sábado, 23 de agosto de 2025

El motor invisible del desarrollo en México: asociaciones civiles y nuevas formas de financiamiento

 




En México, las asociaciones civiles son un motor silencioso que sostiene, empuja y transforma sectores clave como la educación, la salud, la cultura, la asistencia social y la defensa de derechos humanos. Su trabajo atiende necesidades inmediatas y construye las bases para un desarrollo más equitativo y sostenible.

Sin embargo, su labor suele pasar desapercibida en la conversación pública. No siempre ocupan titulares ni encabezan agendas políticas, pero los datos cuentan otra historia. Según cifras del INEGI, el sector no lucrativo (que agrupa a instituciones públicas, asociaciones privadas sin fines de lucro y trabajo voluntario) generó en 2022 un valor total de 823 mil 413 millones de pesos, equivalente al 2.9 % del Producto Interno Bruto nacional. Dentro de ese monto, las asociaciones privadas aportaron 0.7 % y el trabajo voluntario 0.8 %.

El sector generó 2 millones 860 mil 425 puestos de trabajo en 2022, lo que representa el 7.3 % del empleo en México. De esos empleos, el 58.7 % fueron remunerados, mientras que el 41.3 % correspondió a trabajo voluntario, un indicador del compromiso social de millones de personas que, sin esperar retribución económica, dedican su tiempo y habilidades a causas que consideran urgentes y necesarias.

A pesar de su relevancia, estas organizaciones enfrentan obstáculos que limitan su alcance. El acceso a financiamiento constante es uno de los principales, así como la complejidad de los trámites para obtener la figura de “Donataria Autorizada”, indispensable para recibir donaciones deducibles de impuestos. La burocracia puede retrasar proyectos y reducir su capacidad de respuesta ante emergencias o necesidades urgentes. 

Actualmente, se tienen registradas más de 43 mil 400 organizaciones de la sociedad civil en el país, pero se estima que muchas más operan sin formalizarse. Esta falta de registro oficial puede impedirles acceder a recursos, alianzas o beneficios fiscales, y limita el reconocimiento de su impacto real.



En este escenario, empresas de crowdfunding como Third Hand se han convertido en una herramienta que amplifica las posibilidades del sector. A través de plataformas digitales, las asociaciones pueden conectar directamente con donantes, evitar intermediarios, y transparentar el uso de los recursos. Este modelo democratiza la filantropía: cualquier persona, desde cualquier lugar, puede aportar a una causa específica y recibir información sobre sus resultados. 

Además, Third Hand ofrece algo que las asociaciones valoran profundamente, la agilidad. No es necesario esperar ciclos de financiamiento largos ni depender exclusivamente de grandes donantes; una comunidad de personas comprometidas puede hacer posible un proyecto en cuestión de días. Dentro de este ecosistema digital, existen plataformas que funcionan como verdaderas conectoras entre quienes desean ayudar y quienes tienen la capacidad de transformar. 

Third Hand es un ejemplo de estas, vinculando recursos, personas y organizaciones para que las causas sociales no se queden en el papel, sino que se materialicen en acciones concretas y medibles.

Invertir en el fortalecimiento de las asociaciones civiles no es solo un acto de buena voluntad, es una estrategia de desarrollo nacional. Cada peso invertido en ellas regresa multiplicado en bienestar social, educación, salud y cohesión comunitaria. La combinación de la experiencia territorial de las organizaciones con la innovación tecnológica del financiamiento colectivo puede marcar la diferencia entre un proyecto que apenas sobrevive y uno que cambia el rumbo de una comunidad. El reto está en reconocer su valor y facilitar su trabajo: simplificar trámites, ofrecer incentivos fiscales, fomentar alianzas con empresas y garantizar un marco legal que potencie su capacidad de acción.

México cuenta con una sociedad civil vibrante, creativa y comprometida. Apostar por ella es apostar por un futuro más justo, inclusivo y resiliente. Las asociaciones civiles ya están haciendo su parte; es momento de que el resto de la sociedad y las instituciones se sumen a esta construcción colectiva.

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