Marco Lara
𑁋 La identidad de Kaya es una herramienta analítica que ayuda entender el comportamiento de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a través de cuatro factores: población, PIB per cápita, intensidad energética de la economía e intensidad de emisiones de la energía.𑁋 En el caso de México, la identidad de Kaya permite analizar los cambios en las emisiones de GEI como resultado de las crisis económicas, la integración con América del Norte, la pandemia de COVID-19, así como ajustes en la matriz energética en los últimos años.
𑁋 En el más reciente reporte sobre Desigualdad Climática, liderado por el economista Thomas Piketty, se indica que, a nivel mundial, el 10% de la población con mayores ingresos concentra el 47% de las emisiones globales de GEI asociadas al consumo, mientras que el 50% de la población con menores ingresos representa apenas el 10% de estas mismas emisiones.
𑁋 Con un total bruto de 784 millones de toneladas de CO2 equivalente, el 1.3% del total global, México tiene el lugar número 11 como el mayor emisor de GEI en el mundo. México es también un importante emisor de metano, representando el 24% de sus emisiones de GEI. Este gas, que se origina de la descomposición de residuos sólidos, aguas residuales, estiércol de la ganadería y extracción del sector de hidrocarburos, es 28 veces más potente en su contribución al calentamiento global que el dióxido de carbono (CO2).
𑁋 En la COP30, celebrada el mes pasado en Brasil, México presentó una nueva actualización de sus objetivos climáticos (NDC). Para lograr alcanzarlos, el país debe reducir sus emisiones de GEI de manera sostenida en 3.6% cada año durante la próxima década, aunque en 2024 las emisiones brutas de GEI del país crecieron en 3.2% con respecto al año anterior. Así, para cumplir con sus metas, el país requiere de una inversión ambiciosa en energías renovables, modernización de la infraestructura eléctrica y medidas de eficiencia energética.
Consideraciones finales
Como se muestra en este documento, la identidad de Kaya es una herramienta que permite entender con mayor claridad los factores estructurales detrás del crecimiento de las emisiones de GEI, tanto en el mundo como en México. Siguiendo las ideas iniciales, se observa que los avances en la eficiencia energética y la descarbonización de la matriz energética son elementos clave para limitar el crecimiento de emisiones, contrarrestando los efectos sobre las emisiones de GEI en momentos de mayor crecimiento económico y demográfico.A nivel mundial destacan distintos períodos entre la apertura comercial y el ascenso de China como potencia manufacturera global como impulsores del crecimiento de las emisiones de GEI, mientras que en años más recientes, factores como la incorporación de energías renovables en la matriz energética global y la pandemia de COVID-19 han significado cambios en las emisiones. En el futuro cercano, elementos como el auge de la inteligencia artificial llevarán al alza la demanda energética mundial, y sin planes efectivos de descarbonización energética, las emisiones de GEI nuevamente incrementarán.
En el caso de México, se observa una trayectoria heterogénea, ya que conviven periodos de crecimiento económico y aumento en el crecimiento de las emisiones de GEI, con episodios de una reducción en la intensidad energética de la economía, pero también momentos donde los combustibles fósiles han tomado impulso. Si bien hay también señales incipientes hacia la reducción de intensidad energética de la economía mexicana, esta no es por el momento una tendencia estructural, por lo que los avances podrían revertirse en el corto tiempo de no existir una ruta de acción clara.
Por su parte, los comparativos internacionales reflejan que México se encuentra entre los países con mayores emisiones de GEI en el mundo, motivo por el cual es indispensable que el país incremente sus esfuerzos para mantenerse en una senda de bajo crecimiento de emisiones.
Finalmente, es esencial que México acelere sus inversiones en infraestructura eléctrica, energías renovables, almacenamiento y eficiencia energética. Un entorno económico e institucional que favorezca la inversión en estos rubros es una tarea fundamental para que el país recupere su liderazgo en esta materia. La inacción no únicamente sería desfavorable en términos económicos, sino que además se estaría dejando perder una oportunidad para garantizar un crecimiento inclusivo, sostenido y que sea compatible con los compromisos mundiales para hacer frente al cambio climático, el gran desafío de este siglo.
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