• La confianza del consumidor retrocede durante septiembre, aunque se mantiene en niveles altos. Cuatro de los cinco componentes retrocedieron y el restante se estancó a tasa mensual con cifras desestacionalizadas. • Actividad industrial cae en agosto, ante menor construcción. La producción industrial retrocedió -0.5% mensual (-0.3% anual), dada la caída de -3.7% (-4.1% anual) en la construcción, el resto de los componentes aumentaron. Premio Nobel de economía: las instituciones son decisivas México | Reporte Económico Diario No. 1494 Fuente: Citibanamex Estudios Económicos con información de INEGI, Banco Mundial y Bloomberg. Mercados Financieros • Movimientos mixtos en día feriado en EUA (Columbus Day). A las 13:00, los mercados accionarios en EUA reportan ganancias, el DJ de 0.9%, Nasdaq e 0.8& y S&P500 de 0.7%. En México, el IPyC no sigue esta tendencia y cae -0.4, mientras el peso se deprecia 0.3% frente al dólar, al cotizarse en 19.34. En renta fija, los rendimientos de los Bonos M a 2 y 10 años retrocedieron a 9.95% (-10pb) y 9.66% (-7pb), respectivamente.
Se reduce la confianza del consumidor, aunque se mantiene en niveles altos
Durante septiembre, el Indicador de Confianza del Consumidor (ICC) disminuyó 0.4 puntos respecto al mes previo (c.d), para colocarse en 47.1 puntos, desde el aumento de 0.5 puntos que registró en julio. El ICC se ha mantenido por arriba de los 46 puntos desde julio de 2023, con un mínimo de 46.2 en octubre de 2023 y un máximo de 47.6 en agosto de este año. En el mes, solo uno de los cinco indicadores del ICC no observó deterioro, aunque permaneció estancado en 52.1 puntos, el de la situación económica actual en los hogares, al compararla con hace un año. En contraste, la mayor caída la observó el componente de la situación económica que esperan los hogares en 12 meses, con -1.1 puntos respecto a agosto. La percepción de la situación económica del país respecto a hace un año retrocedió -0.5 puntos, mientras que la correspondiente al futuro económico del país, así como la posibilidad de que los hogares adquieran electrodomésticos, comparadas con hace un año, retrocedieron -0.2 puntos en ambos casos. Asimismo, 6 de 10 indicadores complementarios del ICC registraron caídas, la mayor en el rubro de la situación del mercado laboral, -1.9 puntos.
Actividad industrial cae en agosto, ante menor construcción
Durante agosto, la Producción Industrial (PI) se contrajo -0.5% mensual, con cifras desestacionalizadas (c.d.), muy por debajo de nuestra estimación de un crecimiento de 0.2% mensual, y después de crecer 0.2% en julio. Caída en construcción explica el resultado. Por componentes, la construcción tuvo el peor desempeño, con una caída de -3.7%. A su interior, la edificación se redujo en -4.0%, mientras que las obras de ingeniería civil -0.3% en el mes, acumulando 5 meses con retrocesos mensuales. Aumento en la minería, por exploración y perforación. La minería creció 0.1% mensual, a pesar de la caída en la minería petrolera de -0.1%, ya que la no petrolera no presento variación y los servicios relacionados con estas actividades crecieron 3.9%. Por su parte, la electricidad se expandió 1.4% mensual. Las manufacturas siguen estancadas, a pesar del aumento mensual de 0.3% (-0.8% en julio). La fabricación de equipo de transporte se expandió 1.8% (-3.1% el mes previo) y explica buena parte del aumento total, ya que las manufacturas de exportación1 cayeron -1.1% (-1.3% en julio), y las demás manufacturas crecieron 0.2%.
