lunes, 29 de diciembre de 2025

La travesía de Mariel Hawley y su compromiso social con Casa de la Amistad


 

Ciudad de México, diciembre de 2025.- El pasado 14 de noviembre, Mariel Hawley completó un nado de 18 kilómetros alrededor de la Isla Coronado. Lo hizo en condiciones frías, con neblina y una fuerte corriente en contra, pero con un propósito que multiplicaba su fuerza: su compromiso con Casa de la Amistad para Niños con Cáncer.

Mariel lleva más de dos décadas dedicada al mar. En 2019, alcanzó un hito único al convertirse en la persona número 15 en el mundo en cruzar a nado los Siete Mares, una hazaña que consolidó su reputación por la excelencia y la pasión. En 2020, la World of Open Water Swimming Association la reconoció como Mujer del Año, y en 2022, escribió una nueva página en la historia de la natación de aguas abiertas al realizar el primer cruce registrado del Estrecho de Oresund, entre Dinamarca y Suecia. Pero quienes conocen a Mariel saben que su verdadero legado va mucho más allá de sus récords.


Porque Mariel nada con propósito. Durante los últimos diez años, cada uno de sus retos en aguas abiertas ha tenido un sentido mayor: visibilizar y apoyar a niñas, niños y jóvenes que luchan contra el cáncer. Casa de la Amistad se convirtió en su compañera inseparable en esta travesía, un vínculo íntimo que nació del dolor profundo por la pérdida de su esposo Eduardo, víctima de esta enfermedad. Mariel transformó ese duelo en esperanza y compromiso; desde entonces, cada brazada es un acto de acompañamiento y lucha.


Su reciente recorrido de 18 kilómetros no solo fue un desafío físico, sino una reafirmación de su convicción profunda. Nadó por los tratamientos que salvan vidas, por las familias que resisten, por los sueños que merecen seguir vivos. Nadó por la esperanza, esa luz que vacila pero nunca se extingue cuando hay manos —y brazos— que la sostienen con firmeza.


Mientras algunos atletas buscan romper récords, Mariel busca abrir caminos. No solo los que cruzan océanos, sino aquellos que nos recuerdan que la solidaridad se entrena, que la empatía se cultiva, y que ayudar es un acto heroico y constante de resistencia.


Mariel Hawley no nada sola. Nada con cada niño de Casa de la Amistad, con cada historia que merece un futuro, y con cada persona que cree que el mar, por más desafiante que sea, puede convertirse en un símbolo de fortaleza, fe y transformación. Su nado no solo llegó a la orilla, su recorrido dejó una huella significativa

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