Crecimiento económico El cierre de 2023 El balance para la economía mexicana es positivo después de un año tan complejo e incierto como lo fue el 2023. En el entorno global, se añadió el conflicto bélico entre Gaza e Israel a un entorno ya fragmentado por el conflicto entre Rusia y Ucrania, donde el primero ha comenzado a generar incertidumbre y retrasos en el comercio internacional. Adicionalmente, durante el año la política monetaria se tornó más restrictiva y los bancos centrales no dieron tregua en su lucha contra la inflación. A pesar de lo anterior, la economía global mostró resiliencia y en particular la economía mexicana destacó por su aceleración, ya que, las cifras más recientes, y nuestros estimados, reflejan que el país creció 3.4% en el 2023, después de crecer 3.9% en 2022, ambas cifras por encima del crecimiento potencial de la economía en 2.0%. A inicios de 2023 el consenso estimaba un crecimiento de apenas 1.0%. Detrás del vigoroso ritmo de crecimiento de la economía en 2023 se observó un fuerte dinamismo en la demanda interna en los rubros de consumo privado e inversión productiva. Respecto al primero se observó crecimiento de salarios, creación de empleos, repuntes en la confianza de los consumidores, captación de remesas en máximos históricos, además, de una masa salarial creciendo de manera considerable y el crédito al consumo que durante los primeros diez meses del año creció a tasas de doble dígito. Para la inversión, los esfuerzos de la administración saliente para terminar los proyectos emblema dieron un impulso a la construcción de obras de infraestructura y también la compra de maquinaria y equipo privada como antesala para proyectos relacionados con el nearshoring. En Estados Unidos se estima que la economía creció 2.4% en 2023, después de crecer 1.9% en 2022, dejando muy lejos el escenario de recesión que se estaba estimado al inicio. 2024: Un año bueno, pero incierto hacia adelante ante las elecciones Respecto a la demanda externa, en 2024 se anticipa desaceleración en la economía estadounidense, por ejemplo el consenso de Bloomberg estima un crecimiento del PIB en apenas 1.3%. La demanda externa ha continuado creciendo en el margen, sin embargo los avances son cada vez más modestos. En el 2024 las exportaciones seguirán creciendo aunque moderadamente, siendo que el principal motor de la economía mexicana será la demanda interna, al igual de lo que sucedió en el 2023. Esperamos un inicio particularmente positivo, ya que la economía estadounidense mostrará un crecimiento inercial, pero no debemos descartar signos de agotamiento en la segunda mitad del 2024, pues los efectos de la política monetaria restrictiva deberían comenzar a materializarse. Para la demanda interna el incremento de 20% en el salario mínimo, el impulso fiscal programado en el paquete económico 2024 además de los adelantos en los programas sociales en el primer trimestre del año continuarán contribuyendo positivamente al consumo. Además estimamos que las remesas y el crédito al consumo nuevamente serán pilares fundamentales en la economía de las familias. Para la inversión, podríamos ver avances más contundentes por el nearshoring, que en conjunto con la inversión pública contribuirán a darle un impulso adicional para la economía. En suma y considerando la incertidumbre en la evolución de las variables económicas, es probable que el PIB crezca entre 2.3% y 3.0%, acorde a cifras originales. Adicionalmente hay que recordar que este año es bisiesto, y que generalmente contribuye a 0.3 puntos porcentuales al crecimiento. Sumado a lo anterior, vale la pena destacar que tradicionalmente en años electorales la economía mexicana suele crecer 0.5 puntos porcentuales más. Nuestra estimación puntual considera un crecimiento de 2.7% para todo el año. Sin embargo, habrá que tomar en cuenta que de cumplirse nuestro pronóstico la actual administración registrará una tasa de crecimiento promedio de 1.1%, la menor desde el expresidente Miguel de la Madrid (1982-1988) en 0.6%.
