domingo, 2 de noviembre de 2025

El PNUD lanza campaña para promover la corresponsabilidad en los cuidados

El PNUD lanza campaña para promover la corresponsabilidad en los cuidados


 

“Cuidar no es solo cosa de mujeres” busca visibilizar el valor del trabajo de cuidados y fomentar un modelo más equitativo y sostenible

 

El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lanzó en Panamá la campaña “Cuidar no es solo cosa de mujeres”, una iniciativa que busca generar conciencia sobre la importancia de los cuidados como una responsabilidad compartida entre mujeres, hombres, el Estado, las empresas y la sociedad en general.

 

En Panamá, las tareas de cuidado siguen recayendo principalmente en las mujeres, lo que limita sus oportunidades laborales y económicas. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censo, las mujeres panameñas dedican, en promedio, tres veces más tiempo que los hombres a labores de cuidado no remuneradas. Dicha carga puede ser aún mayor en contextos con normas sociales de género más rígidas. Esta realidad impacta directamente a más de 720 mil personas —aproximadamente el 18 % de la población— que requieren algún tipo de cuidado, incluyendo un 4.26 % que vive con alguna discapacidad.

 

En los últimos años, el país ha avanzado en el fortalecimiento de su sistema de cuidados, destacando la creación de centros de atención para personas dependientes y la promulgación de la Ley 431 del 25 de abril de 2024, que establece el Sistema Nacional de Cuidados. Estos avances reflejan un compromiso creciente con la construcción de un modelo más equitativo e inclusivo.

 

La campaña forma parte de una alianza público-privada que incluye a McCann Panamá, Stratego, Be Brave (Super Mamás), el Ministerio de Desarrollo Social, el Ministerio de la Mujer y la Iniciativa por la Paridad de Género, y utiliza herramientas audiovisuales para visibilizar la realidad de miles de mujeres y transformar la percepción social sobre el cuidado.

 

“Esta campaña busca normalizar la participación de los hombres en el trabajo de cuidados como un paso fundamental hacia la igualdad. Pero también es una invitación a la acción colectiva: a diseñar políticas públicas, ofrecer servicios accesibles y construir redes de apoyo,” señaló Dra. Bettina Woll de Montenach Representante del PNUD en Panamá.

 

Invertir en sistemas de cuidado no solo reduce desigualdades, sino que genera beneficios económicos tangibles. Según estimaciones del PNUD, una inversión sostenida en cuidados podría representar un 4.60% del PIB para 2030, generar más de 248 mil empleos (el 82 % ocupados por mujeres) y reducir la brecha de género en empleo y salarios.

 

“La inversión en cuidados no es solo una cuestión de justicia social, sino una estrategia económica clave para construir una sociedad más equitativa y próspera”, agregó la señora Dra. Woll.

 

La campaña “Cuidar no es solo cosa de mujeres” también está alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, al contribuir directamente a la igualdad de género (ODS 5), el trabajo decente (ODS 8), la reducción de desigualdades (ODS 10) y el bienestar social (ODS 3 y 4).

 

Con esta iniciativa, el PNUD reafirma su compromiso con el desarrollo humano, la equidad de género y el impulso de políticas públicas que reconozcan y valoren el trabajo de cuidados como un pilar esencial para una sociedad más justa y resiliente.

 

Sobre PNUD:

Trabaja con 170 países y territorios, ayudando a erradicar la pobreza, reducir las desigualdades y la exclusión, así como a desarrollar la resiliencia para que las naciones puedan progresar. Como agencia de desarrollo de la ONU, desempeña un papel fundamental para ayudar a los países a lograr los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

 

Ayudar es delicioso y Tarumba lo demuestra con su Menú Rosa


Cada octubre, el calendario se tiñe de rosa para recordarnos la importancia de la prevención y detección temprana del cáncer de mama. Se trata de la vida de millones de mujeres en todo el mundo y, particularmente, de miles de mexicanas que cada año enfrentan esta enfermedad. En ese contexto, el restaurante Tarumba, ubicado en Chiapas y dirigido por el chef Jorge Gordillo, se suma por tercer año consecutivo a la causa de la Fundación de Cáncer de Mama (FUCAM). Lo hace con lo que mejor sabe, cocinar con corazón, creatividad y significado.

