sábado, 7 de marzo de 2020

El rol de la mujer en la economia y el impacto del 9M


Nota Especial
El paro nacional de mujeres programado para este 9 de marzo (9M) no tiene precedentes
históricos. Guillermina Rodríguez
El 9M privilegia la protesta por la violencia contra la mujer, si bien en el fondo de esa agenda están la profunda desigualdad y la discriminación de género, cuya implicación económica es central.
Las condiciones sociales y culturales en México han llevado a que la participación de la mujer en el mercado laboral sea de las más bajas de todos los países latinoamericanos.
En México, la mayoría de las mujeres que trabajan están confinadas al trabajo doméstico, remunerado y sobre todo no remunerado, o a empleos en otras actividades, pero sin remuneración: son 23.7 millones; en contraste, 18 millones solamente están en actividades remuneradas y fuera del ámbito del hogar.
La mujer padece importantes desigualdades por ingreso en el mercado laboral, sin importar su nivel educativo.
La medición de la actividad económica a través del Producto Interno Bruto (PIB) subestima significativamente el rol de la mujer, pues no considera el valor agregado que generan las actividades no remuneradas en el hogar, que a precios del mercado representa más de una quinta parte del PIB.
Sin embargo, el impacto sobre la economía de un día sin mujeres va más allá de sus efectos directos: estimamos que las pérdidas económicas por la ausencia de mujeres en sus trabajos remunerados y domésticos el 9M podría alcanzar hasta 43.5 mil millones de pesos o 50.7% del valor agregado total a la economía en un día.
El rol de la mujer en la economia y el impacto del 9M
El paro nacional de mujeres programado para este 9 de marzo (9M) no tiene precedentes históricos. La organización Brujas del Mar 1 hizo un llamado a que las mujeres en México no trabajen ese día (ni en sus lugares de trabajo remunerado ni en casa), como forma de protesta principalmente por la violencia contra la mujer. La propuesta ha tenido una acogida impresionante en la sociedad mexicana. Tanto la marcha a la que se convoca para el domingo 8 de marzo como, sobre todo, el paro del 9 de marzo, no tienen precedentes históricos en México en su carácter de protesta de género. Presumiblemente, en tanto suspensión de actividades, la magnitud del paro del 9M será comparable con sólo muy pocos eventos de los últimos cien años: pensamos, por ejemplo, en la suspensión de actividades durante varios días (principalmente en la zona centro del país) en el segundo trimestre de 2009 ligada a la pandemia del virus AH1N1, o en la paralización de actividades en la misma región del país en los días posteriores al terremoto de 1985. No obstante, no recordamos una paralización como la que anticipamos para este 9M, asociada a alguna protesta de alcance nacional: prevemos que será mucho mayor que los paros/huelgas relacionados con el movimiento del 68 y que cualquier otra huelga/paro/protesta desde entonces a la fecha.
El 9M privilegia la protesta por la violencia contra la mujer, si bien en el fondo de esa agenda están la profunda desigualdad y la discriminación de género, cuya implicación económica es central. La forma más extrema de violencia contra la mujer es el asesinato por razones de género (otros son la violación, la tortura y el secuestro). En términos de asesinatos el 2019 se ubica como el peor año de las últimas seis décadas (mayor número de asesinatos ajustados por población), los feminicidios son crecientes (no hay datos históricos). Además del acoso sexual (colocado en el foco de atención por el movimiento #metoo), hay otras modalidades de machismo en la sociedad. Un punto fundamental es la desigualdad económica, tema en el que nos centraremos aquí.
Evaluamos el rol de la mujer en la economía y el impacto del 9M. Identificamos las principales características de tal rol, enfatizando algunos de los elementos de desigualdad y discriminación que enfrenta la mujer y, a partir de ello, elaboramos escenarios sobre el posible impacto que podría tener el paro de este lunes en términos de actividad económica.
Desigualdad y discriminación contra la mujer en el mercado laboral
Las condiciones sociales y culturales en México han llevado a que la participación de la mujer en el mercado laboral sea de las más bajas de todos los países latinoamericanos: menos de la mitad de las mujeres en edad de trabajar en nuestro país tienen un empleo remunerado. Eso no es normal: de 182 países que publican información al respecto, las mujeres mexicanas se ubican en la posición 145 (donde la posición 1 implica que más mujeres participan). Incluso más, al comparar con 20 países de América Latina, mayoritariamente con menores niveles de educación y de ingresos por persona, nuestro país ocupa el penúltimo lugar de participación de la mujer en el mercado laboral. Es decir, aun cuando las mujeres mexicanas en edad de trabajar tienen en general un nivel educativo mayor al de sus contrapartes en otros países de Latinoamérica, solo 45% de ellas tiene un empleo remunerado (comparado con 77% de los hombres). Esta proporción se compara con promedios correspondientes de 61% en el mundo y de 57% en América Latina.
