- A pesar de que en este sexenio Pemex y CFE están llamadas a ser las principales palancas de desarrollo del país, su situación financiera es grave y tienen enormes dificultades para cumplir con sus objetivos institucionales.
- El pobre desempeño de estas empresas es reflejo de las fallas en su supervisión y gobierno corporativo, los cuales también han derivado en escándalos de corrupción, problemas de impacto socioambiental y pérdidas de inversión en el sector energético.
- México Evalúa presenta el panorama completo de las entidades del Estado mexicano que deben vigilar a Pemex y CFE, junto con propuestas para mejorar el gobierno corporativo de ambas empresas y elevar su desempeño.
Aunque Pemex y CFE, “las nuevas palancas de desarrollo” del país, y ejecutarán en 2020 el equivalente al 20% del gasto público total —cerca de un billón 230 mil millones de pesos—, las pérdidas registradas por estas empresas sumaron aproximadamente 703 mil millones de pesos al primer semestre del presente año, y Pemex presentó en julio pasado el nivel de producción más bajo en 40 años.
Más
allá de ser sólo una cuestión de finanzas públicas, tal situación está
íntimamente relacionada con fallas puntuales en el gobierno corporativo
de las empresas. En este marco, México Evalúa presenta el Mapa de vigilancia del Estado sobre sus empresas productivas.
Se trata de un estudio que identifica, por primera vez, las funciones y
responsabilidades de distintas entidades que representan al Estado
mexicano en tres de sus facetas: como dueño de Pemex y CFE; como regulador del mercado en que compiten y como garante del interés de la sociedad y las comunidades que se ven afectadas por las actividades que realizan.
Además
de identificar a estas entidades y subrayar la necesidad de que cumplan
con sus funciones, el documento describe casos en los que quedaron en
evidencia fallas, omisiones o problemas en las relaciones entre Pemex y
CFE y sus vigilantes, desde la compra de Fertinal hasta la modificación
de criterios en los Certificados de Energías Limpias, pasando por la
licitación polémica de contratos anuales o la negociación del acuerdo
reciente con la OPEP.
Entre las fallas más graves, el Mapa destaca:
- La intervención centralizada en los mercados por parte del Gobierno para favorecer a Pemex y a CFE
- La falta de seguimiento del Congreso al cumplimiento de objetivos de estas empresas.
- Los conflictos de interés a partir de la presencia de miembros del Ejecutivo federal en sus consejos de administración.
- La baja prioridad que se le da a la política anticorrupción y de responsabilidad social en estos consejos.
Edna Jaime, directora general de México Evalúa, destacó una problemática general:
“Esta administración se ha caracterizado por influir indebidamente para
favorecer a Pemex y a CFE en distintos rubros del mercado energético, y
estas malas prácticas ya tuvieron consecuencias: la inversión
extranjera directa del sector energético pasó de 6 mil 820 millones de
dólares en 2018 a sólo 1 mil 119 millones de dólares al primer trimestre
de 2020, de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía”.
Por otra parte, el Mapa subraya
que la falta de supervisión por parte del Estado —o su influencia
indebida— puede minar los incentivos de las empresas públicas para
actuar en consideración del mejor interés de la empresa y de los
ciudadanos, los cuales, en última instancia, son lo más parecido a sus
accionistas. Bajo esa lógica, el documento propone una serie de mejoras y
recomendaciones de política pública.
“Las
mejoras que proponemos en materia de vigilancia al gobierno corporativo
de Pemex y CFE buscan construir un Estado más responsable en el control
de sus empresas. Esto implica el reconocimiento de las diferencias en
las funciones que se ejercen sobre ellas, y una mejora sustancial en
materia de rendición de cuentas de cara a los ciudadanos”, apuntó María Fernanda Ballesteros, coordinadora del programa de Regulación y Competencia de México Evalúa.
Para mejorar la vigilancia a Pemex y CFE, México Evalúa propone:
- La creación de una entidad propietaria de las empresas productivas del Estado.
- El acompañamiento de la política de propiedad a través de un contrato de gestión entre empresa y el Estado, en el que se establezcan objetivos, metas y parámetros o indicadores para la rendición de cuentas, conforme a lo establecido en el plan de negocios.
- La revisión del régimen especial en ambas empresas para que puedan existir mayores controles en compras públicas y control presupuestario a programas sociales que no tienen un objeto comercial y pueden ser utilizados con fines políticos. Esto, de cara a la inminente discusión de la Reforma Energética.
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