El lema de este año, “Ayudar es delicioso”, cobra vida en cada platillo del Menú Rosa, una propuesta que se convierte en un vehículo de apoyo. Con cada tamal, con cada café rosa, con cada bocado dulce, los comensales contribuyen directamente a la labor de FUCAM, institución que trabaja de forma incansable para acercar servicios de detección, diagnóstico y tratamiento de cáncer de mama a mujeres de todo México, muchas de ellas sin acceso a servicios de salud de calidad.

El chef Gordillo concibió este menú con la intención de que cada detalle tenga un trasfondo. Su propuesta central es un tamal en mole rosa relleno de carne de la región, acompañado con frutos secos y tomates deshidratados, coronado con un esquite de granos de elote cubierto en ceniza. El color vibrante del mole proviene del betabel, y la ceniza tiene un significado profundo. En la cultura maya, la ceniza está asociada con la trascendencia y el paso de una vida a otra. Para el chef, este elemento se convierte en un homenaje a las mujeres que han luchado contra el cáncer de mama y a aquellas que siguen enfrentando día a día la enfermedad. El plato transmite la idea de transformación, de resiliencia y de renacimiento.

Para quienes buscan algo dulce y reconfortante, Tarumba diseñó un combo muy especial con una concha tradicional en tono rosa, coronada con turrón y acompañada de un latte que obtiene su color de forma natural gracias al betabel. Este detalle visual tan llamativo, que despierta sonrisas en cuanto llega a la mesa, es también un recordatorio de que el apoyo a una causa tan importante puede ser cálido, accesible y, sobre todo, parte de la vida cotidiana. En palabras del chef, se trata de un abrazo en forma de postre, una experiencia sencilla pero cargada de significado emocional.

La importancia de esta acción se hace aún más evidente cuando se miran las cifras. En México, una de cada siete mujeres desarrollará cáncer de mama en algún momento de su vida. Cada 70 minutos muere una mujer en nuestro país por esta causa. Alrededor de 27 mil nuevos casos se diagnostican cada año, con más de 7 mil defunciones, lo que convierte al cáncer de mama en uno de los principales problemas de salud pública. Lo más alarmante es que el 60% de las mujeres diagnosticadas no presenta factores de riesgo evidentes, lo que significa que nadie está exento y que la detección temprana es crucial. Sin embargo, mientras que en países desarrollados se detecta a tiempo hasta un 65% de los casos, en México apenas alcanzamos un 30.8%. Estas cifras son un reflejo del enorme trabajo que falta por hacer en cultura de prevención y acceso a servicios médicos.

El contraste es doloroso, un cáncer diagnosticado en etapas tempranas puede tener hasta un 97% de curación, mientras que en etapas avanzadas las probabilidades se reducen drásticamente. De ahí la importancia de apoyar iniciativas como las de FUCAM, que no solo ofrece atención médica especializada, sino que también realiza campañas de concientización en comunidades, llevando información y servicios a quienes más lo necesitan. Cada platillo rosa que se pide en Tarumba es, en consecuencia, un apoyo directo a esta labor vital.


El menú rosa también tiene un vínculo con el calendario cultural y gastronómico de México. Octubre y noviembre son meses donde los tamales se vuelven protagonistas de celebraciones y altares de Día de Muertos, un platillo cargado de simbolismo en sí mismo. En este contexto, la elección del chef no es casual, el tamal es un elemento que conecta con la memoria, con los rituales de bienvenida a los que ya partieron y con el acompañamiento a quienes siguen presentes.


Más allá del sabor, la experiencia de vivir el Menú Rosa en Tarumba es un acto de unión. Los comensales participan de un gesto colectivo que trasciende la mesa y se proyecta hacia una causa nacional. El restaurante, reconocido por rescatar y reinterpretar ingredientes y tradiciones chiapanecas, se convierte así en un espacio donde la alta cocina se encuentra con la empatía y la responsabilidad social. Porque ayudar es delicioso, pero también puede ser transformador.


Este octubre, el rosa está en los platos que llegan a la mesa, en la espuma de un latte, en la suavidad de una concha y en el color vibrante de un mole. Está en cada persona que se sienta en Tarumba y decide, con un gesto sencillo, apoyar a miles de mujeres en México. La lucha contra el cáncer de mama es larga y desafiante, pero también está llena de símbolos de vida, de renacimiento y de esperanza. Y desde Chiapas, un restaurante recuerda que todos podemos ser parte de esa lucha, incluso a través del placer de comer.


