de estar más cerca de una recesión.
Este panorama se deriva en buena parte de virajes abruptos en las políticas públicas, especialmente en Estados Unidos bajo la administración de Trump. El tablero geopolítico está dominado por una creciente incertidumbre en torno a medidas proteccionistas, especialmente sobre la imposición de aranceles. Ello ha generado dudas en las decisiones de inversión, activado planes de contingencia y fragmentado cadenas de valor. En nuestra opinión, esta narrativa tendrá presencia constante durante el resto del año, incidiendo en la dirección del comercio, el consumo, la inversión y el sentimiento empresarial.
En paralelo, la divergencia entre bancos centrales continúa intensificándose. La Reserva Federal se mantiene cautelosa, sin precipitarse en los recortes de tasa –probablemente hasta finales del año– mientras que otros, como el ECB, han seguido normalizando las condiciones ante economías más débiles y una inflación menos persistente. Sumado a esto, la política fiscal constituye otro reto global. Muchos países enfrentan altos niveles de apalancamiento, lo cual ha limitado su capacidad de maniobra. Por ejemplo, el plan fiscal recientemente aprobado en Estados Unidos –que se estima que añadirá poco más de US$4 billones de deuda en la próxima década– ha debilitado al dólar y presionado al alza las tasas de largo plazo. En el plano geopolítico, conflictos persistentes desde el Medio Oriente hasta Ucrania siguen añadiendo incertidumbre y riesgos que tensan aún más el frágil entorno global.
Para México, el contexto externo seguirá siendo desafiante, especialmente por la relación con Estados Unidos. El proceso de renegociación del T-MEC probablemente iniciará a finales de este año y principios del siguiente. Esperamos una dinámica intermitente de aranceles, pero con una evolución favorable hacia lo que podríamos llamar T-MEC 2.0 que incentive una continuidad sólida en el impulso exportador mexicano. Paralelamente, para las autoridades nacionales será esencial negociar también temas de seguridad y migración con Washington. En el aspecto interno, la economía mexicana sigue mostrando señales de estancamiento. Banxico avanza en su estrategia de recorte de tasas y el gobierno federal apuesta por una consolidación fiscal prudente. A lo largo del trimestre será clave el avance de la agenda legislativa y del Plan México. También la presentación del Paquete Económico 2026 que dará forma al presupuesto. Estos elementos serán decisivos para la orientación macroeconómica del siguiente trimestre y definirán, en gran parte, la respuesta del país a este contexto externo tan volátil. |
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