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La interoperabilidad financiera permite que diferentes plataformas de
pago se comuniquen entre sí, sin importar el banco, app o red que use cada
persona. Es clave para facilitar transferencias accesibles, rápidas y sin
fricciones.
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En México, casi el 24 por ciento de la población no cuenta con al menos
un producto financiero formal y las poblaciones indígenas están entre las más
marginadas.
México,
junio de 2025.- En un mundo
cada vez más digital, mover dinero debería ser tan fácil como enviar un
mensaje. Pero para millones de personas
—especialmente en zonas rurales o en comunidades sin acceso bancario— enviar
una transferencia o recibir un pago sigue siendo lento, costoso o incluso
imposible. La clave para cerrar esta
brecha no está en crear más apps, ni en multiplicar las fintechs: está en que
todas puedan hablar entre sí. Eso es la interoperabilidad financiera.
En este contexto, la Fundación Interledger –una organización global sin fines de lucro que
promueve sistemas financieros abiertos– impulsa una transformación basada
en tecnología abierta que permite
conectar sistemas diversos para que cualquier persona pueda enviar, recibir o
mover dinero, sin importar la plataforma o el proveedor que utilice.
“Nuestra
misión en la Fundación Interledger es construir una infraestructura financiera
abierta y global que conecte a todos, desde grandes bancos hasta comunidades
rurales, sin importar la moneda o plataforma que usen. Así, cerramos la brecha que mantiene a millones fuera del sistema
financiero”, afirmó Briana Marbury, CEO de la Fundación
Interledger.
¿Qué
es la interoperabilidad financiera?
La interoperabilidad financiera permite que distintos sistemas y plataformas
funcionen entre sí, sin importar el proveedor. Por ejemplo, muchas remesas que llegan a comunidades
rurales sólo pueden cobrarse en ciertos bancos si la persona abre una cuenta.
Con interoperabilidad, ese dinero podría recibirse sin trámites adicionales,
directo en la plataforma que elija el usuario.
La tecnología detrás de esta integración es el Protocolo Interledger (ILP). Funciona
como el Protocolo de Control de Transmisión o Protocolo de Internet (TCP/IP)
del dinero: un estándar abierto que conecta redes financieras de todo tipo
—desde bancos hasta criptomonedas, desde fintechs hasta programas sociales— y
permite mover valor como hoy se mueve información en Internet.
“La
interoperabilidad financiera es la base para una economía digital
verdaderamente inclusiva. Al eliminar las barreras para mover dinero estamos
abriendo la puerta para que más personas participen, innoven y prosperen”,
explicó Marbury.
En México, el uso de servicios financieros digitales
ha crecido de forma acelerada, pero desigual. Según la Encuesta Nacional de
Inclusión Financiera (ENIF) 2024, el 76.5% de la población de 18 a 70 años
cuenta con al menos un producto financiero formal. Entre las poblaciones más
marginadas está el grupo de hablantes de una lengua indígena, cuyo acceso a
productos financieros fue del 58.2%.
A nivel regional, México
se ha mantenido por debajo de otros países en la proporción de adultos que
realizan o reciben pagos digitales. En Perú, esta proporción aumentó del
22.6% al 49.1%, mientras que en Colombia pasó del 32.6% al 52.1%. Por su parte,
México experimentó un crecimiento más
moderado, pasando del 34.5% al 43.9%, de acuerdo con la última encuesta Global Fidex, del Banco Mundial.
Por ejemplo, en Perú, la app de pagos Yape
—desarrollada por el Banco de Crédito del Perú— se ha convertido en un caso
emblemático de inclusión financiera
digital. Con más de 17 millones de usuarios, permite enviar y recibir
dinero con solo un número de celular o código QR, incluso sin cuenta bancaria
tradicional. Su interoperabilidad con
otras plataformas y su uso extendido entre pequeños comercios han contribuido
significativamente a cerrar la brecha digital en el país.
Tecnología
que permite la inclusión financiera sin fronteras
El Protocolo Interledger permite construir una infraestructura financiera
interoperable, especialmente útil para poblaciones que utilizan plataformas
distintas a las bancarias tradicionales, como personas migrantes, trabajadores informales,
mujeres sin acceso a crédito o comunidades con conectividad limitada.
“Nuestro objetivo no es sólo mejorar la
infraestructura de pagos, sino ampliar el acceso a derechos digitales
esenciales”, señaló
Marbury.
Según los resultados de la última encuesta Global
Findex, el acceso a pagos digitales y
dinero móvil reduce en 9% la probabilidad de que las mujeres caigan en la
pobreza y aumenta su consumo en un 18.5%. Además, durante la pandemia, las
MIPYMES conectadas a sistemas de pago digitales —que representan el 99% de las
empresas en América Latina y el Caribe— fueron más resilientes y lograron
incrementar sus ventas entre un 20% y un 30%.
Desde 2020, la Interledger Foundation ha otorgado más
de 190 subvenciones en más de 40 países, apoyando proyectos que construyen
caminos para una infraestructura financiera abierta y descentralizada. Con su
enfoque en estándares abiertos y asociaciones multisectoriales, la Fundación
promueve el concepto de un Internet de
las Oportunidades, donde todas las personas puedan participar activamente
en la economía digital sin restricciones tecnológicas o económicas.
“Interledger
está diseñado para resolver un problema poderoso”, explicó Marbury. “Integrar fintechs, bancos tradicionales y
plataformas sociales bajo estándares abiertos como ILP es clave para que el
ecosistema funcione de forma integrada y sostenible”, añadió la
experta.
Por último considera que la interoperabilidad
financiera no es un lujo técnico. “Es la llave maestra para abrir las puertas
de la economía digital a millones de personas que hoy quedan fuera por barreras
invisibles. Tecnologías como el Protocolo Interledger permiten un nuevo modelo
financiero: abierto, accesible, justo”, finalizó Marbury.
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