Fotografías: Víctor Mijangos.

CVNE y su legado en México

 




Desde 1879, la Compañía Vinícola del Norte de España se ha consolidado como una de las bodegas familiares más emblemáticas del mundo. Nacida en Haro, Rioja, de la visión de los hermanos Eusebio y Raimundo Real de Asúa, ha mantenido viva la tradición vinícola a lo largo de cinco generaciones, combinando respeto por la tierra, innovación en la elaboración y un compromiso firme con la calidad. 

Hoy, ese mismo compromiso se refleja en México, un país donde CVNE ha echado raíces profundas y donde se ha convertido en sinónimo de confianza y excelencia.

La relación de CVNE con México es histórica y cercana. Desde hace más de 60 años, sus vinos se han posicionado como referentes indiscutibles en nuestro país. No se trata únicamente de cifras de ventas sino de un vínculo cultural y gastronómico que ha acompañado a generaciones de mexicanos. CVNE se vive en cada celebración, en cada mesa donde el vino se convierte en un puente entre sabores, tradiciones y emociones.

La gastronomía mexicana, reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO, es un universo complejo de aromas, texturas y contrastes. En este escenario, los vinos de CVNE han encontrado un lugar privilegiado, logrando maridajes que exaltan tanto la riqueza de los platillos tradicionales como la sofisticación de la cocina contemporánea. Desde un mole poblano acompañado de un Imperial Reserva, hasta un ceviche fresco con la vivacidad de un Monopole, la bodega ha demostrado que sus vinos elevan la experiencia gastronómica.

El secreto de esta integración está en la diversidad del portafolio de CVNE. Con etiquetas como Cune Crianza y Reserva, La Val, Imperial Reserva, Contino, Roger Goulart, Monopole, Cune Bailarina, Bela, entre muchas otras, la bodega ofrece vinos para toda ocasión.


Cune Crianza, por ejemplo, es el vino favorito de los españoles y también uno de los más reconocidos en México, gracias a su versatilidad y a esa capacidad de convertirse en un compañero confiable en cualquier mesa. 

Monopole, el vino blanco más antiguo de España, ha acompañado la evolución del paladar mexicano, ofreciendo frescura y tradición en cada sorbo. Y etiquetas como Imperial han sido protagonistas en los espacios más selectos, representando lo mejor de la enología española ante consumidores cada vez más exigentes.

CVNE ha sido un aliado de México, juntos han transformado y evolucionado para ofrecer lo mejor de ambos mundos en cada espacio donde se encuentran; compartir experiencias en celebraciones centenarias, nacionales, acompaña la mesa de las familias mexicanas, despierta la curiosidad de nuevas generaciones, quienes descubren una vasta variedad de etiquetas con aromas y sabores que proveen una amplitud de sensaciones.

Así, al estar presente en momentos cotidianos y en celebraciones importantes, CUNE es el vino que nunca falla para las generaciones de consumidores que buscan calidad, autenticidad y carácter. 

México y CVNE comparten hoy una relación de complicidad y confianza que sigue fortaleciéndose. El vino español más degustado en nuestro país es parte de la historia de la gastronomía mexicana contemporánea, un aliado de su diversidad y esa es la verdadera grandeza de CVNE, el ser parte del presente de México y, al mismo tiempo, un referente indiscutible para su futuro.




El alma de Gipsy Kings by André Reyes: canciones que no se olvidan

 



Hay bandas que se escuchan, y hay otras que se sienten. Los Gipsy Kings pertenecen a ese segundo grupo, artistas que construyen un estado de ánimo. Su sonido, que es una mezcla incendiaria de rumba flamenca, pop mediterráneo y raíces gitanas, ha recorrido el mundo por más de cuatro décadas, conquistando escenarios, listas de popularidad y, sobre todo, corazones.

Formados en el sur de Francia, los hermanos Reyes y los Baliardo llevaron a los años ochenta una tradición que hasta entonces pertenecía a las calles, a los patios y a las fiestas familiares. Con guitarras que parecen hablar y voces que rasgan el aire, lograron convertir la música de su cultura en un fenómeno global sin perder la autenticidad. Su historia es la de una herencia que se niega a apagarse, la de una llama que se enciende cada vez que suena un acorde.

