Las tecnologías de protección de
cultivo contribuyen a lograr una mayor
seguridad alimentaria, y se ha
comprobado que el correcto uso de
productos fitosanitarios ofrece a los agricultores mayor eficiencia, mejor
rentabilidad, y la disminución de las posibilidades de pérdida de cosechas (sin
su uso, la producción mundial de frutas y vegetales, forrajes y fibras caería
entre 30 y 40% por la acción de plagas). De esta forma, los agricultores son el
centro de atención de alianzas como la que ha generado Syngenta y el
CIMMYT.
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