Antecedentes
El “techo” de la deuda es un límite legislativo impuesto en términos
nominales de cuanto es el monto máximo de deuda en el que puede incurrir
el gobierno de Estados Unidos. El establecimiento del techo de deuda se
remonta a la Primera Guerra Mundial, concretamente a la Segunda Ley de Bonos
de la Libertad de 1917. Durante esta época, Estados Unidos se enfrentó a la
necesidad de financiar su participación en el esfuerzo bélico. Para facilitar la
emisión de bonos, el Congreso promulgó una ley que autorizaba al Secretario del
Tesoro a emitir bonos sin un límite específico. Sin embargo, esta disposición
suscitó preocupación por el excesivo endeudamiento y la posibilidad de un gasto
público en ascenso. En respuesta a estas preocupaciones, surgió el concepto de
techo de deuda en forma de limitaciones temporales al endeudamiento. El
Congreso se dio cuenta de la necesidad de ajustar periódicamente el límite debido
a las cambiantes condiciones económicas y al aumento de las necesidades de
gasto. En consecuencia, establecieron la práctica de elevar periódicamente el
techo de la deuda a través de la acción legislativa.
El techo de la deuda se ha convertido en un tema polémico, frecuentemente
enredado en debates políticos sobre política fiscal. La discusión se ha
politizado, con desacuerdos partidistas que han conducido a crisis
periódicas sobre el aumento del techo de la deuda.
¿Qué ha pasado en el 2023?
A lo largo del 2023 una complicación que se ha desarrollado a las sombras de la
evolución de la inflación, el crecimiento y la crisis del sector bancario ha sido el
techo de la deuda en los EE.UU. Este tema sin resolver se ha convertido en una
“bomba de tiempo”, lista para detonar tan pronto como este 1ro de junio, con
potenciales efectos negativos para la economía.
Puntualmente, el problema inició el 19 de enero de este año cuando el gobierno
de EE.UU. alcanzó el techo de su deuda, establecido en 31.4 billones de dólares,
limitando su capacidad de actuar. Si bien, esta cifra parece exorbitante, el
problema no es de índole económica, sino de voluntades, dado que se ha utilizado
la discusión el techo de la deuda como arma política de los Republicanos contra
la actual administración Demócrata del presidente Biden.
Por una parte, el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, ha
demandado reforma estructural del gasto, tema que incuestionablemente es un
problema para Estados Unidos, debido a que los persistentes déficits fiscales han
llevado la deuda a 122% del PIB. Sin embargo, aunque la Casa Blanca se ha
mantenido abierta a discutir el tema, la posición del presidente Biden es
incrementar incondicionalmente el techo de la deuda; lo cual ha prolongado la
resolución del problema hasta ahora.
Ver información importante al final de este documento.
1INTERCAM BANCO
Un nuevo episodio de incertidumbre en Estados Unidos: negociaciones en el techo de la deuda
18 de mayo de 2023
1995 y 2011
No es la primera vez que nos enfrentamos a esta situación, las discusiones sobre
el techo de la deuda se han presenciado en años anteriores. En 1995, los
miembros republicanos del Congreso de EE.UU., liderados por Newt Gringrich,
amenazaron con negarse a incrementar el techo de la deuda para negociar
recortes al gasto del gobierno. En un principio, el presidente Bill Clinton se negó a
hacer los recortes, pero eventualmente llegó a un acuerdo con el Congreso para
balancear el presupuesto con modestos recortes presupuestarios y ligeros
incrementos a los impuestos. Durante el proceso de negociación, el gobierno de
EE.UU. cerró en 2 ocasiones, por periodos de 5 y 21 días respectivamente. El
segundo de estos cierres, en diciembre de 1995 fue el mayor cierre en la historia
de EE.UU. hasta ese momento.
La crisis del techo de deuda de 2011 en Estados Unidos fue un acontecimiento
prolongado y polémico que se desarrolló a lo largo de varios meses y que comenzó
tras alcanzar el techo de deuda legal, que entonces se ubicaba en 14.3 billones
de dólares. Debido a esto el Departamento del Tesoro comenzó a aplicar medidas
extraordinarias, como suspender la emisión de determinados tipos de valores,
para crear capacidad de endeudamiento adicional y evitar un impago. Sin
embargo, ante el inminente agotamiento de las medidas extraordinarias, el
Secretario del Tesoro, Timothy Geithner, informó al Congreso en abril de aquel
año de que era necesario actuar con urgencia para elevar el techo de la deuda a
principios de agosto y evitar así el impago de las obligaciones financieras
estadounidenses.