En lo que va del año, la PI ha aumentado 1.0% anual con respecto a 2023, con cd (3.6% en 2023). La edificación y las obras de ingeniería civil han contribuido con 1.4 puntos porcentuales (pp) al crecimiento, mientras que la minería petrolera y las manufacturas han sido las que más han frenado al crecimiento. Con cifras originales, en agosto la PI cayó -0.9% anual. Ello como resultado de caídas en la construcción (-4.5%) y la minería (-1.2% y que suma 10 meses con reducciones anuales), ya que la electricidad aumentó 2.2% y las manufacturas 0.1%. Hacia adelante, esperamos que la actividad manufacturera se mantenga relativamente estancada, dada la vinculación con las manufacturas de EUA que siguen mostrando atonía. De igual manera, esperamos que la desaceleración de la construcción (principalmente de las obras de ingeniería civil) persista, ante la finalización de las obras insignia de la administración anterior y el impacto negativo en el clima de negocios ante noticias domésticas recientes. Por ello, estimamos que la PI crecerá 1.0% en 2024 y 0.2% en 2025, desde 3.5% en 2023
Premio Nobel de economía: las instituciones son decisivas
Se otorgó el premio Nobel 2024 a trabajos sobre cómo se forman las instituciones y cómo determinan la prosperidad de una sociedad a largo plazo. El premio Nobel de economía 2024 fue otorgado a tres economistas, Daron Acemoglu, Simon Johnson, y James Robinson por sus aportaciones en la respuesta a esas preguntas. Forman parte de una tradición académica sobre la importancia de las instituciones que determinan el desarrollo de las transacciones y el crecimiento económicos. Los laureados desarrollan un enfoque tanto teórico como empírico, en este último destaca el “experimento natural” de la colonización europea, sus impactos en la creación de instituciones y su impacto económico en las regiones colonizadas. Principales determinantes de la prosperidad de los países: no es la cultura/religión, etc., sino las instituciones. Como en todos los ámbitos, se puede hablar de causas próximas y otras más lejanas al fenómeno que se busca explicar. Reduciendo o usando como variable aproximada de la prosperidad al crecimiento económico de muy largo plazo, lo más simplificado es señalar que depende de qué tantos factores de producción (trabajo y capital) se usen y con qué eficiencia o productividad. Pero ambas cuestiones, de cuánto se invierta y si se hace bien o mal, incluido qué tecnología se utilice, depende del contexto general de una sociedad. Ese contexto general puede atribuirse a la geografía, el clima, las enfermedades, la religión, la cultura, esto es, la historia de esa sociedad (con su parte azarosa). Los economistas premiados intentan demostrar que las instituciones que fueron creadas por los colonizadores europeos, hace varios siglos, dieron lugar a resultados económicos diferentes en las colonias, independientemente de todos los factores antes mencionados. Además, explican cuáles son las buenas y malas instituciones que habilitan y promueven la prosperidad en el largo plazo, por qué los mismos colonizadores implantaron ciertas instituciones en algunos lugares y otras en otros, así como algunos factores que explicarían cambios en la calidad de las instituciones. Esas instituciones, y su permanencia y fortalecimiento en el tiempo, es lo que explica las diferentes condiciones económicas y políticas de cada país. Las instituciones políticas dan lugar a cierto tipo de instituciones económicas. Las instituciones son las reglas del juego. Otro premio Nobel (Douglas North, 1993), definió a las instituciones como “las condiciones/restricciones humanas que estructuran la interacción humana. Se componen de restricciones formales (reglas, leyes, constituciones), restricciones informales (normas de comportamiento, convenciones y códigos autoimpuestos de conducta) y sus características de aplicación (vg, qué tanto el gobierno las hace respetar). Juntos definen la estructura de incentivos de las sociedades y, específicamente, de las economías. Las instituciones y la tecnología empleada determinan los costos de transacción y transformación que se suman a los costos de producción.” Algunos países fracasan y otros son exitosos porque sus instituciones son distintas. Los premiados han documentado empíricamente, y probado formalmente, planteamientos centrales de su trabajo como que el largo período colonial produjo dos universos institucionales contrastantes, uno al que denominan extractivo y otro incluyente. Las instituciones extractivas se implantaron en casos como el de México y muchos otros países meridionales tropicales, donde las condiciones del entorno no eran auspiciosas para los colonizadores y, en consecuencia, éstos buscaron asegurarse de extraer tanto beneficio como les fuera posible de esos lugares y sociedades. En contraste, las instituciones incluyentes o inclusivas se gestaron en los lugares donde los colonizadores vieron condiciones para asentarse y, por consiguiente, donde buscaron generar condiciones óptimas de convivencia y desarrollo, que les ofrecieran perspectivas de prosperidad hacia el futuro. Las primeras derivaron en la explotación rápida de grandes masas, las segundas derivaron en complejos de construcción lenta de democracia, libertades y aprecio por la productividad. Si las élites políticas y económicas creen poder concentrar y conservar indefinidamente el poder y la riqueza, entonces adquiere sentido para ellos imponer reglas del juego o instituciones que le quiten a otros los incentivos y recursos para crecer, confiar, innovar y cambiar la estructura social. Eso es perjudicial para la democracia y para la prosperidad general. Cuando las élites advierten que su sobrevivencia y posibilidades de generar riqueza dependen de las del conjunto, entonces promueven la instauración de reglas democráticas e incentivos para el crecimiento y la distribución de sus beneficios. El trabajo de estos economistas muestra que la democracia, la protección de la propiedad privada, regulaciones adecuadas, un sistema de tribunales y jueces políticamente autónomo, prensa libre y crítica, ciudadanos educados, críticos y emprendedores, y un entorno de apego generalizado a la ley, son todas instituciones que promueven crecimiento y prosperidad de largo plazo.