Y esa llama se alimenta de canciones. Himnos que todos reconocen desde el primer rasgueo, melodías que se quedaron grabadas en la memoria colectiva, canciones que, con los años, se volvieron casi un idioma propio.

Cuando suena Bamboléo, algo se despierta en el público. Lanzada en 1987, esta canción no solo los catapultó al estrellato, sino que se convirtió en el himno de una generación. Su ritmo irresistible, la combinación de guitarras ardientes y voces corales, y esa energía entre melancolía y euforia, resumen todo lo que son los Gipsy Kings: pasión pura. Bamboléo sigue siendo la canción que hace que todos se levanten, que todos canten, que todos se sientan parte de algo más grande.

En la misma línea, Djobi Djoba es el reflejo de la alegría gitana en su estado más puro. Su título, sin traducción exacta, suena a celebración y a complicidad. Es la canción del encuentro, del baile sin planear, de las palmas que se unen por instinto. En los conciertos, suele ser el punto donde el público deja de ser espectador y se convierte en parte del espectáculo.

Luego está Volare, una reinterpretación magistral del clásico italiano Nel blu dipinto di blu. En sus manos, la canción se transformó en una rumba universal. Los Gipsy Kings lograron hacer suyo un tema tan conocido que parecía intocable, y devolverlo al mundo con un nuevo corazón. Su versión tiene ese brillo mediterráneo, entre fiesta y nostalgia, que solo ellos saben equilibrar.

Baila Me trajo una nueva ola de sensualidad y sofisticación a su repertorio. Con sus guitarras hipnóticas y su ritmo envolvente, es una invitación a moverse, a dejarse llevar por el deseo y el calor. Mientras tanto, Un Amor es la contraparte emocional: un tema que detiene el tiempo, que se siente como un suspiro en medio de la euforia. Es el momento íntimo del concierto, cuando las luces bajan y la guitarra se convierte en confesión. En ella se escucha el eco de los caminos recorridos, de la nostalgia de los pueblos y de los amores que se quedaron atrás.


Con el paso del tiempo, los Gipsy Kings demostraron que podían llevar su estilo a cualquier terreno. Su versión de Hotel California (el clásico de The Eagles) es una joya que combina la intensidad flamenca con el rock más melódico. Donde otros verían un riesgo, ellos encontraron una oportunidad: hacer de una canción mítica una experiencia completamente nueva, llena de misterio, ritmo y alma.

Pero más allá de los éxitos, lo que hace especial su repertorio es la coherencia. Cada tema, incluso los menos conocidos, tiene esa mezcla de fuego y melancolía, de técnica impecable y emoción desbordada. En La Dona, por ejemplo, se siente el homenaje a las mujeres gitanas, con un tono solemne que se transforma en celebración. En Soy, en cambio, se percibe la afirmación identitaria: una declaración de orgullo, de libertad, de pertenencia.

Escuchar a Gipsy Kings en vivo es un viaje por todos esos matices. No hay concierto igual, porque cada público le devuelve algo distinto a sus canciones. En México, por ejemplo, el cariño hacia ellos es casi familiar. Desde sus primeras giras en los noventa, los Reyes han encontrado en el público mexicano un espejo perfecto: cálido, apasionado y profundamente musical. Aquí, cada acorde de Bamboléo o Djobi Djoba se canta con alma, como si las guitarras hubieran nacido en tierra azteca.

Esa conexión explica por qué, cuatro décadas después, siguen llenando escenarios en todo el mundo. Las nuevas generaciones los escuchan con la misma fascinación que sus padres, y sus temas suenan en bodas, fiestas, películas y hasta en playlists contemporáneos. Su música trasciende modas porque habla de lo esencial, de la alegría de vivir, de la tristeza de amar, del fuego de existir.

Los Gipsy Kings son un símbolo cultural. Su música reúne lo que muchas veces se busca por separado, la raíz y la modernidad, la nostalgia y la fiesta, la técnica y la emoción. Cada canción es un pedazo de historia, una celebración de lo que somos cuando nos dejamos llevar por el ritmo.

Y cuando André Reyes sube al escenario, el tiempo parece detenerse. El público espera el primer acorde, las luces se encienden, y la magia sucede de nuevo. Porque aunque los años pasen, aunque cambien los escenarios y los públicos, las canciones de Gipsy Kings siguen recordándonos que la música no conoce fronteras, que el alma gitana vive en cada nota, y que hay fuegos que no se apagan jamás.

