En los primeros años de vida, el juego es mucho más que una simple distracción: es la base del desarrollo físico, emocional, social y cognitivo de los niños. A través del juego, los bebés y niños pequeños exploran el mundo, desarrollan habilidades esenciales y fortalecen su vínculo con sus padres. En la actualidad, la sobreexposición a las pantallas está afectando este proceso natural, por lo que es vital promover espacios de juego que potencien su creatividad e imaginación. Los primeros seis años de vida son fundamentales para el desarrollo de los niños, y el juego es el principal vehículo de aprendizaje en esta etapa. Jugar con los hijos no solo fortalece el lazo afectivo, sino que también estimula su desarrollo cerebral, mejora sus habilidades motoras y fomenta su creatividad. Estudios han demostrado que la interacción lúdica con los padres ayuda a los niños a desarrollar mayor seguridad, confianza y habilidades sociales. Dependiendo de la etapa del niño, el juego le ayuda a desarrollar diversas habilidades clave: |
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