La digitalización de las finanzas no solo agilizó los pagos cotidianos, facilitó el acceso a servicios financieros y mejoró su calidad, sino que abrió nuevas oportunidades a personas, empresas y comercios que permanecían fuera del sistema. Para las mujeres, el acceso a cuentas bancarias, tarjetas de crédito y otros medios de pago había sido históricamente relegado.
Las fintech ayudaron a transformar ese panorama y se convirtieron en una herramienta clave para la autonomía financiera, ya que potencian la inclusión financiera, y en ese sentido, contribuyen al desarrollo de las personas.
En las regiones con oferta nutrida de pagos digitales, según el Global Findex del Banco Mundial, las mujeres tienen un 9% menos de posibilidades de caer en la pobreza y una capacidad de consumo 18,5% mayor.
En términos de empleo y de cultura organizacional, las fintech son un agente de cambio. La CAF (Banco de desarrollo de América Latina) las define como “un ambiente propicio para el cierre de la brecha de género”, y destaca cómo esa cualidad contribuye a un “cambio de paradigma en la cultura, la digitalización y la tecnología de los sistemas financieros, reforzando la integración económica de la población desatendida”.
Las fintech emplean a más mujeres que la industria financiera tradicional. Datos de un estudio realizado por Finnovista y el Banco Interamericano para el Desarrollo, muestran que las fintech latinoamericanas con mujeres en posiciones directivas están por encima del promedio global en un 35%. En México la proporción de mujeres es de 33%, una cifra mayor a la que se registra en las entidades financieras tradicionales. Lo anterior se traduce en beneficios económicos. Según la OCDE, si se alcanzara la paridad de género en puestos jerárquicos durante los próximos 20 años, el PBI de los países más desarrollados aumentaría en 12 mil millones de dólares.
Esto le da un carácter más innovador y disruptivo al ecosistema fintech, porque los equipos más diversos son los que desarrollan soluciones y productos más creativos y sofisticados; son los que generan culturas organizaciones más ágiles y rápidas para adaptarse a los cambios y las necesidades del cliente, y donde las nuevas ideas aparecen con mayor frecuencia.
“Para Geopagos, impulsar la diversidad e inclusión brinda aptitudes y conocimientos que nos potencian como espacio de trabajo, por eso, ponemos el foco en la construcción de equipos diversos y en la equidad de género, no solo por principios éticos sino porque lo consideramos un pilar de la estrategia de negocio”, dijo Mariana Sigal, Chief of Staff de Geopagos, la infraestructura de aceptación de pagos para América Latina.
En América Latina, los avances de la última década en la igualdad de género fueron muy importantes. Pero aún queda mucho por recorrer. Hoy, en la región, alrededor del 30% de las personas que trabajan en el sector son mujeres y solo el 11% de estas empresas tienen más de 50% de empleadas mujeres.
Con la inclusión financiera en mente, Geopagos ha creado soluciones digitales de pagos para todo tipo de empresas, que luego son utilizadas por millones de personas en América Latina. En ese sentido, la compañía sabe que es fundamental desarrollar productos a partir de miradas y antecedentes diversos para comprender las necesidades de sus clientes, y asimismo ayudarlos a comprender las de los suyos.
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