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Organismos
internacionales e instituciones públicas impulsan #ChiapasNoQuema, una
acción por el medioambiente de la entidad y del planeta.
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Desde la agricultura es posible disminuir el riesgo climático que amenaza los bosques y la seguridad alimentaria de Chiapas.
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Entre
las acciones que reducen el riesgo climático están la Agricultura de
Conservación, que aprovecha el rastrojo, en lugar de quemarlo, para
mejorar
la estructura y calidad del suelo y la Milpa Intercalada con Árboles
Frutales (MIAF), útil para evitar la erosión en terrenos de ladera.
La Secretaría de
Agricultura y Desarrollo Rural y el Centro Internacional de Mejoramiento
de Maíz y Trigo (CIMMYT), a través de su programa MasAgro, aplican en
el estado de Chiapas
la iniciativa conjunta #ChiapasNoQuema, que opera en favor del
medioambiente de la entidad y, por consecuencia, del planeta.
MasAgro es un programa
que ha hecho posible que en el país más de 200 mil hectáreas que antes
se quemaban ya no sean objeto de esa práctica, informó Agricultura.
La implementación de
sistemas integrados de prácticas sustentables como la Agricultura de
Conservación que aprovecha el rastrojo, en lugar de quemarlo, para
mejorar la estructura
y calidad del suelo y la Milpa Intercalada con Árboles Frutales (MIAF),
útil para evitar la erosión en terrenos de ladera –como los que hay en
gran parte de Chiapas— son acciones que desde la agricultura reducen el
riesgo climático y contribuyen a lograr la
seguridad alimentaria de las comunidades, subrayó.
La dependencia federal
destacó que los escenarios de cambio climático para Chiapas indican que
los períodos de sequía más severos y extensos serán más recurrentes en
la entidad,
por lo que es conveniente promover prácticas sustentables y reducir así
el riesgo de fenómenos catastróficos, especialmente en aquellos
municipios donde se registra mayor número de incendios, como Venustiano
Carranza, Ocosingo y Villa Corzo.
Detalló que las
agrupaciones The Nature Conservancy (TNC) y Rainforest Alliance; las
secretarías de Medio Ambiente e Historia Natural (Semahn) y de
Agricultura, Ganadería y Pesca
(Sagyp) de Chiapas; los ayuntamientos de Villaflores y de Villa Corzo;
el Centro Estatal de Control de Incendios Forestales (Cecif) de Chiapas y
diversos organismos se están sumando a esta acción en favor del
medioambiente del estado y del país.
Embate del cambio climático en el planeta
El planeta ha padecido
recientemente el embate de diversos incendios de gran magnitud. En
Australia estos afectaron 10 millones de hectáreas (aproximadamente la
superficie del
estado de Oaxaca), y en agosto del año pasado, en el Amazonas se
perdieron 2.5 millones de hectáreas de selva.
De acuerdo con el
Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM, por sus
siglas en portugués), el desastre en aquella región se debió
principalmente a las quemas provocadas
para deforestar áreas de selva, a fin de convertirlas en áreas de
pastoreo o de cultivo.
Este hecho hace
inevitable pensar en la situación de México, particularmente en la de
Chiapas, por ser el segundo estado con más bosques en el país y la
entidad que más incendios
registró en 2019, 2018 y 2015 —con un promedio de seis 600 al año—, en
su mayoría causados por quemas agrícolas, destacan cifras de la entidad.
Reportes de organismo
internacionales refieren que el 57 por ciento de las emisiones de gases
de efecto invernadero son producto de la degradación y la deforestación,
seguido de
las actividades agropecuarias (la ganadería y el uso de fertilizantes
agrícolas aportan 19 por ciento).
En Chiapas, además, se
encuentra la Selva Lacandona, uno de los últimos grandes bosques
tropicales del hemisferio norte y hogar de alrededor de tres mil 500
especies de plantas
y más de mil 600 especies de animales, algunas endémicas y otras en
peligro de extinción, como el quetzal y el jaguar.
Es la entidad con mayor
superficie de bosque mesófilo de montaña (bosque nublado), ecosistema
que ha funcionado como refugio para algunas especies durante los cambios
climáticos
de los últimos miles de años.
Sin embargo, la
cobertura forestal en el estado ha disminuido notablemente. De acuerdo
con la organización internacional The Nature Conservancy (TNC), ha
perdido 55 por ciento
de sus bosques, principalmente por deforestación.
La ampliación de la
frontera agrícola en la entidad incrementa el riesgo climático en todo
el país y aumenta la vulnerabilidad de amplias áreas de bosque tropical.
La Selva Lacandona
ha perdido cerca de 73 por ciento de su extensión original (tenía una
superficie de un millón 800 mil hectáreas, pero hoy solo tiene 500 mil).
La mayor parte de la
deforestación en esta selva sucede en sus bordes, y avanza hacia su
interior por la apertura de nuevas parcelas o áreas de pastoreo.
Este tipo de
agricultura, que le arrebata terreno a los bosques, tiene una
peculiaridad —además de estar basado en el sistema de roza, tumba y
quema—, y es que, a falta de recursos
o mecanismos para contrarrestar el agotamiento natural del suelo, en
pocos ciclos abandona las parcelas que se vuelven improductivas e
infértiles.
Esto —además de
incentivar la apertura de nuevas parcelas a través de la deforestación—
favorece el empobrecimiento de la población (76.4 por ciento de los
chiapanecos vive en
pobreza extrema).
Gran parte de los
suelos de cobertura forestal que fueron convertidos en tierras para la
actividad agrícola y ganadera presentan un alto nivel de degradación. Un
ejemplo de esta
afectación es la zona de la Frailesca, donde diversos estudios muestran
que sus suelos están gravemente deteriorados —presentan compactación y
pérdida total de materia orgánica—, lo que ha tenido por consecuencia
una significativa disminución de la producción
de granos básicos.
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