Hay que recordar que en México el próximo 2 de junio se llevarán a cabo un proceso electoral en el país en donde se elegirá al próximo presidente de la república, se renovarán las cámaras federales y locales, y gubernaturas en Chiapas, Ciudad de México, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán. En total se elegirán más de 19 mil cargos públicos. En Estados Unidos, también se llevarán a cabo elecciones presidenciales el 5 de noviembre. Dentro de los candidatos del partido Republicano el expresidente Donald Trump encabeza las encuestas primarias con un 61.2% de preferencia electoral, seguido del exgobernador de Florida Ron DeSantis y la exgobernadora de Carolina del Sur Nikki Haley, ambos empatados con 11% de preferencia. Por su parte, el partido demócrata tiene como candidato principal al presidente Joe Biden. Para ambos países es importante conocer a los equipos que conformarán los gabinetes y las políticas económicas que proponen. En ese tenor, vale la pena destacar que el que hoy se perfila para ser el candidato de los republicanos podría nuevamente generar ciertas inquietudes en el plano comercial, migratorio y más puntualmente con respecto a la lucha contra el narcotráfico. De cristalizarse, el efecto inmediato sería en el tipo de cambio ya que suele ser la válvula de escape ante situaciones de incertidumbre. 2025: Una nueva administración Es muy pronto para realizar un estimado formal, sobre todo porque no conocemos las propuestas de política económica de las próximas administraciones en México y Estados Unidos ni el resultado de la elección. Sin embargo, es posible estimar escenario inercial que considere la curva de aprendizaje del equipo de la administración entrante. Con lo anterior, y la información disponible al momento de realizar este ejercicio, estimamos que la economía se desacelerará y crecerá 0.9% en 2025. Históricamente la tasa de crecimiento anual del PIB cae 2 puntos porcentuales en los cambios de gobierno. Control en la inflación tardará más de lo previsto en 2024 El balance para la inflación también fue positivo en 2023, ya que la general, entre diciembre del 2022 y diciembre del 2023 pasó de 7.8% a 4.6%, por su parte, la subyacente, que excluye los rubros más volátiles, como energéticos y agropecuarios, y las tarifas de gobierno, descendió de 8.4% a 5.2% y la no subyacente bajó de 6.3% a 3.0%. Resaltamos que al mes de octubre de 2023 la inflación anual no subyacente era de apenas 0.6%, reflejando ser un rubro muy volátil. En 2024 cuatro eventos de carácter coyuntural retrasarán la convergencia de la inflación anual a la meta de 3% de Banco de México: i) el incremento de 20% al salario mínimo, ii) el dinamismo de la demanda interna en el consumo privado; iii) el déficit público que programó la SHCP con motivo de finalizar los proyectos emblema e incremento en los programas sociales y iv) un posible regreso de la inflación no subyacente por la baja base de comparación en 2023. Además, recientemente se autorizó un incremento en los precios de las gasolinas por el orden de 4.3%, que podrían continuar aumentando el resto del año hasta el 7%, teniendo un efecto puntual en el progreso desinflacionario. Lo anterior nos hace pensar que las inflaciones general y subyacente al cierre de 2024 se situarán en 4.5% y 4.6%, respectivamente, por encima de las estimaciones de mercado en 4.0% y 4.1%, respectivamente. Política monetaria prudente, ajustes “finos” Vemos espacio para que la Reserva Federal de EE.UU. y el Banco de México comiencen a recortar tasas en 2024. Cabe destacar que el año será especialmente importante por las elecciones presidenciales que se llevaran a cabo en ambos países y otras economías del mundo. Para Estados Unidos, el mercado de futuros anticipa 125 puntos base de recortes en la tasa de Fondos Federales durante 2024, comenzando el primero en marzo, situación que se contrapone con las estimaciones de los miembros del FED, los cuales en su último comunicado de política monetaria anticipan 75 puntos base de recortes. Nosotros estimamos un punto intermedio con 100 puntos base de recortes, también comenzando en marzo aunque probablemente no serán bajas consecutivas. En cuanto a Banxico, consideramos que el primer recorte será tan pronto como en el primer trimestre del año en 25pb. Sin embargo, no será el inicio de un ciclo acomodaticio ni los recortes serán consecutivos. Posterior al primer recorte, prevemos una pausa para ver la evolución de la inflación para retomar los recortes en la segunda mitad del año. Así, esperamos que la tasa de fondeo cierre en un nivel de 10.25%, manteniendo el diferencial de tasas con la FED.
