Secretaria
Ejecutiva del organismo, Alicia Bárcena, participó en evento de alto
nivel DEV Talks de la OCDE sobre los motores y limitaciones de la
integración.
(Diciembre, 2020)
“Hay
una relación muy estrecha entre la industrialización, la manufactura y
la integración, ya que la creación de cadenas de valor ayuda a la
generación de empleos de calidad y fomenta la productividad al mismo
tiempo, mientras que los sectores basados en la agricultura y recursos
naturales se quedan atrás en términos de innovación y protección
social”, declaró hoy Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva
de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL),
durante un evento internacional virtual de alto nivel organizado por el
Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económicos (OCDE).
Bárcena participó en la reunión titulada
“Road to regional
integration: what are the drivers and constraints?”,
parte de la serie de DEV Talks sobre la reformulación del desarrollo
organizada
por la OCDE, en la cual también intervinieron Anita Prakash, Directora
para Relaciones de Política del Economic Research Institute for ASEAN
and East Asia (ERIA); Ibrahim Assane Mayaki, Chief Executive Officer de
la African Union Development Agency (AUDA-NEPAD);
y Diene Keita, Directora Ejecutiva Adjunta de Programas del Fondo de
Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y ex ministra de Cooperación e
Integración Africana de la República de Guinea. El encuentro fue
moderado por Mario Pezzini, Director del Centro de
Desarrollo de la OCDE.
En
su exposición, Alicia Bárcena destacó que el actual proceso de
debilitamiento de la globalización está ofreciendo oportunidades para la
integración
productiva regional y es a la vez un desafío, ya que la
reestructuración de la geografía económica global está produciendo un
reacomodo de las cadenas de valor debido a los procesos de
reshoring y nearshoring.
“La
regionalización en marcha a nivel mundial probablemente se organizará
en torno a tres regiones principales: América del Norte, con Estados
Unidos en
el centro; Europa, con Alemania en el centro; y el Asia Pacífico, con
China, Japón y Korea en torno a la Asociación Económica Integral
Regional (RCEP, siglas en inglés de
Regional Comprehensive Economic Partnership). ¿Cómo puede América Latina y el Caribe sacar ventaja de este proceso?”, explicó Bárcena.
Según
la alta funcionaria de las Naciones Unidas, no es posible tener una
única estrategia, ya que existen tres realidades muy diferentes en la
región,
cada una con sus propios avances o retrocesos en materia de
integración. Por un lado, está Centroamérica, México y República
Dominicana, que tienen uno de los mecanismos de integración más
exitosos: el Mercado Común Centroamericano (MCCA), creado hace ya más
de 60 años, y que ha logrado establecer cadenas de valor con América
del Norte.
Una
realidad muy distinta vive América del Sur, que ha sufrido problemas
debido a que sus exportaciones están basadas principalmente en recursos
naturales
y sus esquemas de integración se encuentran cada vez más fragmentados y
perdiendo espacios, como el MERCOSUR y la CAN (Comunidad Andina de
Naciones). Además se ha producido un efecto de “lock-in” con China, su
principal socio comercial, que se ha agudizado
con la pandemia, por lo que el riesgo de reprimarización de esta
subregión es muy alto.
Y
finalmente está el Caribe, con la Comunidad del Caribe (CARICOM) y la
Organización de Estados del Caribe Oriental (OECS, por sus siglas en
inglés), que
ha sido la más exitosa, pero estos países enfrentan dificultades por su
carácter insular, su alto nivel de endeudamiento, su extrema
vulnerabilidad al cambio climático, y su desintegración con los mercados
globales.
Bárcena
agregó que otro serio problema que enfrenta la región de América Latina
y el Caribe es su bajo nivel de comercio intrarregional: llegaba solo
al
13% antes de la pandemia, comparado con casi 40% de Asia Pacífico y 65%
de Europa. Ahora, con los efectos de la crisis desatada por el
COVID-19, incluso ha disminuido más, hasta llegar al 11%.
Con
relación a la situación de la región frente a la pandemia, la
Secretaria Ejecutiva de la CEPAL indicó que todos se dan cuenta de la
fragilidad del
mundo y de lo importante que es actuar juntos. Sin embargo, esto
todavía no se ha concretado, porque cada país está intentando alejarse
de la pandemia con un enfoque muy individualista.
“Tenemos
opciones y desafíos frente a esto. Uno de ellos es COVAX (la plataforma
creada para la producción y distribución de las vacunas), las
tecnologías
y mercados digitales -que son esenciales-, y sobre todo el
financiamiento para el desarrollo, que debe ser una oportunidad para que
nuestra región participe con una sola voz en varios frentes, por
ejemplo, en lo que se refiere a los Derechos Especiales de
Giro del Fondo Monetario Internacional (FMI) y en el acceso a
financiamiento concesional para los países de renta media (muchos de
ellos ubicados en América Latina)”, señaló.
Bárcena
explicó que los países de renta media representan el 96% de la deuda
global. “Por lo tanto, si estos países tienen un problema, el mundo
entero
también lo tendrá”, dijo. Agregó que la iniciativa de suspensión de la
deuda del G-20 (DSSI, Debt Suspension Initiative) “se queda corta”
porque no incluye a los países de renta media y, lo que es aún más
importante, tampoco a los pequeños estados insulares
en desarrollo (SIDS). En este sentido, alabó la propuesta de Costa Rica
del fondo FACE (de US$516 mil millones), que precisamente puede ayudar a
los países sin importar su graduación por niveles de ingreso.
“Lo
que nuestra región necesita es: liderazgo de países claves. Aquí hago
un llamado a Brasil y México, ya que representan el 55% del PIB y el 53%
de la
población de la región; plataformas para los debates -la CEPAL es una
de ellas-; un mercado integrado; y fortalecer industrias estratégicas,
como la farmacéutica y de insumos médicos, energías renovables, economía
circular, electromovilidad y, por supuesto,
un mercado digital”, indicó.
“América
Latina y el Caribe es la región más desigual del mundo. No la más
pobre, sino la más desigual. La desigualdad conspira contra el
desarrollo, es
ineficiente y no permite a la población absorber el progreso técnico.
Necesitamos facilitación del comercio, infraestructura y logística,
cooperación digital, pero lo más importante es un sistema de protección
social que sea universal”, declaró finalmente
Alicia Bárcena.