En esta temporada de Día de Muertos, hasta la Catrina cambió el tequila por algo más elegante.

 

Entre copas y calaveras, CVNE brinda con la muerte


En esta temporada de Día de Muertos, hasta la Catrina cambió el tequila por algo más elegante. En su visita por la Rioja, descubrió una bodega con historia, una de esas que parecen hechas para vencer al tiempo: CVNE, la Compañía Vinícola del Norte de España, fundada en Haro en 1879 por los hermanos Raimundo y Eusebio Real de Asúa. Fue allí donde, por un simple error ortográfico, la “V” se transformó en “U”, dando origen al nombre Cune, hoy sinónimo de tradición y prestigio.

Desde entonces, CVNE ha mantenido vivo el arte del vino, elaborando cada botella con la misma dedicación que hace más de 140 años. Sus viñedos en la Rioja Alta son la base de etiquetas que equilibran técnica, herencia y carácter. No es casualidad que la Catrina haya hecho una pausa en su camino para probar tres de ellas: Cune CrianzaCune Rosado Bailarina y Cune Cava Brut.

El primero en llegar a la mesa fue Cune Crianza, un vino que se produce todos los años desde la fundación de la compañía. Elaborado principalmente con uva tempranillo y un toque de garnacha y mazuelo, proviene de viñedos cercanos a la bodega en Haro y pueblos aledaños, lo que garantiza que la fruta llegue intacta para su fermentación. Se cría durante un año en barricas de roble americano, adquiriendo notas de cereza madura, vainilla y especias, con una textura redonda y elegante.

Calaverita del Crianza:

En Haro nació este vino,
con tempranillo y pasión,
la Catrina lo probó en copa
¡y perdió la razón!

“Qué finura tan divina,
qué cuerpo, qué tentación,
si así sabe la vida eterna,
me bebo otra resurrección.”

Después de un sorbo de crianza, la flaca se animó a algo más ligero, Cune Rosado Bailarina, un vino joven que combina viura, garnacha y tempranillo. Su color rosa pálido y sus aromas a flores y frutas de hueso como el melocotón o el albaricoque le robaron una sonrisa. Se elabora mediante sangrado por gravedad y fermenta lentamente en acero inoxidable a baja temperatura, conservando toda su frescura y expresión frutal.

El año 2023 fue complicado para las viñas de Rioja, pero el equipo técnico de CVNE realizó una vendimia muy selectiva, cuidando cada parcela para alcanzar el punto exacto de madurez. El resultado es un rosado con buena acidez, equilibrio y un perfil que recuerda a la primavera.


Calaverita de Bailarina:

En la tumba había silencio,
hasta que el rosado llegó,
la Muerte, toda coqueta,
su copa entera alzó.

“Bailaré con melocotones,
con albaricoque y pasión,
que este vino tan rosado
me roba el corazón.”

Para cerrar la velada, la Catrina quiso brindar con burbujas. Y nada mejor que el Cune Cava Brut, elaborado en Sant Sadurní d’Anoia, en la región del Penedés, con las variedades xarel·lo, macabeo y parellada. Tras 12 meses de crianza en rimas y una guarda de tres años, el resultado es un vino espumoso elegante, de color amarillo pálido, burbuja fina y aromas a fruta verde y pan blanco. En boca es fresco, persistente y con una acidez equilibrada. Ideal para aperitivos, postres de frutas, chocolate o foie gras.

Calaverita de Cava:

Con burbujas sube el alma,
del Penedés hasta el altar,
la Muerte brinda contenta,
“¡Este cava es celestial!”

Manzana, caliza y espuma,
tan fina como su andar,
que ni el más serio difunto
se resiste a festejar.

Cuando terminó la cata, la Catrina sonrió satisfecha. Frente a ella, tres botellas vacías y una certeza, CVNE elabora historia. Desde Haro hasta los altares mexicanos, sus etiquetas son una invitación a celebrar el tiempo, la vida y la memoria.

Este Día de Muertos, Cune Crianza, Bailarina y Cava Brut llegan como el brindis perfecto entre los que están y los que se fueron, recordando que hay vinos que no mueren, sólo cambian de mundo para seguir festejando.