Los indicadores de gobernanza nos acercan a la calidad de las instituciones en México y el mundo. De acuerdo con el Banco Mundial la gobernanza consiste en “las tradiciones e instituciones mediante las cuales se ejerce la autoridad en un país. Esto incluye el proceso mediante el cual los gobiernos son seleccionados, supervisados y reemplazados; la capacidad del gobierno para formular y aplicar eficazmente políticas sólidas; y el respeto de los ciudadanos y del Estado a las instituciones que rigen las interacciones económicas y sociales entre ellos.” Los dividen en seis tipos: participación ciudadana/libertad de expresión, estabilidad política, eficiencia gubernamental, calidad regulatoria, estado de derecho, y control de la corrupción. México ha tenido en el pasado reciente una calidad baja en los indicadores de gobernanza, y además, se ha deteriorado. En la gráfica 1 se observa que esos indicadores se han deteriorado en México durante los últimos quince años, con niveles y dinámicas especialmente negativas en los casos de control de la corrupción y Estado de derecho. Además, México pasó de ocupar lugares entre 70 y 150 en 1996, dependiendo del indicador, (donde el lugar 1 es el mejor entre cerca de 200 países) a posiciones entre la 114 y la 176, en 2022. México ha encontrado difícil sostener instituciones tendientes a la prosperidad. La trayectoria institucional de México proviene de un largo período colonial de corte predominantemente extractivo. Pero, a partir del siglo XIX, las élites económicas y diferentes liderazgos locales iniciaron una serie de esfuerzos por establecer su independencia. Esos esfuerzos han tenido distintos grados de éxito según la dimensión que se analice. Dos períodos relevantes de entorno institucional en México: el de la evolución de un régimen de partido dominante (PRI) durante buena parte del siglo XX, y el proceso de transición democrática iniciado a mediados de los años 70 de ese siglo, y que avanzaba hasta hace algunos años. Como puede advertirse en la gráfica que desagrega el indicador general en sus seis dimensiones, a mediados del decenio de 1990, México ya se encontraba activado en un proceso de construcción de instituciones, guiado por la participación ciudadana y la demanda por mayor eficiencia gubernamental. Eso dio lugar a reformas para garantizar acceso al poder político y para fomentar las condiciones de participación de la iniciativa privada en mercados más competitivos que el nacional. En paralelo, estos cambios propiciaron esfuerzos relevantes para instaurar instituciones ajenas para las élites política y económica del país, pero que resultaban indispensables para ensayar su inserción en la región de Norteamérica, vía un acuerdo de libre comercio. Además de incorporar elementos regulatorios favorables a la competencia económica, y comprometer ciertos estándares de desempeño gubernamental, a finales del siglo pasado el gobierno autorizó la instalación de instituciones y agencias encargadas de garantizar algunas reglas críticas. Ciertamente no se trató de un cambio institucional completo, ni todo lo amplio y robusto que hubiese sido deseable, en buena medida porque fue obstaculizado y ralentizado por actores con poder político y económico que se verían impactados por la redistribución de recursos que esas nuevas reglas facilitarían. No obstante, se instalaron cambios sustantivos como un sistema de tribunales y jueces competentes y especializados, con capacidad para enfrentar al poder político; esquemas permanentes de evaluación de desempeño para la política pública en general y, en particular para la social; agencias reguladoras con autonomía constitucional; mecanismos de protección de derechos humanos, garantías para la libertad de expresión y asociación, acceso a la información pública; y fiscalización de la competencia electoral por el poder. La llegada de estas nuevas reglas generó una dinámica social más vibrante y demandante de oportunidades y derechos. Sin ese contexto no podría explicarse la alternancia presidencial que se produjo en el año 2000 y los estándares de la discusión social de esos años, en los que la aspiración de prosperidad fue más alta, la demanda por condiciones de Estado de derecho y combate a la corrupción se volvió voz cotidiana. Sin embargo, como puede observarse en la gráfica, la mejora en los indicadores de desarrollo en ese tipo de instituciones fue errática. El combate a la corrupción perdió impulso en unos cuantos años, luego se estancó en un mero discurso oficial y hacia el cierre de la primera década del siglo comenzó a perderse. La estabilidad política se desdibujó significativamente hacia finales del primer gobierno de alternancia, a manos de la violencia extrema característica del crimen organizado y de la falta de aceptación de las reglas por parte de la oposición electoral. La población que había generado altas expectativas respecto a los resultados económicos que traería la alternancia se desencantó aceleradamente, comenzó a gestarse un sentimiento colectivo de apatía, falta de confianza, enojo e indisposición a la cooperación. Todavía hubo un último impulso de adopción de mejores reglas cuando entre 2013 y 2014 se autorizó la agenda reformista del Pacto por México y cuando, en reacción contra la corrupción y el mal desempeño del último gobierno priista, se forzó la creación de un sistema nacional anticorrupción. El enojo y el desencanto social produjeron una alternancia populista en 2018 y, en los últimos años se advierte un deterioro consistente de todos los indicadores de gobernanza del Banco Mundial, excepto en el de estabilidad política. La desarticulación y erosión de la oposición y el debilitamiento de las instituciones democráticas han ayudado a fortalecer la legitimidad del actual gobierno. Si las conclusiones del trabajo de Acemoglu, Johnson y Robinson son generalmente correctas, el entorno institucional actual en México no lo coloca en una trayectoria propicia para el crecimiento y el desarrollo general de su población. Hay una relación entre PIB por persona y la calidad de la gobernanza. En las gráficas 2 a 7 relacionamos cada uno de los seis indicadores de gobernanza del Banco Mundial y el PIB por persona en dólares de paridad de poder de compra estimados por el FMI. Aunque como ya señalamos, la relación no es tan estrecha, sí se puede observar que, a mayor calificación en el índice, es mayor el PIB por persona.
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