Una
edición especial del Informe sobre la Brecha de Producción, presentado
por organizaciones líderes en investigación y las Naciones Unidas,
encuentra que
la recuperación de la COVID-19 marca un punto de inflexión potencial,
donde los países deben cambiar de rumbo para evitar niveles de
producción de carbón, petróleo y gas mucho más altos que los
consistentes con el límite de calentamiento de 1,5 ° C.
Nairobi/Seattle, 2 de diciembre de 2020.-
Los
países planean aumentar su producción de combustibles fósiles durante
la próxima década, incluso cuando las investigaciones muestran que el
mundo
necesita disminuir la producción 6% cada año para limitar el
calentamiento global en 1,5°C, según el
Informe sobre la Brecha de Producción 2020.
El
informe, lanzado por primera vez en 2019, mide la brecha entre los
objetivos del Acuerdo de París y la producción planificada de carbón,
petróleo y gas de los
países, y concluye que la "brecha de producción" sigue siendo grande:
en 2030 los países planean producir más del doble de la cantidad de
combustibles fósiles de lo que sería consistente con un límite de
temperatura de 1,5°C.
La
edición especial de este año analiza las implicaciones de la pandemia de
COVID-19 y las medidas de estímulo y recuperación de los gobiernos en
la producción
de carbón, petróleo y gas. El reporte es lanzado en un potencial punto
de inflexión, cuando la pandemia provoca una acción gubernamental sin
precedentes y las principales economías, incluidas China, Japón y Corea
del Sur, se han comprometido a alcanzar emisiones
netas cero.
“Los
devastadores incendios forestales, inundaciones, sequías y otros eventos
climáticos extremos que se están experimentando este año sirven como
recordatorios
poderosos de por qué debemos tener éxito al abordar la crisis
climática. Mientras buscamos reiniciar las economías después de la
pandemia de COVID-19, invertir en energía e infraestructura bajas en
carbono será bueno para el empleo, las economías, la salud
y el aire limpio”, afirmó Inger Andersen, directora ejecutiva del
Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
“Los
gobiernos deben aprovechar la oportunidad de desviar sus economías y
sistemas energéticos de los combustibles fósiles y reconstruir mejor
hacia un futuro más
justo, sostenible y resiliente”, añadió Andersen.
El
informe fue elaborado por el Instituto Ambiental de Estocolmo (SEI), el
Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD), el
Instituto de Desarrollo
de Ultramar, E3G y el PNUMA. Docenas de investigadores de numerosas
universidades y organizaciones de investigación contribuyeron al
análisis y revisión.
"La
investigación deja muy claro que enfrentamos una alteración climática
severa si los países continúan produciendo combustibles fósiles en los
niveles actuales,
y será aún peor con los aumentos planeados", dijo Michael Lazarus,
autor principal del informe y director del Centro de SEI en Estados
Unidos.
“El
informe es igualmente claro sobre la solución: políticas gubernamentales
que reduzcan tanto la demanda como la oferta de combustibles fósiles y
apoyen a las
comunidades que actualmente dependen de ellos. Este informe ofrece los
pasos que los gobiernos pueden tomar hoy para una transición justa y
equitativa lejos de los combustibles fósiles”, indicó Lazarus.
Los principales hallazgos del informe incluyen:
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Para seguir una ruta
constante hacia el objetivo de 1,5°C, el mundo tendrá que reducir la
producción de combustibles fósiles en aproximadamente 6% por año entre
2020 y 2030.
En cambio, los países están planificando y proyectando un aumento anual
promedio de 2%, que para 2030 resultaría en más del doble de la
producción consistente con el límite de 1,5°C.
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Entre 2020 y 2030, la
producción mundial de carbón, petróleo y gas tendría que disminuir
anualmente 11%, 4% y 3%, respectivamente, para ser consistente con la
vía de 1,5°C.
