La
epidemia del nuevo coronavirus 2019-nCoV es una realidad, que
introduce un factor de incertidumbre y volatilidad global. No sabemos
cuánto durará ni de qué tamaño será la afectación que produzca
en México, de la enfermedad que se ha extendido a más de 40 países
y que ha provocado la muerte de casi 3 mil personas.
En
la Confederación Patronal de la República Mexicana (COPARMEX)
estamos preocupados por el contexto en el que se encuentra la
debilitada economía de México, ante la llegada de la enfermedad,
con 4 casos confirmados hasta el momento.
En
México el Producto Interno Bruto de México (PIB) se contrajo 0.1
por ciento en 2019, por diversas causas internas, entre ellas: el
estancamiento del consumo y reducciones en la confianza del sector
privado que ha provocado la disminución de la inversión y nos ubica
en niveles similares a la recesión económica de 2009.
Por
si fuera poco, el COVID-19 comenzó en China, el segundo socio
comercial de México y el segundo origen de nuestras importaciones
(18 por ciento en 2019), además del cuarto destino de nuestras
exportaciones.
Según
datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económicos (OCDE), el 3.8 por ciento de todo el valor agregado de
México viene de territorio chino, y el 7.7 por ciento del valor
agregado de las exportaciones mexicanas proviene del gigante
asiático.
Por
lo tanto, una disminución en la economía china afectaría
directamente a nuestro país, al verse reducida necesariamente la
relación comercial, por la disminución de la producción en las
empresas del gigante asiático.
China
es, también, la segunda economía del orbe (lo que representa casi
el 18 por ciento del PIB mundial), así como el primer comprador
global de petróleo y metales, como hierro, aluminio y cobre. Según
el Fondo Monetario Internacional (FMI), la epidemia reducirá el
crecimiento de la economía china al 5.6 por ciento, 0.4 % menos de
los esperado.
Nos
enfrentamos ante otra posible pandemia por el nuevo coronavirus,
según lo advirtió la Organización Mundial de la Salud (OMS). Según
expertos, en dicho escenario podría haber severas contracciones y
volatilidad en los mercados financieros, que desde hace una semana
han caído más de 10 por ciento, a niveles no vistos desde 2008,
cuando ocurrió la crisis financiera mundial, ante el temor de los
inversores a las consecuencias económicas de la rápida propagación
del COVID-19 a nivel global.
Además,
se espera que para el primer trimestre los pedidos manufactureros
internacionales caerán, no por menor demanda, sino por falta de
proveeduría, ya que Wuhan, ciudad china donde se originó la nueva
cepa de coronavirus, ocupa el cuarto lugar de los 15 centros de
producción a escala global y provee a nueve de 17 cadenas de valor
agregado.
En
caso de que el coronavirus se expanda de forma veloz en Estados
Unidos (donde ya falleció un paciente infectado por COVID-19), en
dicho país podrían cerrar algunas plantas armadoras, como del
sector automotriz, y ello detonaría en el retraso de producción de
las plantas mexicanas.
También
está el efecto en el tipo de cambio, ejemplo de ello es que el peso
mexicano perdió casi 50 centavos frente al dólar estadounidense la
semana que pasó, lo que traería presiones al alza para la
inflación.
Los
inversores están buscando activos seguros, como el oro o el dólar,
por lo que cualquier golpe a los mercados emergentes afectará al
peso mexicano, la segunda moneda más negociada después del yuan, de
la República Popular China.
Aunado
a todo ello, el pasado 26 de febrero, el Banco de México (BANXICO)
recortó por tercera ocasión consecutiva su pronóstico para el
crecimiento de la economía nacional, destacando como uno de los
principales riesgos el impacto del brote de coronavirus, que podría
provocar “una desaceleración mayor a la esperada de la economía y
el comercio globales”.
Además,
en la medida en que China baje las perspectivas de crecimiento
económico, también bajarán las perspectivas de demanda de petróleo
y los precios, lo que podría ser un factor que afecte a Petróleos
Mexicanos (Pemex) y a las finanzas públicas.
En
la COPARMEX creemos que ante este contexto es imperativo fortalecer
la economía nacional con mayores condiciones de confianza y
certidumbre para reactivar la inversión e impulsar la actividad
económica.
La
Confederación Patronal, así como sus 65 Centros Empresariales,
reunidos a través de 14 Federaciones en toda la República, estarán
en estrecha comunicación con las autoridades de los tres niveles de
gobierno, para colaborar en la implementación de las medidas
preventivas para intentar mitigar los efectos sanitarios y económicos
del COVID-19.
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