Las negociaciones presupuestarias entre la administración Obama y los líderes
del Congreso comenzaron hasta mayo del 2011, donde los Republicanos, que
tenían mayoría en la Cámara de Representantes intentaron utilizar el techo de
deuda como palanca para lograr recortes sustanciales del gasto y la reducción del
déficit.
Con el plazo acercándose rápidamente y sin acuerdo a la vista, la posibilidad de
un impago de las obligaciones estadounidenses se convirtió en una preocupación
real. Los mercados financieros se volvieron cada vez más volátiles y las agencias
de calificación emitieron advertencias sobre una posible rebaja de la calificación
crediticia. Así, la agencia calificadora Standard & Poor's rebajó la calificación
crediticia de EE. UU. de AAA a AA+, citando preocupaciones sobre la política
arriesgada y la falta de un plan integral para abordar los problemas fiscales a largo
plazo del país.
En general, la crisis del techo de la deuda del 2011 tuvo importantes
repercusiones, principalmente de índole económica, debido a que la incertidumbre
en torno a las finanzas públicas mermó la confianza de las empresas y los
consumidores, lo que redujo la inversión y el gasto llevando a una desaceleración
económica en una ya frágil posición debido a la recuperación tras la crisis
financiera del 2008.
Nuevamente en 2013 el gobierno cerró durante 16 días ejerciendo presión en la
negociación del límite de la deuda. Sin embargo, se llegó a un acuerdo un día
antes de que se alcanzara la fecha estimada en la cual el Tesoro se quedaría sin
liquidez para afrontar sus deudas. El techo fue incrementado nuevamente en 2014,
2015 e inicios del 2017.
En septiembre de 2017, durante la administración del presidente Donald Trump,
la deuda de EE.UU. excedió por primera vez en su historia los 20 billones de
dólares, por lo que tuvo que incrementar el techo de la deuda en diciembre de ese
año. El techo se suspendió durante 13 meses en 2018 para luego ser
incrementado una vez más en marzo de 2019 con una deuda que superó los 22
billones de dólares. En agosto de 2019, el presidente Trump firmó el “Bipartisan
Budget Act”, el cual suspendía el techo de la deuda hasta julio de 2021.
Las preocupaciones en torno al techo de la deuda en el 2011, derrumbaron
las acciones
Fuente: Yahoo Finance.
Situación actual
La semana pasada el presidente de EE.UU., Joe Biden se reunió con el presidente
de la Cámara de Representantes Kevin McCarthy, así como con los líderes del
Congreso. En general la reunión fue poco fructífera, debido a que ambas partes
reiteraron sus posturas. Aunque el tenor de las reuniones fue positivo, dado que
todos los participantes a excepción de McCarthy, se mostraron sensibles a las
circunstancias, y aceptaron remover la amenaza de default.
Los equipos de trabajo continúan las negociaciones, que de momento ha tenido
buenos resultados ya que se acordó rescindir de los fondos de ayuda al Covid-19
que no han sido utilizados, incluso posible ajustes al gasto.
Biden y McCarthy han acordado centrar las negociaciones sobre los lineamientos
del presupuesto, una vez que se ha acordado con todos los líderes del Congreso
que EE.UU. no caerá en impago. Las posturas entre ambas partes auguran una
pronta resolución al problema del techo de la deuda. Los mercados no han
incorporado un posible default en las obligaciones financieras de Estados Unidos.
Sin embargo en caso de que ocurriera, se han publicado varios análisis que tratan
de determinar el impacto en la principal economía del mundo. Moody’s ha
estimado una caída hasta 4% en el PIB de EEUU y la eliminación de 7 millones de
empleos en caso de que se materializara un escenario de impago. Inclusive un
incumplimiento breve podría llevar a una disminución del PIB y casi 2 millones de
empleos perdidos, aumento la tasa de desocupación hasta casi 5%.
Aunque el escenario de impago es poco probable, entre más tiempo transcurra
mayores tensiones habrá en los mercados y el gobierno habrá de priorizar el gasto.
Una reducción forzada en el gasto, exacerbaría la desaceleración económica y
eventual recesión que el consenso anticipa para finales de este año. Dependiendo
de la magnitud de ajustes al presupuesto, este podría limitar la recuperación del
2024.
Finalmente, la idea de que EE.UU. podría incurrir en impago en las próximas
semanas y que habían motivado a colocar posiciones especulativas en este
sentido, han llevado el CDS de 5 años a 74pb, aunque en días recientes dichos
temores se han disipado cayendo el martes a 67pb. De igual manera, el S&P 500,
se mantiene arriba 8.32% con respecto a su nivel de cierre del 2022, sin haber
incorporado un escenario de impago.
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