Cada que se celebra el día de los
santos inocentes, decenas de adultos actúan como niños poniendo azúcar en el
salero, mientras que el resto de nosotros intentamos esquivar a estos bromistas
y nos fijamos dos veces en el asiento del inodoro debido a que ya no podemos
darnos el lujo de ser engañados otra vez.
También intentamos averiguar si
debemos o no creer alguna de esas quince publicaciones de Facebook que dicen
"¡Estoy embarazada!" o si podemos confiar en el artículo
"noticioso" sobre un Beagle que rescató a tres gatitos de un edificio
en llamas. A mí realmente me gustaría creer que eso es verdad.
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