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La pandemia de
COVID-19, y las medidas de confinamiento para detener su propagación,
han provocado caídas a corto plazo en la producción de carbón, petróleo y
gas en 2020.
Pero los planes anteriores a la COVID-19 y las medidas de estímulo
posteriores apuntan a que continuará la creciente brecha mundial de
producción de combustibles fósiles, con el riesgo de graves alteraciones
climáticas.
-
Hasta la fecha, los
gobiernos del G20 han comprometido más de 230 mil millones de dólares
para los sectores responsables de la producción y el consumo de
combustibles fósiles
en sus medidas de la pandemia, mucho más que para la energía limpia
(aproximadamente 150 mil millones de dólares). Los formuladores de
políticas deben revertir esta tendencia para alcanzar los objetivos
climáticos.
“El
impacto en la demanda a causa de la pandemia y la caída de los precios
del petróleo este año han demostrado una vez más la vulnerabilidad de
muchas regiones
y comunidades dependientes de los combustibles fósiles. La única forma
de salir de esta trampa es la diversificación de estas economías más
allá de los combustibles fósiles. Por desgracia, en 2020 vimos a muchos
gobiernos duplicar el consumo de combustibles
fósiles y afianzar aún más estas vulnerabilidades”, dijo Ivetta
Gerasimchuk, autora principal del informe y líder de suministros de
energía sostenible en el IIDS.
“En
cambio, los gobiernos deberían dirigir los fondos de recuperación hacia
la diversificación económica y una transición a energías limpias que
ofrezcan un mejor
potencial económico y laboral a largo plazo. Este puede ser uno de los
compromisos más desafiantes del siglo XXI, pero es necesario y
alcanzable", añadió Gerasimchuk.
El
informe también profundiza en cómo el mundo puede hacer una transición
equitativa de los combustibles fósiles, con la necesidad de reducciones
más rápidas en
los países que tienen una mayor capacidad financiera e institucional y
son menos dependientes de la producción de combustibles fósiles. Algunos
de los mayores productores de combustibles fósiles de este grupo,
incluidos Australia, Canadá y los Estados Unidos,
se encuentran actualmente entre los que buscan grandes expansiones en
el suministro de combustibles fósiles.
Los
países que dependen en gran medida de los combustibles fósiles y tienen
una capacidad limitada necesitarán apoyo internacional para realizar una
transición
equitativa, y el informe explora formas de facilitar esa cooperación.
“Reducir
la producción de combustibles fósiles a un ritmo que esté en línea con
los objetivos de París requiere tanto la cooperación como el apoyo
internacional”,
comentó Cleo Verkuijl, investigadora de SEI, autora principal del
informe.
"A medida
que los países comunican compromisos climáticos más ambiciosos antes de
la Conferencia de Cambio Climático de la ONU en Glasgow, en 2021,
tienen la oportunidad
de incorporar metas y medidas para disminuir la producción de
combustibles fósiles en estos planes, o en las NDC", explicó Verkuijl.
El
informe describe seis áreas de acción, brindando a los formuladores de
políticas opciones para comenzar a reducir los combustibles fósiles a
medida que promulgan
planes de recuperación de la COVID-19. Entre otras cosas, pueden
reducir el apoyo gubernamental existente a los combustibles fósiles,
introducir restricciones a la producción y garantizar que los fondos de
estímulo se destinen a inversiones ecológicas (al
tiempo que vinculan cualquier apoyo con alto contenido de carbono con
condiciones que promuevan la alineación a largo plazo con los objetivos
climáticos).
“Este
informe arroja luz sobre cómo la acción del gobierno, en muchos casos,
corre el riesgo de encerrarnos en caminos alimentados por combustibles
fósiles. Y presenta
la alternativa, con soluciones y ejemplos para ir más allá de la
producción de carbón, petróleo y gas”, dijo el director ejecutivo de
SEI, Måns Nilsson. "Es hora de imaginar y planificar un futuro mejor".