Sin duda, la cualidad que más peso tuvo en la
opinión pública nacional (más que su juventud y carisma) para que el actual
jefe del ejecutivo nacional ganara la elección presidencial, fue que durante su
gestión como gobernador del Estado de México logró fama pública, que fue
permeando en el país entero, en el sentido de que se trataba de un político
innovador, que emergió y creció para romper paradigmas, particularmente para
sacudirse el añejo estigma que arrastraba el viejo PRI y que en tan sólo 12
años decepcionó al electorado durante los gobiernos del PAN: me refiero al
consabido consenso popular de que los políticos prometen el oro y el moro al
pueblo, en tanto son candidatos y, después, cuando ya consiguen el anhelado
puesto, simplemente ya no le cumplen a sus electores.
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