En México, la mayoría de las mujeres que trabajan están confinadas al trabajo doméstico, remunerado y sobre todo no remunerado, o a empleos en otras actividades, pero sin remuneración: son 23.7 millones; en contraste, 18 millones solamente están en actividades remuneradas y fuera del ámbito del hogar. De 65 millones de mujeres que viven en México, 50 millones tienen 15 años de edad o más. De ellas, solo 22 millones trabajan en actividades económicas, las cuales en general incluyen aquellas que involucran la producción, distribución o el consumo de bienes y servicios que terminan en una compra- venta de los mismos. Sin embargo, 1.5 millones de estas mujeres empleadas no reciben ingresos y 2.2 millones reciben muy bajos ingresos en lo que se denomina “trabajos domésticos remunerados”. A esto se añade que 20 millones no se registran en el mercado de trabajo dado que se dedican a “quehaceres domésticos” y a éstos, inapropiadamente, no se les considera actividades generadoras de ingreso o PIB (Producto Interno Bruto). Por tanto, agregando las cifras anteriores, aunque hay 18 millones de trabajadoras que reciben una remuneración por actividades no domésticas, una mayoría de 23.7 millones de mujeres están dedicadas a trabajos poco reconocidos (bajos ingresos en trabajos domésticos o sin ingresos) o no reconocidos en términos económicos (población que se considera “no activa”, dedicada al trabajo doméstico o “quehaceres domésticos”). En contraste, para los hombres esas dos cifras (23.7 y 18) no sólo se invierten en su orden de magnitud, sino que muestran enormes diferencias: sólo 3.2 millones de hombres participan en actividades económicas sin recibir ingresos (1.8 millones) o en trabajos domésticos mal remunerados (0.2 millones) o dedicados a quehaceres del hogar (1.2 millones) versus 34 millones de hombres que están en actividades remuneradas (que excluyen al trabajo doméstico) y, por tanto, con reconocimiento social.
La mujer padece importantes desigualdades por ingreso en el mercado laboral, sin importar su nivel educativo. Ya mencionamos que, del total de mujeres en edad de trabajar, sólo 45% participa en el mercado de trabajo. Así, del total de 56 millones de personas ocupadas, 40% son mujeres y el resto, hombres. Sin embargo, dado que las mujeres realizan proporcionalmente más empleos de tiempo parcial que los hombres, la participación de las mujeres en el total de horas trabajadas es sólo 35%. Además, como ya lo mencionamos, 6.9% de las mujeres ocupadas no recibe ingresos, frente a 5.5% en el caso de los hombres. En México, de acuerdo a la OCDE, si comparamos sólo a mujeres y hombres en trabajos de tiempo completo, encontramos que hay una diferencia de 14% en ingresos 2 . Esa diferencia aumenta entre hombres y mujeres con educación universitaria.
Impacto en la economía del paro nacional de mujeres el 9M
La medición de la actividad económica a través del Producto Interno Bruto (PIB) subestima significativamente el rol de la mujer, pues no considera el valor agregado que generan las actividades no remuneradas en el hogar, que a precios del mercado representa más de una quinta parte del PIB. Actualmente, el PIB generado en un año equivale a 25 mil 568 millones de pesos (25.6 billones). Ello no toma en cuenta que en el hogar se realizan labores que, a precios de mercado y en cálculos de Inegi, equivalen a 6 mil 13 millones de pesos (un cuarto del PIB). En consecuencia, el PIB + el valor agregado de las actividades en el hogar equivale a 31 mil 581 millones de pesos. De lo anterior se deriva que las mujeres contribuyen con 35% del PIB, y con 75% del valor creado en el hogar.
Así, pese a la marginación, las mujeres contribuyen directamente con 43% del valor agregado total a la economía (PIB + valor agregado en el hogar). Dividido entre los 366 días que tendrá este año, la cifra total de valor agregado (31 mil 581 millones de pesos anuales) constituye 86 millones 287 mil pesos en un solo día, 37 de los cuales son generados por mujeres.