El peso debería depreciarse ligeramente en 2024 con periodos de volatilidad En 2023, la paridad cambiaria cerró en 16.97 pesos por dólar, lo cual significó una apreciación del 2.43% respecto a noviembre de 2023 y una apreciación de 14.89% vs el cierre de 2022. Respecto a una canasta de monedas emergentes, la apreciación del peso mexicano se ubicó como la segunda mayor, por detrás del peso colombiano, ambas respecto al dólar. Para el 2024 estimamos que el peso se deprecie ligeramente hacia un nivel de 17.79 pesos por dólar, es decir una depreciación en 5.2%. ¿Qué estamos viendo? Entre diversos elementos, resaltamos cinco: 1) es muy probable que la política monetaria global haya concluido el ciclo de alzas, y ahora veamos un recortes o ajustes a la baja en diversas economías, en particular México recortará cuando menos en cuatro ocasiones; 2) con la baja en tasas las primas por plazo podrían descomprimirse y presionar al peso a la depreciación; 3) la cuenta corriente refleja el ahorro menos la inversión de una economía, en donde, un déficit en la cuenta corriente se produce por una caída en el ahorro o un repunte en la inversión. Consideramos que México está en la segunda situación por la coyuntura del nearshoring; 4) riesgos de caída en los precios del commodities, en especial petróleo, por la menor perspectiva de crecimiento global y de China; 5) los eventos electorales de México y Estados Unidos pueden generar volatilidad. Históricamente en las últimas cuatro elecciones presidenciales de México, el tipo de cambio se deprecia previo a la elección para después apreciarse, aunque en menor magnitud. En el caso de Estados Unidos, es posible dilucidar que el que hoy resulta el puntero de los republicanos (Trump) nuevamente genere episodios de volatilidad ante políticas públicas disruptivas en materia de migración, control del narcotráfico e inclusive alguna disputa comercial. Aunado a ello, el ciclo de debilidad del dólar podría continuar en el año apuntalado por tasas más bajas en Estados Unidos ante los recortes previstos por la Reserva Federal, además, es posible que México comience a recibir inversiones de capitales, ya que, pese a los recortes que estimamos en tasas, por parte de Banxico, el fondeo se mantendrá en niveles elevados. En ese tenor, vale la pena destacar que desde mayo del año pasado, la tenencia de valores en manos extranjeras ha sido positiva- en una pequeña porción- contrario a lo que habíamos presenciado en los dos años anteriores, por lo que de acelerarse de la entrada de flujos de capitales podrían respaldar un peso que continúe fuerte en los próximos meses.
Riesgos El panorama en el 2024 está plagado de riesgos a nivel local e internacional. Comenzando por un tsumani de elecciones a nivel global donde 3,700 millones de personas elegirán a sus gobernantes alrededor del mundo, entre ellos Estados Unidos y México, ambas con fuertes implicaciones para el desempeño económico de la segunda mitad del año y los siguientes años. Para Estados Unidos esperamos un periodo particularmente volátil, que levantará varias interrogantes, aunque posiblemente menos abrupto que en el 2016. En México, será la elección más grande de la historia, no solo porque se elegirá el ejecutivo, sino legislativo y varias gubernaturas. En total se elegirán más de 19 mil cargos públicos. El escalamiento de las tensiones geopolíticas actual por un recrudecimiento de la invasión Rusia a Ucrania o la guerra en Medio Oriente, inclusive podríamos ver ciertas inquietudes en Asia que descarrilarían el rumbo de la economía global. Inquietudes en torno a los balances de los bancos americanos podrían nuevamente generar nerviosismo entre los inversionistas ante posiciones pasivas con largas duraciones que originen a la postre una corrida bancaria. Adicionalmente, un riesgo que sigue latente es una recesión en Estados Unidos, provocada por índole interna o externa, que provoque recortes en tasas más rápido de lo previsto. Esto por supuesto implicaría recesión para México. De manera local, si bien es cierto, que pareciera que se han quedado “congeladas” ciertas disputas en materia comercial entre México y Estados Unidos, podrían retomarse con implicaciones negativas para la economía mexicana. Recordemos la controversia en el maíz y en materia energética. Por otro lado, los incrementos en los costos laborales podrían seguir teniendo un efecto material en las empresas impactado sus márgenes o bien en la inflación en el eventual caso de que la demanda se mantenga robusta.
Hacia finales del año las expectativas de las finanzas públicas también podrían ser motivo de intranquilidad, ante la imposibilidad del gobierno entrante de reducir el déficit en el 2025, y más aún dejar entre dicho la sostenibilidad de las finanzas públicas en el mediano plazo.
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