(20 de abril, 2023)
Las economías de América Latina y el Caribe enfrentan en 2023 un complejo escenario externo,
marcado por bajo crecimiento en la actividad económica y del comercio
mundial. Adicionalmente, a las alzas experimentadas por las tasas de
interés a nivel mundial se agregaron las turbulencias financieras
observadas a comienzos de marzo lo que ha acentuado
la incertidumbre y volatilidad de los mercados financieros. Si bien se
han desacelerado las presiones inflacionarias, cabe esperar que las
tasas de política monetaria
permanezcan altas a lo largo del 2023 en las principales
economías desarrolladas.
En
este contexto de crecientes incertidumbres externas y restricciones
internas, la CEPAL espera que en América Latina y el Caribe se
profundice la desaceleración
del crecimiento económico durante 2023, que alcanzará una tasa del
1,2%.
Según
la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), los
países de la región enfrentan nuevamente en 2023 un espacio limitado
para la política
fiscal y monetaria. Al igual que en el resto del mundo, la inflación en
la región muestra una tendencia a la baja, y si bien se espera que
podría estar próxima la conclusión del proceso de alzas de tasas de
interés en varios países de la región, los efectos
de la política restrictiva sobre el consumo privado y la inversión se
harán sentir con más fuerza este año, dados los rezagos con que actúa la
política monetaria. Además, dada la reciente volatilidad financiera
global evidenciada a partir de los problemas
en la banca de países desarrollados y, dado que la inflación regional
permanecería en niveles todavía elevados en comparación con los vigentes
antes de la pandemia, no es de esperar que se generalice todavía un
ciclo de relajamiento monetario en la región.
En
lo fiscal, las autoridades cuentan con poco margen de maniobra en
tanto permanecen altos los niveles de deuda pública. En un contexto de
altas demandas por
gasto público, se requerirán medidas para fortalecer la sostenibilidad
fiscal y ampliar el espacio fiscal mediante el fortalecimiento de la
capacidad recaudatoria y redistributiva de la política tributaria,
advierte el organismo.
La
comisión regional de las Naciones Unidas estima que todas las
subregiones evidenciarían menor crecimiento en 2023 en comparación con
2022. América del Sur crecerá
un 0,6% en 2023 (3,8% en 2022), el grupo conformado por Centroamérica y
México lo hará en un 2,0% (en comparación con un 3,5% en 2022) y el
Caribe (sin incluir Guyana) crecerá un 3,5% (en comparación con un 5,8%
en 2022).
América
del Sur se verá afectada por la baja en los precios de los productos
básicos y por las restricciones al espacio que la política doméstica
tiene para apuntalar
la actividad. La alta inflación ha impactado los ingresos reales y está
teniendo efectos sobre el consumo privado y la inversión en los países.
En
las economías del Caribe la desaceleración esperada en 2023 se debe
principalmente a que la inflación ha impactado tanto los ingresos
reales, y con ello el
consumo, como los costos de producción, con un efecto negativo en la
competitividad de las exportaciones tanto de bienes como de turismo.
Finalmente,
para las economías de América Central y México, si bien el crecimiento
de este año representa una desaceleración respecto a 2022, se han dado
en algunos
casos revisiones al alza respecto de lo que la CEPAL previó a fines del
año pasado. Esto debido a la revisión al alza del crecimiento de los
Estados Unidos, principal socio comercial y primera fuente de remesas de
sus países, que afectaría tanto al sector
externo como al consumo privado. Además, los menores precios de la
energía previstos para este año en comparación con el 2022 actuarían a
favor, dado que varias de ellas son importadoras netas de energéticos.
La
proyección de crecimiento de 2023 para la región está sujeta a riesgos a
la baja ante la posibilidad de que resurjan y se acentúen las
turbulencias del sistema
bancario global -o del sistema financiero en su conjunto- lo que
resultaría en un endurecimiento más persistente de las condiciones
financieras mundiales, con los consecuentes impactos sobre el acceso y
costo de financiamiento.
Junto
a los riesgos financieros, persiste la incertidumbre respecto de los
efectos -sobre el mundo y sobre la región- que pudiera conllevar la
prolongación de la
guerra en Ucrania y el aumento en la fragmentación geoeconómica sobre
el crecimiento económico, los precios de las materias primas y el
comercio mundial.
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