Sin embargo, el impacto sobre la economía de un día sin mujeres va más allá de sus efectos directos: estimamos que las pérdidas económicas por la ausencia de mujeres en sus trabajos remunerados y domésticos el 9M podría alcanzar hasta 43.5 mmp o 50.7% del valor agregado total a la economía en un día. La medición de las pérdidas económicas por la ausencia de las mujeres en el mercado laboral tiene diferentes matices. No basta con considerar únicamente el impacto directo sobre el PIB ocasionado porque las mujeres no laboren un día. Desde nuestra perspectiva, las pérdidas por el paro del 9M deben tomar en cuenta al menos los siguientes elementos:
a) el porcentaje de la fuerza laboral femenina que se va a ausentar ese día y su peso en el PIB; b) la proporción del trabajo femenino no remunerado de los hogares y su peso en el valor agregado estimado de esta actividad; y c) la proporción de actividades que dejarán de hacer los hombres porque sus funciones dependen directamente del trabajo de mujeres (i.e. labores que no pueden realizarse si se ausentan las mujeres debido al grado de especialización de ellas).
Asimismo, existen elementos que podrían atenuar parcialmente el impacto económico de la ausencia laboral de las mujeres y de la suspensión del trabajo femenino no remunerado en los hogares, por ejemplo: d) la proporción de trabajo de las mujeres ausentes que será realizado –sustituido– por las personas (hombres o mujeres) que laboren ese día; y, e) la proporción del trabajo doméstico no remunerado femenino que será realizado por otros miembros del hogar.
Dadas estas consideraciones, y partiendo de diversos supuestos (ver a continuación), nuestros escenarios van desde una afectación de 4.4 mmp hasta un monto máximo de 43.5 mmp. Esta última cifra representa 50.7% del valor agregado total a la economía, es decir, el PIB + el valor agregado del trabajo doméstico no remunerado generado en un solo día. En un escenario central, la afectación ascendería a 12 mmp, lo que representa 14% del total del valor agregado a la economía.
En nuestro escenario central, prevemos que el porcentaje de mujeres que se ausentará de sus labores productivas será de alrededor de 30% de la fuerza laboral femenina –alrededor de 6.6 millones de mujeres– lo que generaría una pérdida económica directa de 7.4 mmp. 3 Aunado a ello, consideramos que el trabajo doméstico no remunerado se reduzca en 20% con respecto a un día habitual (nuestro escenario presume una mayor dificultad de dejar de hacer el trabajo doméstico cotidiano). La pérdida estimada por esta actividad se contabiliza en 2.5mmp. Finalmente, si la ausencia de 30% de las mujeres en el ámbito laboral afecta a 10% del trabajo de los hombres, es decir, que éstos no estén en posibilidad de realizar sus funciones, se generaría una pérdida adicional de 4.5mmp por este concepto. 4 Desde luego, es posible que estos efectos se vean atenuados por otros factores: por ejemplo, que hay trabajo típicamente realizado por las mujeres ausentes que de cualquier manera se realizaría y que parte de la actividad económica que no se realice ese día podría realizarse posteriormente. 5 Aun así, el efecto total estimado es significativo económicamente.
Algunas cifras comparativas permiten dimensionar el posible impacto económico del 9M. Bajo nuestro escenario central, donde las pérdidas económicas ascienden a 12.0 mmp (aunque ya señalamos que podrían llegar a ser de 44 mmp), este monto equivaldría al PIB generado durante un día por la Ciudad de México o bien al PIB creado, también en un día, por el conjunto de las 14 entidades de menor tamaño económico en el país (Tlaxcala, Colima, Nayarit, Zacatecas, Baja California Sur, Morelos, Durango, Guerrero, Aguascalientes, Yucatán, Chiapas, Oaxaca, Quintana Roo e Hidalgo). Asimismo, la cifra del impacto del 9M es equivalente a todo el gasto programable que realiza el gobierno durante un día o al equivalente de 4.7 días de las participaciones federales de los gobiernos estatales, equivalente a su vez a 50 veces el presupuesto diario de la UNAM.
Las estimaciones, pronósticos o proyecciones referidos en esta publicación se realizan tomando en cuenta, entre otras cosas, el comportamiento histórico de diversas variables tanto económicas como financieras de origen nacional e internacional y los supuestos para su comportamiento futuro. Estos supuestos toman el escenario internacional propuesto, principalmente de las publicaciones mensuales “Global Economic Outlook and Strategy” y “Emerging Markets Economic Outlook and Strategy” publicados por Citi Research en la plataforma de Citivelocity así como sus posibles actualizaciones publicadas en la misma plataforma. Para el escenario local, nuestros estimados consideran principalmente la información publicada en la tabla “Pronósticos Anuales” y “Pronósticos Macroeconómicos” de nuestra publicación semanal “Perspectiva Semanal” así como sus actualizaciones publicadas por nuestra dirección.
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