Por:
Claudia Fabiola Amador Gómez*
¿Cómo
fue nuestra primera búsqueda de empleo?, ¿fue fácil o difícil encontrar una
oportunidad?, ¿qué requisitos nos pedían? Seguramente todos recordamos nuestro
inicio en la vida laboral y lo complicado que pudo haber sido, sobre todo
cuando nos solicitaban experiencia previa, la cual generalmente era nula al ser
recién egresados de una institución universitaria.
Con
el paso de los años, la experiencia solicitada es cada vez mayor, desde contar
con el dominio de un segundo idioma, algún área de especialización o tener
desarrolladas algunas de las habilidades llamadas soft (toma de
decisiones, negociación, resolución de problemas, liderazgo, entre otras), lo
cual vuelve más complejo el panorama y también más competitivo.
Desde
hace poco más de 10 años, diversas universidades se dieron cuenta de esta
situación al ver que era cada vez más difícil que sus alumnos lograran colocarse
en una empresa o conseguir una plaza laboral, por lo que decidieron poner en
marcha programas que involucraran a las empresas con el objetivo de conocer las
habilidades y perfiles que requerían de los egresados y poder cumplir con sus
expectativas. Como resultado de esta iniciativa las instituciones de educación
superior identificaron que era necesario modificar los planes de estudio e
integrar materias en los últimos semestres para adaptarse a las necesidades de
las compañías, logrando así incrementar el promedio de alumnos que conseguían
un empleo al graduarse.
Con
el objetivo de apoyar, formar y desarrollar el talento de los jóvenes, la
consultoría de Tecnologías de Información, GFT, comenzó desde hace dos años con
un programa de trainees denominado “Starters” enfocado en los estudiantes
recién graduados y que tengan ímpetu de aprender. Este proyecto surgió cuando
la empresa comenzó a tener un crecimiento acelerado y al intentar reclutar a
nuevo personal, los candidatos no contaban con la experiencia necesaria ni
cumplían con los requisitos o el nivel que los clientes necesitaban.
Los
alumnos son reclutados por un periodo de 5 meses en los cuáles se les capacita
para adquirir habilidades técnicas y soft que los clientes requieren, ya que al
término del programa los participantes que concluyen exitosamente son asignados
a proyectos reales. Actualmente, se encuentra en marcha la quinta generación de
practicantes, cada una de ellas conformada por entre 10 y 15 alumnos, de los cuales
el 98% se encuentra laborando para los clientes de la compañía.
La
iniciativa está dividida en 3 partes: la primera se enfoca en Conocimientos Generales,
metodologías para el desarrollo de software (waterfall y agile), seguridad de
la información, conocimientos en negocio (sector bancario), análisis y diseño
de sistemas, testing. Habilidades soft; comunicación, trabajo en equipo,
gestión del tiempo, entre otros.
La
segunda sección es definir la Especialidad de los participantes ya sea como
desarrollador frontend o backend.
La
tercera parte es Práctica, durante los 5 meses a los trainees se les asigna un
proyecto, el cual deberán ir desarrollando con todo el conocimiento que van
adquiriendo y con ello se evalúan sus habilidades tanto técnicas como soft. El
proyecto final está enfocado a desarrollar una aplicación o assets que se tienen
identificados en el Blue House (laboratorio de innovación), para probarlo y
poderlo implementar en alguno de los clientes.
El
programa está soportado por diferentes couches, que entrenan y guían a los trainees
en las diferentes especialidades, los cuáles cuentan con más de 3 años de
experiencia. Además, se tienen coordinadores por cada especialidad, quienes
definen los planes de estudio y la manera en que son evaluados los trainees.
Al
término de cada generación se realiza una evaluación con la finalidad de
identificar áreas de oportunidad y mejorarlas para la siguiente. Por parte de
los clientes, el programa ha recibido muy buena aceptación, ya que además de
desarrollar a los chicos en las tecnologías específicas de cada cliente, la
actitud y disposición de los participantes resulta ser muy buena logrando dar
energía renovada a los diferentes proyectos.
Además
de los beneficios mencionados, los participantes reciben una beca de $15 mil
pesos mensuales y se encuentran registrados ante el Instituto Mexicano del
Seguro Social (IMSS) que los hace acreedores a todas las prestaciones que esto
conlleva.
Proyectos
como este se pueden replicar y tener grandes beneficios para las empresas, sin
embargo, requieren inversión y empeño, que permitirá formar semilleros de
jóvenes más preparados, dotados de herramientas para destacar en el ámbito
laboral, sobre todo si se considera que estos nuevos talentos son el presente y
el futuro de nuestra sociedad.
*COO &
Executive Delivery Manager de GFT México